2 CRÓNICAS 16:1-14
2 CRÓNICAS 16:1-14 Reina Valera 2020 (RV2020)
En el año treinta y seis del reinado de Asa, subió Baasa, rey de Israel, contra Judá, y fortificó a Ramá, para cortarle toda comunicación a Asa, rey de Judá. Entonces, sacó Asa la plata y el oro de los tesoros de la casa del Señor y de la casa real, y envió mensajeros a Ben-adad, rey de Siria, que estaba en Damasco, que le dijeron: —Haya alianza entre tú y yo, como la hubo entre tu padre y mi padre. Aquí te envío plata y oro para que vengas y deshagas la alianza que tienes con Baasa, rey de Israel, a fin de que se aleje de mí. Consintió Ben-adad con el rey Asa y envió los capitanes de sus ejércitos contra las ciudades de Israel; conquistaron Ijón, Dan, Abel-maim y las ciudades de aprovisionamiento de Neftalí. Cuando Baasa lo supo, cesó de edificar a Ramá y abandonó su obra. Entonces, el rey Asa tomó a todo Judá, y se llevaron de Ramá la piedra y la madera con que Baasa edificaba; y con ellas edificó Geba y Mizpa. En aquel tiempo, vino el vidente Hanani ante Asa, rey de Judá, y le dijo: —Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en el Señor, tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos. Los etíopes y los libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, con carros y mucha gente de a caballo? Con todo, porque te apoyaste en el Señor, él los entregó en tus manos. Porque los ojos del Señor contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen un corazón perfecto para con él. Locamente has procedido en esto; por eso, de aquí en adelante habrá más guerra contra ti. Entonces se enojó Asa contra el vidente y lo echó en la cárcel, pues se encolerizó mucho contra él a causa de esto. También oprimió Asa en aquel tiempo a algunos del pueblo. Los hechos de Asa, los primeros y los últimos, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. En el año treinta y nueve de su reinado, Asa enfermó gravemente de los pies, pero en su enfermedad tampoco buscó al Señor, sino a los médicos. Y Asa murió en el año cuarenta y uno de su reinado y descansó con sus antepasados. Lo sepultaron en los sepulcros que él había hecho para sí en la Ciudad de David; y lo pusieron en un ataúd, el cual llenaron de perfumes y diversas especias aromáticas, preparadas por expertos perfumistas; e hicieron un gran fuego en su honor.
2 CRÓNICAS 16:1-14 La Palabra (versión española) (BLP)
El año trigésimo sexto del reinado de Asá, Basá, el rey de Israel, atacó a Judá y fortificó Ramá para cortar las comunicaciones a Asá, el rey de Judá. Asá sacó oro y plata de los tesoros del Templo del Señor y del palacio real y se los envió a Benadad, rey de Aram, que residía en Damasco, con este mensaje: —Hagamos un pacto tú y yo, como lo hicieron nuestros padres. Te envío plata y oro. Rompe tu pacto con Basá, para que deje de atacarme. Benadad aceptó la propuesta del rey Asá y envió a los jefes de sus ejércitos contra las ciudades de Israel; atacaron Iyón, Dan, Abel Main y todos los almacenes de las ciudades de Neftalí. Cuando Basá se enteró, dejó de fortificar Ramá y suspendió las obras. Entonces el rey Asá tomó consigo a todo Judá, se llevaron de Ramá las piedras y la madera que Basá había empleado para fortificarla y con ellas fortificó Guibeá y Mispá. En aquella ocasión el profeta Jananí se presentó ante Asá, rey de Judá, y le dijo: —Por haberte apoyado en el rey de Aram, en vez de apoyarte en el Señor tu Dios, el ejército del rey de Aram se te ha escapado. Recuerda que los cusitas y los libios tenían un gran ejército con numerosos carros y caballos; y sin embargo, el Señor los entregó en tu poder, porque te apoyaste en él. El Señor recorre toda la tierra con su mirada para fortalecer a los que le son plenamente fieles. Pero tú, en esta ocasión, has perdido la cabeza. Por eso, a partir de ahora tendrás guerras. Asá se indignó con el profeta y lo metió en la cárcel, enfurecido por sus palabras. Por aquella época Asá también reprimió duramente a algunos ciudadanos. La historia de Asá, de principio a fin, está escrita en el libro de los Reyes de Judá e Israel. El año trigésimo noveno de su reinado, Asá enfermó gravemente de gota, pero tampoco en la enfermedad acudió al Señor, sino a los médicos. Asá murió el año cuadragésimo primero de su reinado y descansó con sus antepasados. Fue enterrado en el sepulcro que se había hecho en la Ciudad de David, colocado en un lecho lleno de diversas clases de perfumes, elaborados por expertos perfumistas. Luego encendieron en su honor una enorme pira.
2 CRÓNICAS 16:1-14 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Pero en el año treinta y seis del reinado de Asá, el rey de Israel, Baasá, fue a atacar a Judá, y fortificó Ramá para cortarle toda comunicación al rey de Judá. Entonces Asá sacó el oro y la plata de los tesoros del templo del Señor y del palacio real, y los envió a Ben-hadad, rey de Siria, que tenía su residencia en Damasco. También le envió este mensaje: “Hagamos tú y yo un pacto, como hicieron nuestros padres. Aquí te envío oro y plata. Rompe el pacto que tienes con Baasá, rey de Israel, y así me dejará en paz.” Ben-hadad, aceptando la proposición del rey Asá, envió a los jefes de sus tropas a atacar las ciudades de Israel. Así conquistaron Iión, Dan, Abel-maim y todas las ciudades de Neftalí que servían de almacenes. Cuando Baasá lo supo, dejó de fortificar Ramá, suspendiendo sus trabajos. Entonces el rey Asá tomó consigo a todo Judá, y se llevaron de Ramá las piedras y la madera que Baasá había usado para fortificarla, y con ellas fortificó Gueba y Mispá. Por aquel tiempo fue el profeta Hananí a visitar a Asá, rey de Judá, y a decirle: “El ejército del rey de Siria se te ha escapado de las manos, porque te apoyaste en el rey de Siria y no en el Señor tu Dios. ¿No formaban los etíopes y los libios un ejército sumamente poderoso, con muchísima caballería y carros de combate? Sin embargo, el Señor los entregó en tus manos porque te apoyaste en él. Pues el Señor está atento a lo que ocurre en todo el mundo, para dar fuerza a los que confían sinceramente en él. ¡En esto has actuado como un tonto! Porque de ahora en adelante tendrás más guerras.” Entonces Asá se enfureció de tal manera contra el profeta, que lo mandó encarcelar. También en aquel tiempo trató brutalmente a algunos del pueblo. La historia de Asá, desde el principio hasta el fin, está escrita en el libro de los reyes de Judá y de Israel. En el año treinta y nueve de su reinado, Asá enfermó gravemente de los pies; pero en su enfermedad no recurrió al Señor, sino a los médicos. Murió en el año cuarenta y uno de su reinado, y lo enterraron en el sepulcro que había mandado hacer en la Ciudad de David. Lo colocaron en una camilla llena de perfumes y de toda clase de sustancias aromáticas hábilmente preparadas. Luego encendieron en su honor una enorme hoguera.
2 CRÓNICAS 16:1-14 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
En el año treinta y seis del reinado de Asá, Basá, rey de Israel, atacó a Judá y fortificó Ramá para aislar totalmente a Asá, rey de Judá. Entonces Asá sacó plata y oro de los tesoros del templo del SEÑOR y del palacio real, y se los envió a Ben Adad, rey de Siria, que gobernaba en Damasco. También le envió este mensaje: «Hagamos un pacto entre tú y yo, como el que hicieron tu padre y el mío. Aquí te envío oro y plata. Anula tu pacto con Basá, rey de Israel, para que se marche de aquí». Ben Adad estuvo de acuerdo con el rey Asá y dio a los jefes de su ejército la orden de atacar las ciudades de Israel. Así conquistaron Iyón, Dan y Abel Mayin, y todos los depósitos que había en las ciudades de Neftalí. Cuando Basá se enteró, suspendió las obras de fortificación de Ramá. Entonces el rey Asá movilizó a todo Judá y se llevó de Ramá las piedras y la madera con que había estado fortificando aquella ciudad, y fortificó Gueba y Mizpa. En esa ocasión el vidente Jananí se presentó ante Asá, rey de Judá, y le dijo: «Por cuanto pusiste tu confianza en el rey de Siria en vez de confiar en el SEÑOR tu Dios, el ejército sirio se te ha escapado de las manos. También los cusitas y los libios formaban un ejército numeroso, y tenían muchos carros de combate y caballos, y sin embargo el SEÑOR los entregó en tus manos, porque en esa ocasión tú confiaste en él. El SEÑOR recorre con su mirada toda la tierra, y está listo para ayudar a quienes le son fieles. Pero de ahora en adelante tendrás guerras, pues actuaste como un necio». Asá se enfureció contra el vidente por lo que este le dijo, y lo mandó encarcelar. En ese tiempo, Asá oprimió también a una parte del pueblo. Los hechos de Asá, desde el primero hasta el último, están escritos en el libro de los reyes de Judá e Israel. En el año treinta y nueve de su reinado, Asá se puso enfermo de los pies; y, aunque su enfermedad era grave, no buscó al SEÑOR, sino que recurrió a los médicos. En el año cuarenta y uno de su reinado, Asá murió y fue sepultado con sus antepasados. Lo sepultaron en la tumba que él había mandado cavar en la Ciudad de David, y lo colocaron sobre un lecho lleno de perfumes y diversas clases de especias aromáticas, muy bien preparadas. En su honor encendieron una enorme hoguera.