2 CORINTIOS 3:12-18
2 CORINTIOS 3:12-18 La Palabra (versión española) (BLP)
Con una esperanza así, ¿no vamos a actuar con plena libertad? Pues no es nuestro caso el de Moisés, que se cubría el rostro con un velo para evitar que los israelitas contemplaran el apagarse de un resplandor perecedero. A pesar de todo, sus mentes siguen ofuscadas y el velo aquel, que solo Cristo puede destruir, permanece sin descorrer hasta el día de hoy cuando leen las Escrituras de la antigua alianza. Hasta hoy, efectivamente, un velo nubla su mente siempre que leen a Moisés; solo cuando se conviertan al Señor, desaparecerá el velo. Y es que el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad. En cuanto a nosotros, llevando todos el rostro descubierto y reflejando la gloria del Señor, vamos incorporando su imagen cada vez más resplandeciente bajo el influjo del Espíritu del Señor.
2 CORINTIOS 3:12-18 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Precisamente porque tenemos esta esperanza, hablamos con toda libertad. No hacemos como Moisés, que se tapaba la cara con un velo para que los israelitas no vieran que aquel resplandor se iba apagando. Pero ellos no lo entendieron así, y todavía ahora, cuando leen el antiguo pacto, ese mismo velo les impide entender, pues no les ha sido quitado, porque solo se quita por medio de Cristo. Hasta el día de hoy, cuando leen los libros de Moisés, un velo cubre su entendimiento. Solo cuando una persona se vuelve al Señor se le quita el velo. Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por eso, todos nosotros, ya sin el velo que nos cubría la cara, somos como un espejo que refleja la gloria del Señor; y vamos transformándonos en su misma imagen porque cada vez tenemos más de su gloria, y esto por la acción del Señor, que es el Espíritu.
2 CORINTIOS 3:12-18 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Así que, como tenemos tal esperanza, actuamos con plena confianza. No hacemos como Moisés, quien se ponía un velo sobre el rostro para que los israelitas no vieran el fin del resplandor que se iba extinguiendo. Sin embargo, la mente de ellos se embotó, de modo que hasta el día de hoy tienen puesto el mismo velo al leer el antiguo pacto. El velo no les ha sido quitado, porque solo se quita en Cristo. Hasta el día de hoy, siempre que leen a Moisés, un velo les cubre el corazón. Pero, cada vez que alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado. Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.