2 CORINTIOS 1:2-5
2 CORINTIOS 1:2-5 Reina Valera 2020 (RV2020)
Que la gracia y la paz de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros también podamos consolar a los que están sufriendo, con el mismo consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así también por el mismo Cristo abunda nuestro consuelo.
2 CORINTIOS 1:2-5 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Que Dios nuestro padre y el Señor Jesucristo os concedan gracia y paz. Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren. Pues, así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así también por medio de él tenemos abundante consuelo.
2 CORINTIOS 1:2-5 La Palabra (versión española) (BLP)
Que Dios, nuestro Padre, y Jesucristo, el Señor, os concedan gracia y paz. Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios que siempre consuela. Él es el que nos conforta en todos nuestros sufrimientos de manera que también nosotros podamos confortar a los que se hallan atribulados, gracias al consuelo que hemos recibido de Dios. Porque, si bien es cierto que como cristianos no nos faltan sufrimientos, no lo es menos que Cristo nos colma de consuelo.
2 CORINTIOS 1:2-5 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen su gracia y su paz sobre vosotros. Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues él es el Padre que tiene compasión de nosotros y el Dios que siempre nos consuela. Él nos consuela en todos nuestros sufrimientos, para que también nosotros podamos consolar a los que sufren, dándoles el mismo consuelo que él nos ha dado. Porque así como los sufrimientos de Cristo se desbordan sobre nosotros y nosotros sufrimos con él, así también por medio de Cristo se desborda nuestro consuelo.