2 SAMUEL 19:1-8
2 SAMUEL 19:1-8 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Avisaron a Joab que el rey estaba llorando amargamente por Absalón. Cuando las tropas se enteraron de que el rey estaba afligido por causa de su hijo, la victoria de aquel día se convirtió en duelo para todo el ejército. Por eso las tropas entraron en la ciudad furtivamente, como lo hace un ejército abochornado por haber huido del combate. Pero el rey, cubriéndose la cara, seguía gritando a voz en cuello: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Ay, Absalón, hijo mío, hijo mío!» Entonces Joab fue adonde estaba el rey y le dijo: «Hoy has llenado de vergüenza a todos tus siervos que te salvaron la vida, y la de tus hijos e hijas y esposas y concubinas. ¡Amas a quienes te odian, y odias a quienes te aman! Hoy has dejado muy en claro que nada te importan tus generales ni tus soldados. Ahora me doy cuenta de que tú preferirías que todos nosotros estuviéramos muertos, con tal de que Absalón siguiera con vida. ¡Vamos! ¡Sal y anima a tus tropas! Si no lo haces, juro por el SEÑOR que para esta noche ni un solo soldado se quedará contigo. ¡Y eso sería peor que todas las calamidades que has sufrido desde tu juventud hasta ahora!» Ante esto, el rey se levantó y fue a sentarse junto a la puerta de la ciudad. Cuando los soldados lo supieron, fueron todos a presentarse ante él.
2 SAMUEL 19:1-8 Reina Valera 2020 (RV2020)
Entonces avisaron a Joab: —El rey llora y se lamenta por Absalón. Y la victoria de aquel día se convirtió en luto para todo el pueblo; porque aquel día oyó decir el pueblo que el rey estaba afligido por su hijo. Y entró el pueblo aquel día en la ciudad a escondidas, como suele entrar el pueblo avergonzado que ha huido de la batalla. Pero el rey, cubierto el rostro, clamaba en alta voz: —¡Hijo mío Absalón, Absalón, hijo mío, hijo mío! Entonces Joab entró en la casa donde estaba el rey y le dijo: —Hoy has cubierto de vergüenza el rostro de todos tus siervos, que han librado tu vida, la vida de tus hijos y de tus hijas, la vida de tus mujeres y de tus concubinas, pues amas a los que te aborrecen y aborreces a los que te aman; porque hoy has declarado que nada te importan tus príncipes y siervos; hoy me has hecho ver claramente que si Absalón viviera, aunque todos nosotros estuviéramos muertos, entonces estarías contento. Levántate pues, ahora, sal y habla bondadosamente a tus siervos; pues juro por el Señor que si no sales, no quedará ni un hombre contigo esta noche; y esto será peor para ti que todos los males que te han sobrevenido desde tu juventud hasta ahora. Entonces se levantó el rey y se sentó a la puerta. Cuando se avisó a todo el pueblo: «El rey está sentado a la puerta», vino todo el pueblo delante del rey. Mientras tanto, los de Israel habían huido cada uno a su tienda.
2 SAMUEL 19:1-8 La Palabra (versión española) (BLP)
El rey se conmovió, subió a la habitación que había encima de la puerta y se puso a llorar diciendo mientras subía: —¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío! Informaron a Joab de que el rey estaba llorando y lamentándose por Absalón; así que la victoria de aquel día se transformó en luto para toda la tropa, pues la gente oyó decir aquel mismo día que el rey estaba muy afectado por su hijo. Y la tropa entró a escondidas aquel día en la ciudad, como hacen los que se sienten avergonzados por haber huido del combate. Mientras tanto el rey se tapaba el rostro y decía a grandes gritos: —¡Hijo mío, Absalón, Absalón, hijo mío, hijo mío! Entonces Joab se presentó ante el rey y le dijo: —Hoy has cubierto de vergüenza a tus servidores que acaban de salvaros la vida a ti, a tus hijos e hijas, y a tus mujeres y concubinas; resulta que amas a los que te odian y odias a los que te aman. Hoy has demostrado que para ti no cuentan ni jefes ni soldados. Ahora me doy cuenta de que te habría gustado más que Absalón estuviera vivo y todos nosotros muertos. Así que, decídete y sal a animar a los soldados; pues te juro por Dios que si no sales ahora, no quedará nadie contigo esta noche; y esta será la peor de todas las desgracias que te hayan sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.
2 SAMUEL 19:1-8 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Cuando la gente supo que el rey lloraba y lamentaba la muerte de su hijo Absalón, fueron a decírselo a Joab. Y así aquel día la victoria se convirtió en motivo de tristeza. El ejército mismo procuró disimular su entrada en la ciudad: avanzaban los soldados avergonzados, como si hubieran huido del campo de batalla. Mientras tanto el rey, cubriéndose la cara, gritaba a voz en cuello: “¡Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!” Joab fue entonces a palacio, y dijo al rey: –Su Majestad ha puesto en vergüenza a sus servidores, que hoy han salvado la vida de Su Majestad y de sus hijos, hijas, esposas y concubinas. Su Majestad ha demostrado hoy que nada le importan sus jefes y oficiales, pues ama a quienes le odian, y odia a quienes le aman. Hoy me he dado cuenta de que para Su Majestad sería mejor que Absalón estuviera vivo, aunque todos nosotros hubiéramos muerto. Salga, pues, ahora Su Majestad, y aliente con sus palabras a sus seguidores, pues de lo contrario juro por el Señor a Su Majestad que esta noche no le quedará ni un solo partidario. Esto será para Su Majestad peor que todos los males que le han ocurrido desde su juventud hasta el presente. Entonces el rey se levantó y fue a sentarse a la puerta de la ciudad. Y cuando se informó a todo el pueblo de que el rey estaba sentado a la puerta, fueron todos a presentarse ante él.
2 SAMUEL 19:1-8 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Avisaron a Joab que el rey estaba llorando amargamente por Absalón. Cuando las tropas se enteraron de que el rey estaba afligido por causa de su hijo, la victoria de aquel día se convirtió en duelo para todo el ejército. Por eso las tropas entraron en la ciudad furtivamente, como lo hace un ejército abochornado por haber huido del combate. Pero el rey, cubriéndose la cara, seguía gritando a voz en cuello: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Ay, Absalón, hijo mío, hijo mío!» Entonces Joab fue adonde estaba el rey y le dijo: «Hoy has llenado de vergüenza a todos tus siervos que te salvaron la vida, y la de tus hijos e hijas y esposas y concubinas. ¡Amas a quienes te odian, y odias a quienes te aman! Hoy has dejado muy en claro que nada te importan tus generales ni tus soldados. Ahora me doy cuenta de que tú preferirías que todos nosotros estuviéramos muertos, con tal de que Absalón siguiera con vida. ¡Vamos! ¡Sal y anima a tus tropas! Si no lo haces, juro por el SEÑOR que para esta noche ni un solo soldado se quedará contigo. ¡Y eso sería peor que todas las calamidades que has sufrido desde tu juventud hasta ahora!» Ante esto, el rey se levantó y fue a sentarse junto a la puerta de la ciudad. Cuando los soldados lo supieron, fueron todos a presentarse ante él.