2 REYES 4:2-6
2 REYES 4:2-6 La Palabra (versión española) (BLP)
Eliseo le dijo: —¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Ella respondió: —Solo me queda en casa una alcuza de aceite. Eliseo le dijo: —Sal a pedir vasijas a todas tus vecinas, vasijas vacías en abundancia. Cuando vuelvas, te encierras en casa con tus hijos, empiezas a echar aceite en todas esas vasijas y pones aparte las llenas. La mujer se marchó y se encerró en casa con sus hijos. Ellos le acercaban las vasijas, y ella echaba el aceite. Cuando llenó todas las vasijas, pidió a uno de sus hijos: —Acércame otra vasija. Pero él le dijo: —Ya no quedan más. Entonces se agotó el aceite.
2 REYES 4:2-6 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Eliseo le preguntó: –¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Ella le contestó: –Tu servidora no tiene nada en casa, excepto una jarrita de aceite. Entonces Eliseo le dijo: –Pues ve ahora y pide prestadas a tus vecinos algunas jarras, ¡todas las jarras vacías que puedas conseguir! Luego métete en tu casa con tus hijos, cierra la puerta y ve llenando de aceite todas las jarras y poniendo aparte las llenas. La mujer se despidió de Eliseo y se encerró con sus hijos. Entonces empezó a llenar las jarras que ellos le iban llevando. Y cuando todas las jarras estuvieron llenas, ordenó a uno de ellos: –Tráeme otra jarra más. Pero su hijo le respondió: –No hay más jarras. En aquel momento el aceite dejó de correr.
2 REYES 4:2-6 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
―¿Y qué puedo hacer por ti? —le preguntó Eliseo—. Dime, ¿qué tienes en casa? ―Tu sierva no tiene nada en casa —le respondió—, excepto un poco de aceite. Eliseo le ordenó: ―Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas; consigue todas las que puedas. Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte. En seguida la mujer dejó a Eliseo y se fue. Luego se encerró con sus hijos y empezó a llenar las vasijas que ellos le pasaban. Cuando ya todas estuvieron llenas, ella le pidió a uno de sus hijos que le pasara otra más, y él respondió: «Ya no hay». En ese momento se acabó el aceite.