2 REYES 4:27-29
2 REYES 4:27-29 Reina Valera 2020 (RV2020)
Cuando llegó adonde estaba el hombre de Dios en el monte, se asió de sus pies. Giezi se acercó para apartarla, pero el hombre de Dios le dijo: —Déjala, porque su alma está muy angustiada y el Señor me ha ocultado el motivo; no me lo ha revelado. Ella dijo: —¿Acaso le pedí yo un hijo a mi señor? ¿No te dije yo que no te burlaras de mí? Eliseo dijo entonces a Giezi: —Ciñe tu cintura, toma mi bastón en tu mano y ve. Si te encuentras con alguien, no lo saludes, y si alguien te saluda, no le respondas. Luego pondrás mi bastón sobre el rostro del niño.
2 REYES 4:27-29 La Palabra (versión española) (BLP)
Cuando llegó al monte en donde estaba el profeta, ella se abrazó a sus pies. Guejazí se acercó para apartarla, pero el profeta le dijo: —Déjala, que está llena de amargura. El Señor me lo había ocultado, sin hacérmelo saber. Ella le dijo: —¿Acaso te pedí yo un hijo? ¿No te advertí que no me engañaras? Eliseo ordenó a Guejazí: —Prepárate, coge mi bastón y ponte en camino. Si encuentras a alguien, no lo saludes; y si alguien te saluda, no le respondas. Luego pones mi bastón en la cara del niño.
2 REYES 4:27-29 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Luego llegó al monte en donde se encontraba Eliseo y se abrazó a sus pies. Guehazí se acercó para apartarla, pero Eliseo le ordenó: –Déjala, porque está muy angustiada; pero hasta ahora el Señor no me ha dicho qué le ocurre. Entonces ella le dijo: –Señor, ¿acaso te pedí tener un hijo? ¿No te pedí que no me engañaras? Eliseo dijo entonces a Guehazí: –Prepárate, toma mi bastón y ve allá. Si te encuentras con alguien, no lo saludes; y si alguien te saluda, no le respondas. Luego pon mi bastón sobre la cara del niño.
2 REYES 4:27-29 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Pero luego fue a la montaña y se abrazó a los pies del hombre de Dios. Guiezi se acercó con el propósito de apartarla, pero el hombre de Dios intervino: ―¡Déjala! Está muy angustiada, y el SEÑOR me ha ocultado lo que pasa; no me ha dicho nada. ―Señor mío —le dijo la mujer—, ¿acaso yo te pedí un hijo? ¿No te rogué que no me engañaras? Eliseo le ordenó a Guiezi: ―Arréglate la ropa, toma mi bastón y ponte en camino. Si te encuentras con alguien, no lo saludes; si alguien te saluda, no le respondas. Y, cuando llegues, coloca el bastón sobre la cara del niño.