2 SAMUEL 18:9-14
2 SAMUEL 18:9-14 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Absalón, que iba montado en un mulo, se encontró de repente frente a los seguidores de David. Entonces el mulo se metió por debajo de una gran encina, y a Absalón se le trabó la cabeza en las ramas y quedó colgando en el aire, pues el mulo siguió adelante. Alguien que lo vio, fue a decirle a Joab: –He visto a Absalón colgando de una encina. Joab le respondió: –Pues si lo has visto, ¿por qué no lo has derribado muerto allí mismo? Yo con mucho gusto te habría dado diez monedas de plata y un cinturón. Pero aquel hombre contestó a Joab: –Aunque me dieras mil monedas de plata, no atentaría yo contra el hijo del rey; porque nosotros escuchamos cómo el rey os ordenaba, a ti, a Abisai y a Itai, que protegieseis al joven Absalón. Por otra parte, si yo hubiera hecho tal cosa habría sido en vano, porque no hay nada oculto para el rey y tú no habrías hecho nada por protegerme. –No voy a perder más tiempo contigo –respondió Joab, y tomando tres dardos los clavó en el corazón de Absalón, que aún estaba vivo en la encina.
2 SAMUEL 18:9-14 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Absalón, que huía montado en una mula, se encontró con los soldados de David. La mula se metió por debajo de una gran encina, y a Absalón se le trabó la cabeza entre las ramas. Como la mula siguió de largo, Absalón quedó colgado en el aire. Un soldado que vio lo sucedido le dijo a Joab: ―Acabo de ver a Absalón colgado de una encina. ―¡Cómo! —exclamó Joab—. ¿Lo viste y no lo mataste ahí mismo? Te habría dado diez monedas de plata y un cinturón. Pero el hombre respondió: ―Aunque recibiera mil monedas, yo no alzaría la mano contra el hijo del rey. Todos oímos cuando el rey os ordenó a ti, a Abisay y a Itay que no le hicierais daño al joven Absalón. Si yo me hubiera arriesgado, me habríais descubierto, pues nada se le escapa al rey; y tú, por tu parte, me habrías abandonado. ―No voy a malgastar mi tiempo contigo —replicó Joab. Acto seguido, agarró tres lanzas y fue y se las clavó en el pecho a Absalón, que todavía estaba vivo en medio de la encina.
2 SAMUEL 18:9-14 Reina Valera 2020 (RV2020)
Iba Absalón en un mulo y se encontró con los siervos de David. El mulo entró por debajo de las ramas espesas de una gran encina, y el cabello de Absalón se le enredó en la encina, de modo que quedó suspendido entre el cielo y la tierra; pero el mulo en que iba siguió adelante. Lo vio uno y avisó a Joab: —He visto a Absalón colgado de una encina. Joab respondió al hombre que le daba la noticia: —Y si lo viste, ¿por qué no lo mataste enseguida, derribándolo en tierra? Con gusto te habría dado diez monedas de plata y un cinturón. El hombre dijo a Joab: —Aunque me hubieras ofrecido mil monedas de plata, no se me ocurriría atentar contra el hijo del rey; porque nosotros oímos cuando el rey os ordenó a ti, a Abisai y a Itai: «Mirad que ninguno toque al joven Absalón». Por otra parte, habría yo hecho traición contra mi vida, pues al rey nada se le esconde, y tú mismo estarías en mi contra. —No malgastaré mi tiempo contigo —respondió Joab. Y tomó tres dardos en su mano, y los clavó en el corazón de Absalón, quien estaba aún vivo en medio de la encina.
2 SAMUEL 18:9-14 La Palabra (versión española) (BLP)
Absalón, montado en un mulo, se encontró de frente con la gente de David y, al pasar el mulo bajo las ramas de una gran encina, se le enredó la cabeza en la encina y quedó colgando en el aire, mientras el mulo que montaba siguió adelante. Alguien que lo vio informó a Joab: —He visto a Absalón colgando de una encina. Joab dijo al que le traía la información: —Si lo has visto, ¿por qué no lo abatiste allí mismo? Te habría dado diez siclos de plata y un cinturón. Pero el hombre dijo a Joab: —Ni aunque tuviese en la mano diez mil siclos de plata atentaría yo contra el hijo del rey. Con nuestros propios oídos escuchamos la orden que el rey os dio a ti, a Abisay y a Itay de respetar al joven Absalón. Entonces habría arriesgado mi vida en vano, pues el rey lo descubre todo y tú te habrías quedado al margen. Joab le contestó: —¡No quiero seguir perdiendo el tiempo contigo! Echó mano a tres flechas y las clavó en el corazón de Absalón, que todavía colgaba vivo de la encina.