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2 SAMUEL 5:1-25

2 SAMUEL 5:1-25 Reina Valera 2020 (RV2020)

Todas las tribus de Israel vinieron adonde estaba David en Hebrón y le dijeron: —Mira, hueso tuyo y carne tuya somos. Aun antes de ahora, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú quien sacabas a Israel a la guerra, y lo volvías a traer. Además, el Señor te ha dicho: «Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás quien lo gobierne». Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel ante el rey en Hebrón. El rey David hizo un pacto con ellos allí delante del Señor; y ungieron a David como rey de Israel. Tenía David treinta años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años. Reinó en Hebrón sobre Judá durante siete años y seis meses, y reinó en Jerusalén treinta y tres años sobre todo Israel y Judá. El rey y sus hombres marcharon sobre Jerusalén, contra los jebuseos que habitaban en aquella tierra, ellos le dijeron a David: —Tú no entrarás aquí, pues aun los ciegos y los cojos te echarán. (Con lo que querían decir: David no puede entrar aquí). Pero David tomó la fortaleza de Sion, que es la ciudad de David. David había dicho aquel día: —Todo el que ataque a los jebuseos, que suba por el canal y hiera a los cojos y ciegos, a los cuales aborrece el alma de David. De aquí el dicho: «Ni ciego ni cojo entrará en la Casa». David se instaló en la fortaleza y le puso por nombre la Ciudad de David. Edificó una muralla alrededor, desde Milo hacia el interior. Y prosperaba David y se engrandecía, y Dios el Señor de los ejércitos estaba con él. También Hiram, rey de Tiro, envió embajadores a David, así como madera de cedro, carpinteros y canteros para los muros, los cuales edificaron la casa de David. David supo entonces que el Señor lo había confirmado como rey de Israel, y que había engrandecido su reino por amor de su pueblo Israel. David tomó más concubinas y mujeres de Jerusalén, después que vino de Hebrón, y le nacieron más hijos e hijas. Estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibhar, Elisúa, Nefeg, Jafía, Elisama, Eliada y Elifelet. Cuando los filisteos oyeron que David había sido ungido como rey de Israel, subieron todos para buscar a David. David lo supo y descendió a la fortaleza. Llegaron los filisteos y se desplegaron por el valle de Refaim. Entonces David consultó al Señor: —¿Iré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos? El Señor le respondió a David: —Ve, porque ciertamente entregaré a los filisteos en tus manos. David llegó a Baal-perazim. Allí los venció David, y dijo: —El Señor me abrió brecha entre mis enemigos, como corriente impetuosa. Por esto llamó el nombre de aquel lugar Baal-perazim. Los filisteos dejaron allí sus ídolos, y David y sus hombres los quemaron. Los filisteos vinieron otra vez y se desplegaron en el valle de Refaim. David consultó al Señor, y él respondió: —No subas, sino rodéalos y atácalos por el lado de las moreras. Y cuando oigas ruido como de pasos sobre las copas de las moreras, entonces atacarás, porque el Señor saldrá delante de ti para derrotar el campamento de los filisteos. David lo hizo así, como el Señor se lo había mandado; e hirió a los filisteos desde Geba hasta llegar a Gezer.

2 SAMUEL 5:1-25 La Palabra (versión española) (BLP)

Todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y a decirle: —Nosotros somos de tu misma raza. Ya antes, aunque Saúl era nuestro rey, eras tú el que dirigías a Israel. Además, el Señor te dijo: «Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel». Todos los ancianos de Israel llegaron a Hebrón ante el rey, y David hizo con ellos un pacto ante el Señor en Hebrón. Luego ungieron a David como rey de Israel. David tenía treinta años cuando comenzó a reinar y reinó durante cuarenta años: en Hebrón reinó durante siete años y medio sobre Judá, y en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre Israel y Judá. El rey y sus hombres marcharon hacia Jerusalén, contra los jebuseos, habitantes de la región. Estos le dijeron: —No entrarás aquí. Hasta los ciegos y los cojos te lo impedirán. Pues pensaban que David no entraría. Pero David conquistó la fortaleza de Sion, la llamada Ciudad de David. Aquel mismo día había dicho: —El que quiera matar al jebuseo, incluidos los ciegos y los cojos que son enemigos de David, que se acerque por el canal. Y de ahí viene el dicho: «Ni ciegos ni cojos entrarán en el Templo». David se instaló en la fortaleza y la llamó Ciudad de David. Luego construyó un muro alrededor, desde el terraplén hasta el palacio. David iba haciéndose cada día más poderoso, pues el Señor, Dios del Universo estaba con él. Jirán, rey de Tiro, envió emisarios a David con madera de cedro, carpinteros y canteros, para construirle un palacio. Entonces David comprendió que el Señor lo había consolidado como rey de Israel y que hacía prosperar su reino por amor a su pueblo Israel. Después de abandonar Hebrón, David tomó en Jerusalén otras concubinas y esposas, que le dieron nuevos hijos e hijas. He aquí los nombres de los hijos que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Jibjar, Elisúa, Néfeg, Jafía, Elisamá, Elyadá y Elifélet. Cuando los filisteos oyeron que habían ungido a David como rey de Israel, subieron todos para atacarlo. David se enteró y bajó a la fortaleza. Los filisteos llegaron y ocuparon el valle de Refaín. Entonces David consultó al Señor: —¿Debo atacar a los filisteos? ¿Me los vas a entregar? El Señor le respondió: —Atácalos, que yo los pondré en tus manos. David llegó a Baal Perasín y allí los derrotó. Entonces dijo: —El Señor me ha abierto una brecha entre los enemigos como una vía de agua. Por eso aquel lugar se llama Baal Perasín. Los filisteos abandonaron allí a sus dioses y David y sus hombres los recogieron. Los filisteos volvieron a insistir y ocuparon el valle de Refaín. David consultó al Señor que le respondió: —No ataques de frente. Primero rodéalos por detrás y luego atácalos por el lado de las moreras. Cuando oigas rumor de pasos por encima de las moreras, entonces lánzate al ataque, pues en ese momento el Señor saldrá delante de ti para derrotar al ejército filisteo. David actuó tal y como el Señor le había ordenado y derrotó a los filisteos desde Gabaón hasta la entrada de Guézer.

2 SAMUEL 5:1-25 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Más tarde, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón para hablar con David. Le dijeron: “Nosotros somos de tu misma sangre, y en realidad, aunque Saúl era nuestro rey, tú eras quien verdaderamente dirigía a Israel en sus campañas. Además, el Señor te ha prometido que tú serás quien dirija y gobierne a Israel.” De esta manera, todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón y hablaron con el rey David, que hizo un pacto con ellos poniendo al Señor por testigo. Entonces ellos consagraron a David como rey de Israel. David tenía treinta años cuando empezó a reinar, y reinó cuarenta años: en Hebrón fue rey de Judá durante siete años y medio, y luego, en Jerusalén, fue rey de todo Israel y Judá durante treinta y tres años. El rey David y sus hombres se dirigieron a Jerusalén para atacar a los jebuseos, habitantes de aquella región. Y los jebuseos, creyendo que David no lograría entrar en la ciudad, le dijeron: “Tú no podrás entrar aquí, pues se bastan los ciegos y los cojos para no dejarte entrar.” Sin embargo, David capturó la fortaleza de Sión, ahora conocida como la Ciudad de David. David había dicho en aquella ocasión: “Todo el que ataque a los jebuseos, que entre por el canal del agua y mate a los ciegos y a los cojos, a los cuales aborrezco con toda mi alma.” De allí viene el dicho: “Ni los ciegos ni los cojos pueden entrar en el templo del Señor.” Después se instaló David en la fortaleza y la llamó Ciudad de David, y construyó murallas a su alrededor, desde el terraplén hasta el palacio. El poder de David iba en aumento, y el Señor, el Dios todopoderoso, estaba con él. Por eso Hiram, rey de Tiro, envió sus embajadores a David, además de carpinteros y canteros, los cuales llevaron madera de cedro y construyeron el palacio de David. Entonces David comprendió que el Señor le había confirmado como rey de Israel y que había hecho prosperar su reinado en atención a su pueblo Israel. Después de haberse trasladado de Hebrón a Jerusalén, David tomó más esposas y concubinas, las cuales le dieron más hijos e hijas. Los hijos que le nacieron en Jerusalén se llamaban: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibhar, Elisúa, Néfeg, Jafía, Elisamá, Eliadá y Elifélet. Cuando los filisteos se enteraron de que David había sido consagrado rey de Israel, se lanzaron todos en busca suya; pero David lo supo y se retiró a la fortaleza. Entonces los filisteos avanzaron y ocuparon el valle de Refaim. Por esto, David consultó al Señor, preguntándole: –¿Puedo atacar a los filisteos? ¿Me darás la victoria sobre ellos? El Señor le respondió: –Sí, atácalos, porque te daré la victoria sobre ellos. David llegó a Baal-perasim, y allí los venció. Por eso dijo: “Como un torrente de agua, el Señor me ha abierto paso entre mis enemigos.” Y llamó a aquel lugar Baal-perasim. Además, los filisteos dejaron abandonados sus ídolos, y David y sus hombres los recogieron. Pero los filisteos volvieron a ocupar el valle de Refaim, así que David consultó al Señor, y el Señor le contestó: –No los ataques de frente, sino rodéalos y atácalos por la retaguardia cuando llegues a las moreras. Y cuando oigas ruido de pasos por encima de las copas de los árboles, lánzate al ataque, porque eso significa que yo voy delante de ti para herir de muerte al ejército filisteo. David hizo lo que el Señor le había ordenado, y derrotó a los filisteos desde Gabaón hasta Guézer.

2 SAMUEL 5:1-25 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Todas las tribus de Israel fueron a Hebrón para hablar con David. Le dijeron: «Nosotros somos de tu misma sangre. Ya desde antes, cuando Saúl era nuestro rey, tú dirigías a Israel en sus campañas. El SEÑOR te dijo: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel y lo gobernarás”». Así pues, todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón para hablar con el rey David, y allí el rey hizo un pacto con ellos en presencia del SEÑOR. Después de eso, ungieron a David para que fuera rey sobre Israel. David tenía treinta años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años. Durante siete años y seis meses fue rey de Judá en Hebrón; luego reinó en Jerusalén sobre todo Israel y Judá durante treinta y tres años. El rey y sus soldados marcharon sobre Jerusalén para atacar a los jebuseos, que vivían allí. Los jebuseos, pensando que David no podría entrar en la ciudad, le dijeron a David: «Aquí no entrarás; para ponerte en retirada, nos bastan los ciegos y los cojos». Pero David logró capturar la fortaleza de Sión, que ahora se llama la Ciudad de David. Aquel día David dijo: «Todo el que vaya a matar a los jebuseos, que suba por el acueducto, para alcanzar a los cojos y a los ciegos. ¡Los aborrezco!» De ahí viene el dicho: «Los ciegos y los cojos no entrarán en el palacio». David se instaló en la fortaleza y la llamó Ciudad de David. También construyó una muralla alrededor, desde el terraplén hasta el palacio, y se fortaleció más y más, porque el SEÑOR Dios Todopoderoso estaba con él. Hiram, rey de Tiro, envió una embajada a David, y también le envió madera de cedro, carpinteros y canteros, para construirle un palacio. Con esto David se dio cuenta de que el SEÑOR, por amor a su pueblo, lo había establecido a él como rey sobre Israel y había engrandecido su reino. Cuando David se trasladó de Hebrón a Jerusalén, tomó más concubinas y esposas, con las cuales tuvo otros hijos y otras hijas. Los hijos que allí tuvo fueron Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibjar, Elisúa, Néfeg, Jafía, Elisama, Eliadá y Elifelet. Al enterarse los filisteos de que David había sido ungido rey de Israel, subieron todos ellos contra él; pero David lo supo de antemano y bajó a la fortaleza. Los filisteos habían avanzado, desplegando sus fuerzas en el valle de Refayin, así que David consultó al SEÑOR: ―¿Debo atacar a los filisteos? ¿Los entregarás en mi poder? ―Atácalos —respondió el SEÑOR—; te aseguro que te los entregaré. Entonces David fue a Baal Perasín, y allí los derrotó. Por eso aquel lugar se llama Baal Perasín, pues David dijo: «El SEÑOR ha abierto brechas a mi paso entre mis enemigos, así como se abren brechas en el agua». Allí los filisteos dejaron abandonados sus ídolos, y David y sus soldados se los llevaron. Pero los filisteos volvieron a avanzar contra David, y desplegaron sus fuerzas en el valle de Refayin, así que David volvió a consultar al SEÑOR. ―No los ataques todavía —le respondió el SEÑOR—; rodéalos hasta llegar a los árboles de bálsamo, y entonces atácalos por la retaguardia. Tan pronto como oigas un ruido como de pasos sobre las copas de los árboles, lánzate al ataque, pues eso quiere decir que el SEÑOR va al frente de ti para derrotar al ejército filisteo. Así lo hizo David, tal como el SEÑOR se lo había ordenado, y derrotó a los filisteos desde Gabaón hasta Guézer.