2 CORINTIOS 7:1-4
2 CORINTIOS 7:1-4 Reina Valera 2020 (RV2020)
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de todo lo que contamine el cuerpo y el espíritu, y perfeccionémonos en la santidad en el temor de Dios. Admitidnos. A nadie hemos ofendido, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos engañado. No lo digo para condenaros, pues ya he dicho antes que estáis en nuestro corazón, para morir y para vivir juntos. Os hablo con mucha franqueza, me siento muy orgulloso de vosotros. En medio de todas nuestras tribulaciones, estoy lleno de ánimo y desbordo de alegría.
2 CORINTIOS 7:1-4 La Palabra (versión española) (BLP)
Tales son, queridos míos, las promesas que tenemos. Purifiquémonos, pues, de todo cuanto contamine el cuerpo o el espíritu y realicemos plenamente nuestra consagración viviendo en el respeto a Dios. Hacednos un hueco en vuestro corazón. A nadie agraviamos, a nadie arruinamos, a nadie explotamos. Y con esto no pretendo recriminaros, pues ya os he dicho que, en vida o en muerte, os llevo en el corazón. Tengo puesta en vosotros toda mi confianza y es tanto el orgullo que siento por vosotros, que estoy rebosante de ánimo y de alegría a pesar de todas las penalidades.
2 CORINTIOS 7:1-4 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Queridos hermanos, estas son las promesas que tenemos. Por eso debemos mantenernos limpios de todo lo que pueda mancharnos ya sea el cuerpo o el espíritu. Y en el temor de Dios debemos consagrarnos completamente a él. ¡Hacednos sitio en vuestro corazón! Con nadie hemos sido injustos, a nadie hemos hecho daño y a nadie hemos explotado. No digo esto para criticaros, porque, como ya os dije antes, os llevo en mi corazón para vivir juntos y morir juntos. Tengo mucha franqueza para hablaros y me siento muy orgulloso de vosotros. En medio de todo lo que sufrimos me encuentro muy animado y lleno de gozo.
2 CORINTIOS 7:1-4 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación. Hacednos un lugar en vuestro corazón. A nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos explotado. No digo esto para condenaros; ya os he dicho que tenéis un lugar tan amplio en nuestro corazón que con vosotros viviríamos o moriríamos. Os tengo mucha confianza y me siento muy orgulloso de vosotros. Estoy muy animado; en medio de todas nuestras aflicciones se desborda mi alegría.