HECHOS 10:13-31
HECHOS 10:13-31 Reina Valera 2020 (RV2020)
Y oyó una voz que le decía: —¡Venga, Pedro, mata y come! Pedro respondió: —Señor, no. Jamás he comido cosa profana o impura. Por segunda vez se oyó aquella voz y le dijo: —Lo que Dios purificó no lo llames tú impuro. Esto se repitió una tercera vez. Luego aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo. Pedro estaba perplejo preguntándose qué significaría la visión que había tenido. Mientras tanto, los hombres enviados por Cornelio, después de haber localizado la casa de Simón, llegaron a la puerta. Llamaron y preguntaron si allí se hospedaba un tal Simón que tenía por sobrenombre Pedro. Estando Pedro pensando en la visión, le dijo el Espíritu: —Tres hombres te buscan; baja enseguida y acompáñalos. No tengas ningún reparo, porque los he enviado yo. Pedro descendió a donde estaban los hombres enviados por Cornelio, y les dijo: —Yo soy ese que buscáis. ¿Cuál es la causa por la que habéis venido? Ellos respondieron: —El centurión Cornelio, que es un hombre justo y temeroso de Dios, cuyo buen testimonio es reconocido por todo el pueblo judío, ha recibido instrucciones de un santo ángel para que vayas a su casa y oiga tus palabras. Pedro los hizo entrar y los hospedó. Al día siguiente se puso en camino con ellos, acompañado por algunos hermanos de Jope. Al otro día llegaron a Cesarea, donde Cornelio estaba ya esperándolos junto con sus familiares y amigos más íntimos. Al entrar Pedro, salió Cornelio a recibirle, cayó a sus pies y se postró ante él. Mas Pedro le levantó diciendo: —Ponte en pie, pues yo soy un hombre lo mismo que tú. Entró conversando con él y halló a muchas personas reunidas. Pedro les dijo: —Como sabéis, a un hombre judío le está prohibido juntarse o acercarse a un extranjero, pero Dios me ha hecho comprender que a nadie debo considerar profano o impuro. Por eso, cuando me llamaron vine sin dudarlo. Así que os pregunto: ¿Por qué razón me habéis hecho venir? Cornelio respondió: —Hace cuatro días yo estaba en ayuno, y como a esta hora, es decir, a las tres de la tarde, yo estaba orando en mi casa. De pronto, se presentó ante mí un hombre vestido con ropas resplandecientes y me dijo: «Cornelio, tus oraciones y limosnas han llegado a Dios y las tiene presentes.
HECHOS 10:13-31 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Oyó una voz que le decía: “Levántate, Pedro; mata y come.” Pedro contestó: “No, Señor, yo nunca he comido nada profano ni impuro.” La voz le habló de nuevo diciendo: “Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano.” Esto sucedió tres veces, y luego el lienzo volvió a subir al cielo. Pedro estaba preocupado pensando qué querría decir aquella visión, cuando llegaron a la puerta los hombres de Cornelio que andaban preguntando por la casa de Simón. Al llegar preguntaron en voz alta si allí se alojaba un tal Simón, a quien también llamaban Pedro. Y mientras Pedro seguía pensando en la visión, el Espíritu Santo le dijo: “Mira, tres hombres te buscan. Levántate, baja y ve con ellos sin dudarlo, porque yo los he enviado.” Pedro bajó y dijo a los hombres: –Yo soy el que buscáis. ¿A qué habéis venido? Ellos contestaron: –Venimos de parte del centurión Cornelio, un hombre justo, que adora a Dios y a quien todos los judíos aprecian de veras. Un ángel de Dios le ha dicho que te haga llamar, para que vayas a su casa y escuche lo que tengas que decirle. Entonces Pedro los hizo entrar, y se quedaron con él aquella noche. Al día siguiente se fue con ellos, acompañado también por algunos de los hermanos que vivían en Jope. Un día después llegaron a Cesarea, donde Cornelio los estaba esperando junto con un grupo de parientes y amigos íntimos a quienes había invitado. Cuando Pedro llegó a la casa, Cornelio salió a recibirle, y cayendo de rodillas delante de él le adoraba. Pero Pedro le levantó y le dijo: –Ponte en pie, pues yo soy un hombre lo mismo que tú. Mientras hablaba con él, entró y se encontró con muchas personas allí reunidas. Pedro les dijo: –Sabéis que a un judío le prohíbe su religión tener trato con extranjeros o entrar en sus casas. Pero Dios me ha enseñado que no debo llamar profano o impuro a nadie; por lo cual, en cuanto me avisaron, vine sin poner ninguna objeción. Quisiera saber, pues, por qué me habéis llamado. Cornelio contestó: –Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo aquí en mi casa ayunando y haciendo la oración de las tres de la tarde, cuando se me apareció un hombre vestido con ropas brillantes. Me dijo: ‘Cornelio, Dios ha oído tu oración y se ha acordado de todo lo que has hecho en favor de los necesitados.
HECHOS 10:13-31 La Palabra (versión española) (BLP)
Y oyó una voz que le decía: —¡Anda, Pedro, mata y come! —De ninguna manera, Señor —respondió Pedro—. Jamás he comido nada profano o impuro. La voz se oyó por segunda vez: —Lo que Dios ha purificado, no lo consideres tú profano. Esto se repitió hasta tres veces y, a continuación, aquel objeto fue subido al cielo. Estaba Pedro perplejo preguntándose qué significado tendría la visión, cuando los enviados de Cornelio, tras averiguar dónde estaba la casa de Simón, se presentaron a la puerta y preguntaron en voz alta: —¿Se aloja aquí Simón, al que llaman Pedro? Entonces el Espíritu dijo a Pedro, que seguía preguntándose intrigado por el sentido de la visión: —Ahí abajo hay tres hombres que te buscan. Baja enseguida y acompáñalos. No tengas ningún reparo, porque los he enviado yo. Pedro bajó al encuentro de aquellos hombres y les dijo: —Yo soy el que buscáis. ¿A qué se debe vuestra visita? —Venimos de parte del capitán Cornelio —respondieron—. Es un hombre recto que rinde culto al verdadero Dios y a quien todos los judíos aprecian de veras. Un ángel de Dios le ha indicado que te haga llegar a su casa para oír lo que tengas que decirle. Pedro los invitó a pasar la noche allí y, al día siguiente, se puso en camino con ellos, acompañado por algunos hermanos de Jope. Un día después llegaron a Cesarea, donde Cornelio estaba ya esperándolos junto con sus familiares y amigos íntimos. Cuando llegó Pedro, salió a recibirlo y se postró a sus pies en actitud de adoración. —Ponte de pie —le dijo Pedro mientras lo ayudaba a levantarse—, pues también yo soy simplemente un hombre. Entraron en la casa conversando y Pedro dijo a las numerosas personas que encontró reunidas allí: —Como sabéis, a un judío le está prohibido relacionarse con extranjeros o entrar en sus casas. Pero Dios me ha hecho comprender que a nadie debo considerar profano o impuro. Por eso, no tuve inconveniente en venir cuando me llamasteis. Deseo saber por qué razón me habéis hecho venir. Entonces Cornelio respondió: —Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo aquí en mi casa ocupado en la oración de la tarde, cuando, de pronto, se presentó ante mí un hombre vestido con una túnica resplandeciente. Me dijo: «Cornelio, Dios ha escuchado tu oración y ha tenido en cuenta tu generosidad con los pobres.
HECHOS 10:13-31 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
―Levántate, Pedro; mata y come —le dijo una voz. ―¡De ninguna manera, Señor! —replicó Pedro—. Jamás he comido nada impuro o inmundo. Por segunda vez le insistió la voz: ―Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro. Esto sucedió tres veces, y en seguida la sábana fue recogida al cielo. Pedro no acertaba a explicarse cuál podría ser el significado de la visión. Mientras tanto, los hombres enviados por Cornelio, que estaban preguntando por la casa de Simón, se presentaron a la puerta. Llamando, averiguaron si allí se hospedaba Simón, apodado Pedro. Mientras Pedro seguía reflexionando sobre el significado de la visión, el Espíritu le dijo: «Mira, Simón, tres hombres te buscan. Date prisa, baja y no dudes en ir con ellos, porque yo los he enviado». Pedro bajó y les dijo a los hombres: ―Aquí estoy; yo soy el que buscáis. ¿Qué asunto os ha traído hasta aquí? Ellos le contestaron: ―Venimos de parte del centurión Cornelio, un hombre justo y temeroso de Dios, respetado por todo el pueblo judío. Un ángel de Dios le dio instrucciones de invitarte a su casa para escuchar lo que tú tienes que decirle. Entonces Pedro los invitó a pasar y los hospedó. Al día siguiente, Pedro se fue con ellos acompañado de algunos creyentes de Jope. Un día después llegó a Cesarea. Cornelio estaba esperándolo con los parientes y amigos íntimos que había reunido. Al llegar Pedro a la casa, Cornelio salió a recibirlo y, postrándose delante de él, le rindió homenaje. Pero Pedro hizo que se levantara, y le dijo: ―Ponte de pie, que solo soy un hombre como tú. Pedro entró en la casa conversando con él, y encontró a muchos reunidos. Entonces les habló así: ―Vosotros sabéis muy bien que nuestra ley prohíbe que un judío se junte con un extranjero o lo visite. Pero Dios me ha hecho ver que a nadie debo llamar impuro o inmundo. Por eso, cuando enviasteis por mí, vine sin poner ninguna objeción. Ahora permitidme que os pregunte: ¿para qué me habéis hecho venir? Cornelio contestó: ―Hace cuatro días a esta misma hora, las tres de la tarde, estaba yo en casa orando. De repente apareció delante de mí un hombre vestido con ropa brillante, y me dijo: “Cornelio, Dios ha oído tu oración y se ha acordado de tus obras de beneficencia.