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HECHOS 17:1-10

HECHOS 17:1-10 La Palabra (versión española) (BLP)

Pasaron por Anfípolis y Apolonia y llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga judía. Siguiendo su costumbre, Pablo asistió a sus reuniones, y durante tres sábados consecutivos departió con ellos, explicándoles y demostrándoles, con base en las Escrituras, que el Mesías había de padecer y resucitar de entre los muertos. Y añadía: —El Mesías no es otro que Jesús, a quien yo os anuncio. Algunos judíos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, y lo mismo hicieron muchos griegos que rendían culto al verdadero Dios, junto con numerosas damas distinguidas. Pero los judíos, movidos por la envidia, reclutaron unos cuantos maleantes callejeros que alborotaron a la población y provocaron un tumulto en la ciudad. Se aglomeraron ante la casa de Jasón con el propósito de conducir a Pablo y a Silas ante la asamblea popular. Como no los encontraron, llevaron a rastras a Jasón y a algunos otros hermanos ante los magistrados, diciendo a gritos: —¡Esos individuos que han revolucionado el mundo entero, también se han presentado aquí! ¡Jasón los ha hospedado en su casa y no hacen más que desafiar las leyes del emperador y afirman que hay otro rey, Jesús! Estas palabras alarmaron a la gente y a los magistrados; así que exigieron a Jasón y a los demás que depositasen una fianza para dejarlos en libertad. Al caer la noche, sin más dilación, los hermanos encaminaron a Pablo y a Silas hacia Berea. Llegados allí, no tardaron en acudir a la sinagoga judía.

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HECHOS 17:1-10 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

En su viaje, Pablo y Silas pasaron por Anfípolis y Apolonia y llegaron a Tesalónica, donde los judíos tenían una sinagoga. Pablo, conforme a su costumbre, acudió a la sinagoga, y cada sábado, durante tres semanas, discutió con ellos. Basándose en las Escrituras, les explicaba que el Mesías tenía que morir, y que después había de resucitar de entre los muertos. Les decía: –Este mismo Jesús que yo os anuncio, es el Mesías. Algunos de los judíos creyeron y se unieron a Pablo y Silas. También creyeron muchos griegos que adoraban a Dios, y muchas mujeres distinguidas. Pero esto llenó de envidia a los judíos que no creían, quienes, habiendo reunido a unos malvados que andaban ociosos por la calle, alborotaron y perturbaron la ciudad. Llegaron a la casa de Jasón buscando a Pablo y Silas, para sacarlos y entregarlos al pueblo; y como allí no los encontraron, arrastraron a Jasón y a otros hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: –¡Estos hombres, que han trastornado el mundo entero, también han venido aquí! ¡Jasón los ha recibido en su casa! ¡Todos ellos están violando las leyes del césar, porque dicen que hay otro rey, que es Jesús! Al oir estas cosas, la gente y las autoridades se inquietaron. Pero Jasón y los demás dieron una fianza y fueron puestos en libertad. Llegada la noche, los hermanos hicieron salir sin demora a Pablo y Silas hacia Berea. En cuanto llegaron se dirigieron a la sinagoga de los judíos.

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HECHOS 17:1-10 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Atravesando Anfípolis y Apolonia, Pablo y Silas llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Como era su costumbre, Pablo entró en la sinagoga y tres sábados seguidos discutió con ellos. Basándose en las Escrituras, les explicaba y demostraba que era necesario que el Mesías padeciera y resucitara. Les decía: «Este Jesús que les anuncio es el Mesías». Algunos de los judíos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, como también lo hicieron un buen número de mujeres prominentes y muchos griegos que adoraban a Dios. Pero los judíos, llenos de envidia, reclutaron a unos maleantes callejeros, con los que armaron una turba y empezaron a alborotar la ciudad. Asaltaron la casa de Jasón en busca de Pablo y Silas, con el fin de procesarlos públicamente. Pero, como no los encontraron, arrastraron a Jasón y a algunos otros hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: «¡Estos que han trastornado el mundo entero han venido también acá, y Jasón los ha recibido en su casa! Todos ellos actúan en contra de los decretos del emperador, afirmando que hay otro rey, uno que se llama Jesús». Al oír esto, la multitud y las autoridades de la ciudad se alborotaron; entonces estas exigieron fianza a Jasón y a los demás para dejarlos en libertad. Tan pronto como se hizo de noche, los hermanos enviaron a Pablo y a Silas a Berea, quienes al llegar se dirigieron a la sinagoga de los judíos.

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