2 PEDRO 2:3-5
2 PEDRO 2:3-5 La Palabra (versión española) (BLP)
En su ambición querrán, con palabras engañosas, utilizaros a vosotros como objetos de compraventa; pero hace tiempo que está dictada su condena, y pronta para consumarse su ruina. Dios, en efecto, no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó a las cavernas tenebrosas del abismo, donde los mantiene encarcelados para el juicio. Como tampoco perdonó a la humanidad primitiva, con excepción de Noé —preservado con otros siete por ser el pregonero de la justicia divina—, sino que desencadenó el diluvio sobre aquel mundo de impíos.
2 PEDRO 2:3-5 Reina Valera 2020 (RV2020)
Llevados por la avaricia, se valdrán de palabras engañosas para sacar provecho de vosotros. Sobre estos ya hace tiempo que la condenación está preparada y su perdición los espera. Porque Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad, donde están reservados para el juicio. Y tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que trajo el diluvio sobre el mundo de los malvados, y tan solo protegió a ocho personas, de las cuales el octavo era Noé, pregonero de justicia.
2 PEDRO 2:3-5 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
En su ambición de dinero os explotarán con falsas enseñanzas; pero la condenación los espera sin remedio, pues desde hace mucho tiempo están sentenciados. Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los dejó en tinieblas, encadenados y guardados para el juicio. Ni tampoco perdonó Dios al mundo antiguo, sino que mandó el diluvio sobre aquellos hombres malos; salvó solamente a Noé, que predicó una vida de rectitud, y a otras siete personas.
2 PEDRO 2:3-5 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Llevados por la avaricia, estos maestros os explotarán a vosotros con palabras engañosas. Desde hace mucho tiempo su condenación está preparada y su destrucción los acecha. Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al abismo, metiéndolos en tenebrosas cavernas y reservándolos para el juicio. Tampoco perdonó al mundo antiguo cuando mandó un diluvio sobre los impíos, aunque protegió a ocho personas, incluyendo a Noé, predicador de la justicia.