1 TIMOTEO 3:8-16
1 TIMOTEO 3:8-16 Reina Valera 2020 (RV2020)
Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, moderados en el uso del vino y no codiciosos de ganancias deshonestas. Deben guardar el misterio de la fe con una conciencia limpia. Y además, estos primero deben ser sometidos a prueba, y luego, si no hay nada que reprocharles, podrán ejercer el diaconado. Las mujeres igualmente deben ser honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. Los diáconos deben ser maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien a sus hijos y sus casas, porque los que ejerzan bien el diaconado, ganarán para sí un grado honroso y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús. Te escribo esto, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que, si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, columna y soporte de la verdad. Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad
1 TIMOTEO 3:8-16 La Palabra (versión española) (BLP)
Que los diáconos sean igualmente personas responsables, hombres de palabra, no dados al vino ni a los negocios sucios; que guarden las verdades de la fe con una conciencia limpia. Ante todo debe comprobarse su conducta y solo si son irreprochables podrán ejercer el diaconado. Del mismo modo, que también las mujeres sean responsables, no calumniadoras, sobrias y plenamente fieles. Los diáconos, por su parte, deben ser maridos de una sola mujer, que sepan gobernar a sus hijos y a sus propias casas, pues los que desempeñan bien la función de diáconos se harán dignos de un puesto honorífico y alcanzarán una gran confianza en lo que respecta a la fe en Cristo Jesús. Te escribo estas cosas con la esperanza de ir a verte pronto. Por si me retraso, quiero que sepas cómo debes comportarte en la casa de Dios, es decir, en la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad. Grande es, sin lugar a dudas, el misterio de nuestra religión
1 TIMOTEO 3:8-16 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Asimismo, los diáconos deben ser hombres respetables, que nunca falten a su palabra ni sean dados a emborracharse ni a desear ganancias deshonestas. Deben apegarse a la verdad revelada en la cual creemos, y mantener limpia la conciencia. Primero deberán ser sometidos a prueba, y después, si son irreprochables, podrán ejercer el diaconado. Igualmente, las mujeres deben ser respetables, no chismosas, sino serias y fieles en todo. Un diácono debe ser esposo de una sola mujer y saber gobernar bien a sus hijos y su propia casa. Porque los diáconos que realizan bien su trabajo se ganan un lugar de honor, y con mayor confianza podrán hablar de su fe en Cristo Jesús. Espero ir pronto a verte; pero te escribo esto para que, si me retraso, sepas cómo debe portarse uno en la familia de Dios, en la iglesia del Dios viviente, la cual sostiene y defiende la verdad. Pues la verdad revelada de nuestra religión es, sin duda, algo muy grande: Cristo se manifestó en su condición de hombre, triunfó en su condición de espíritu y fue visto por los ángeles. Fue anunciado a las naciones, creído en el mundo y recibido en la gloria.
1 TIMOTEO 3:8-16 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Los diáconos, igualmente, deben ser honorables, sinceros, no amigos del mucho vino ni codiciosos de las ganancias mal habidas. Deben guardar, con una conciencia limpia, las grandes verdades de la fe. Que primero sean puestos a prueba, y después, si no hay nada que reprocharles, que sirvan como diáconos. Así mismo, las esposas de los diáconos deben ser honorables, no calumniadoras, sino moderadas y dignas de toda confianza. El diácono debe ser esposo de una sola mujer y gobernar bien a sus hijos y su propia casa. Los que ejercen bien el diaconado se ganan un lugar de honor y adquieren mayor confianza para hablar de su fe en Cristo Jesús. Aunque espero ir pronto a verte, escribo estas instrucciones para que, si me retraso, sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad. No hay duda de que es grande el misterio de nuestra fe: Él se manifestó como hombre; fue vindicado por el Espíritu, visto por los ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido en la gloria.