HECHOS 21:1-16
HECHOS 21:1-16 Reina Valera 2020 (RV2020)
Después de separarnos de ellos, zarpamos y fuimos directamente a Cos. Al día siguiente, a Rodas y de allí a Pátara. Y hallando un barco que se dirigía a Fenicia, nos embarcamos y zarpamos. Avistamos Chipre, pero la dejamos a mano izquierda y continuamos con rumbo a Siria y llegamos a Tiro, donde el barco había de descargar. Allí hallamos a los discípulos y nos quedamos siete días. Ellos, movidos por el Espíritu, decían a Pablo que no fuera a Jerusalén. Transcurrida esa semana volvimos a ponernos en camino. Y todos los creyentes, nos acompañaron con sus mujeres e hijos hasta las afueras de la ciudad. En la playa nos arrodillamos y oramos, nos despedimos con abrazos, después subimos al barco, y ellos regresaron a sus casas. Nosotros completamos la navegación yendo desde Tiro hasta Tolemaida. Allí saludamos a los hermanos y nos quedamos con ellos un día. Pablo y los que con él estábamos, marchamos al día siguiente a Cesarea y nos dirigimos a la casa de Felipe, el evangelista, que era uno de los siete, y nos hospedamos en su casa. Felipe tenía cuatro hijas solteras que profetizaban. Llevábamos ya muchos días allí, cuando llegó de Judea un profeta llamado Agabo. Vino a vernos y tomando el cinto de Pablo se ató los pies y las manos y dijo: —Esto dice el Espíritu Santo: «Los judíos en Jerusalén atarán así al hombre a quien pertenece este cinto y le entregarán en manos de los gentiles». Al oír esto, nosotros y los creyentes de aquel lugar rogamos a Pablo que no fuera a Jerusalén. Pero Pablo respondió: —¿Por qué lloráis? ¡Se me parte el corazón! Por el nombre del Señor estoy dispuesto no solo a que me aten, sino a morir en Jerusalén. Y, como no había manera de disuadirlo, dejamos de insistir, y dijimos: —Hágase la voluntad del Señor. Días después, hicimos los preparativos y subimos a Jerusalén. Con nosotros vinieron también algunos de los discípulos de Cesarea. Venía también con ellos Mnasón, un antiguo discípulo de Chipre, en cuya casa nos hospedaríamos.
HECHOS 21:1-16 La Palabra (versión española) (BLP)
Después de separarnos de los hermanos, nos embarcamos y, sin torcer el rumbo, llegamos a Cos. Al día siguiente tocamos Rodas, y de allí fuimos a Patara, donde encontramos un barco que partía para Fenicia. Tomamos pasaje en él y zarpamos. Nos aproximamos luego a Chipre, que dejamos a babor, para continuar rumbo a Siria. Poco después arribamos a Tiro, donde la nave debía descargar sus mercancías. Allí encontramos algunos discípulos y nos quedamos durante una semana en su compañía. Impulsados por el Espíritu Santo, los hermanos de Tiro aconsejaban a Pablo que desistiera de su viaje a Jerusalén. Pero pasados aquellos días, nos dispusimos a seguir nuestra ruta. Todos ellos, con sus mujeres y sus hijos, nos acompañaron hasta las afueras de la ciudad. Allí, puestos de rodillas en la playa, oramos. Tras intercambiar saludos de despedida, subimos a bordo de la nave, y ellos regresaron a sus casas. De Tiro nos dirigimos a Tolemaida, donde pusimos fin a nuestra travesía. Saludamos allí a los hermanos y pasamos un día con ellos. Marchamos al día siguiente a Cesarea y fuimos a ver a Felipe, el evangelista, que era uno de los siete, y nos hospedamos en su casa. Tenía Felipe cuatro hijas solteras que poseían el don de profecía. Llevábamos ya varios días en Cesarea, cuando llegó de Judea un profeta llamado Agabo. Vino a vernos, tomó el cinturón de Pablo, se ató con él los pies y las manos y dijo: —Esto dice el Espíritu Santo: «Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinturón. Después lo entregarán en manos de extranjeros». Al oír esto, tanto los creyentes de la localidad como nosotros rogamos a Pablo que no fuera a Jerusalén. Pero él respondió: —¿Por qué me desanimáis con vuestro llanto? Estoy dispuesto no solo a dejarme encadenar, sino a morir en Jerusalén por la causa de Jesús, el Señor. Y, como no había manera de disuadirlo, dejamos de insistir, diciendo resignados: —¡Que se haga la voluntad del Señor! Unos días más tarde, preparamos nuestro equipaje y nos dirigimos a Jerusalén. Nos acompañaron algunos discípulos de Cesarea, quienes nos prepararon alojamiento en casa de Mnasón, un antiguo creyente chipriota.
HECHOS 21:1-16 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Después de dejar a los hermanos, nos embarcamos para ir directamente a Cos. Al día siguiente llegamos a Rodas y de allí fuimos a Pátara. En Pátara encontramos un barco que iba a Fenicia, y en él nos embarcamos. Al pasar vimos la isla de Chipre, pero dejándola a nuestra izquierda navegamos a Siria y llegamos a Tiro, donde el barco tenía que descargar. Encontramos allí a los creyentes, y nos quedamos siete días en su compañía. Ellos, advertidos por el Espíritu, dijeron a Pablo que no debía ir a Jerusalén; pero pasados los siete días, partimos. Todos, con sus mujeres y niños, nos acompañaron hasta las afueras de la ciudad. En la playa nos arrodillamos y oramos; luego nos despedimos y subimos al barco mientras ellos regresaban a sus casas. Terminamos nuestro viaje por mar yendo de Tiro a Tolemaida, donde saludamos a los hermanos y nos quedamos un día con ellos. Salimos al día siguiente y llegamos a Cesarea. Aquí visitamos en su casa a Felipe el evangelista, uno de los siete ayudantes de los apóstoles, y nos quedamos en su casa. Felipe tenía cuatro hijas solteras que eran profetisas. Hacía varios días que estábamos allí, cuando vino de Judea un profeta llamado Agabo. Este vino a vernos, tomó el cinturón de Pablo, se ató con él las manos y los pies y dijo: –El Espíritu Santo dice que en Jerusalén los judíos atarán así al dueño de este cinturón, y le entregarán en manos de los extranjeros. Al oir esto, nosotros y los de Cesarea rogamos a Pablo que no fuera a Jerusalén; pero Pablo contestó: –¿Por qué lloráis y me entristecéis? Estoy dispuesto, no solamente a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por causa del Señor Jesús. Como no pudimos convencerle, le dejamos, diciendo: –Que se haga la voluntad del Señor. Después de esto nos preparamos y nos fuimos a Jerusalén. Algunos creyentes de Cesarea nos acompañaron a casa de un hombre de Chipre llamado Mnasón, que era creyente desde hacía mucho tiempo y que iba a darnos alojamiento.
HECHOS 21:1-16 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Después de separarnos de ellos, zarpamos y navegamos directamente a Cos. Al día siguiente fuimos a Rodas, y de allí a Pátara. Como encontramos un barco que iba para Fenicia, subimos a bordo y zarpamos. Después de avistar Chipre y de pasar al sur de la isla, navegamos hacia Siria y llegamos a Tiro, donde el barco tenía que descargar. Allí encontramos a los discípulos y nos quedamos con ellos siete días. Ellos, por medio del Espíritu, exhortaron a Pablo a que no subiera a Jerusalén. Pero, al cabo de algunos días, partimos y continuamos nuestro viaje. Todos los discípulos, incluso las mujeres y los niños, nos acompañaron hasta las afueras de la ciudad, y allí en la playa nos arrodillamos y oramos. Después de despedirnos, subimos a bordo y ellos regresaron a sus hogares. Nosotros continuamos nuestro viaje en barco desde Tiro y arribamos a Tolemaida, donde saludamos a los hermanos y nos quedamos con ellos un día. Al día siguiente salimos y llegamos a Cesarea, y nos hospedamos en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete; este tenía cuatro hijas solteras que profetizaban. Llevábamos allí varios días cuando bajó de Judea un profeta llamado Ágabo. Este vino a vernos y, tomando el cinturón de Pablo, se ató con él de pies y manos, y dijo: ―Así dice el Espíritu Santo: “De esta manera atarán los judíos de Jerusalén al dueño de este cinturón, y lo entregarán en manos de los gentiles”. Al oír esto, nosotros y los de aquel lugar le rogamos a Pablo que no subiera a Jerusalén. ―¿Por qué lloráis? ¡Me partís el alma! —respondió Pablo—. Por el nombre del Señor Jesús estoy dispuesto no solo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén. Como no se dejaba convencer, desistimos, exclamando: ―¡Que se haga la voluntad del Señor! Después de esto, acabamos los preparativos y subimos a Jerusalén. Algunos de los discípulos de Cesarea nos acompañaron y nos llevaron a la casa de Mnasón, donde íbamos a alojarnos. Este era de Chipre, y uno de los primeros discípulos.