Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

1 TIMOTEO 3:1-16

1 TIMOTEO 3:1-16 Reina Valera 2020 (RV2020)

Esto que digo es muy cierto: si alguno aspira a ser obispo, desea una obra insigne. En ese caso conviene que el obispo sea irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospitalario, apto para enseñar; no dado al vino ni amigo de peleas; ni codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, pacífico y que no sea avaricioso. Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sumisión con toda honestidad; (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la Iglesia de Dios?). Que no sea un recién convertido, no sea que se llene de orgullo y caiga en la condenación del diablo. También es necesario que goce de buena reputación entre los de fuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo. Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, moderados en el uso del vino y no codiciosos de ganancias deshonestas. Deben guardar el misterio de la fe con una conciencia limpia. Y además, estos primero deben ser sometidos a prueba, y luego, si no hay nada que reprocharles, podrán ejercer el diaconado. Las mujeres igualmente deben ser honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. Los diáconos deben ser maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien a sus hijos y sus casas, porque los que ejerzan bien el diaconado, ganarán para sí un grado honroso y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús. Te escribo esto, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que, si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, columna y soporte de la verdad. Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad

1 TIMOTEO 3:1-16 La Palabra (versión española) (BLP)

Es esta una palabra digna de crédito: quien aspira al episcopado, aspira a una noble tarea. Ahora bien, es preciso que el obispo sea un hombre sin tacha, marido de una sola mujer. Debe ser sobrio, equilibrado, cortés, hospitalario, con capacidad para enseñar. No ha de ser borracho ni pendenciero, sino ecuánime, pacífico y desinteresado. Que sepa gobernar bien su propia casa y educar a sus hijos con autoridad y pleno equilibrio, pues quien no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la Iglesia de Dios? Que no sea un recién convertido para que no se le suba el cargo a la cabeza y se haga acreedor de la misma condenación que el diablo. Es necesario, finalmente, que goce también de buena fama entre los no creyentes, para que no incurra en descrédito ni el diablo lo atrape en sus trampas. Que los diáconos sean igualmente personas responsables, hombres de palabra, no dados al vino ni a los negocios sucios; que guarden las verdades de la fe con una conciencia limpia. Ante todo debe comprobarse su conducta y solo si son irreprochables podrán ejercer el diaconado. Del mismo modo, que también las mujeres sean responsables, no calumniadoras, sobrias y plenamente fieles. Los diáconos, por su parte, deben ser maridos de una sola mujer, que sepan gobernar a sus hijos y a sus propias casas, pues los que desempeñan bien la función de diáconos se harán dignos de un puesto honorífico y alcanzarán una gran confianza en lo que respecta a la fe en Cristo Jesús. Te escribo estas cosas con la esperanza de ir a verte pronto. Por si me retraso, quiero que sepas cómo debes comportarte en la casa de Dios, es decir, en la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad. Grande es, sin lugar a dudas, el misterio de nuestra religión

1 TIMOTEO 3:1-16 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Esto es muy cierto: el que aspira al obispado, a un buen trabajo aspira. Por eso, es menester que la conducta del obispo sea irreprensible. Debe ser esposo de una sola mujer y llevar una vida seria, juiciosa y respetable. Debe ser hospitalario y apto para enseñar. No debe ser borracho ni amigo de peleas, sino bondadoso, pacífico y desinteresado. Debe saber gobernar bien su casa y hacer que sus hijos sean obedientes y respetuosos; porque si uno no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios? Por lo tanto, el obispo no debe ser un recién convertido, no sea que se llene de orgullo y caiga bajo la misma condenación en que cayó el diablo. También debe ser respetado entre los no creyentes, para que no caiga en deshonra y en alguna trampa del diablo. Asimismo, los diáconos deben ser hombres respetables, que nunca falten a su palabra ni sean dados a emborracharse ni a desear ganancias deshonestas. Deben apegarse a la verdad revelada en la cual creemos, y mantener limpia la conciencia. Primero deberán ser sometidos a prueba, y después, si son irreprochables, podrán ejercer el diaconado. Igualmente, las mujeres deben ser respetables, no chismosas, sino serias y fieles en todo. Un diácono debe ser esposo de una sola mujer y saber gobernar bien a sus hijos y su propia casa. Porque los diáconos que realizan bien su trabajo se ganan un lugar de honor, y con mayor confianza podrán hablar de su fe en Cristo Jesús. Espero ir pronto a verte; pero te escribo esto para que, si me retraso, sepas cómo debe portarse uno en la familia de Dios, en la iglesia del Dios viviente, la cual sostiene y defiende la verdad. Pues la verdad revelada de nuestra religión es, sin duda, algo muy grande: Cristo se manifestó en su condición de hombre, triunfó en su condición de espíritu y fue visto por los ángeles. Fue anunciado a las naciones, creído en el mundo y recibido en la gloria.

1 TIMOTEO 3:1-16 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Se dice, y es verdad, que, si alguno desea ser obispo, a noble función aspira. Así que el obispo debe ser intachable, esposo de una sola mujer, moderado, sensato, respetable, hospitalario, capaz de enseñar; no debe ser borracho ni pendenciero, ni amigo del dinero, sino amable y apacible. Debe gobernar bien su casa y hacer que sus hijos le obedezcan con el debido respeto; porque el que no sabe gobernar su propia familia, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios? No debe ser un recién convertido, no sea que se vuelva presuntuoso y caiga en la misma condenación en que cayó el diablo. Se requiere además que hablen bien de él los que no pertenecen a la iglesia, para que no caiga en descrédito y en la trampa del diablo. Los diáconos, igualmente, deben ser honorables, sinceros, no amigos del mucho vino ni codiciosos de las ganancias mal habidas. Deben guardar, con una conciencia limpia, las grandes verdades de la fe. Que primero sean puestos a prueba, y después, si no hay nada que reprocharles, que sirvan como diáconos. Así mismo, las esposas de los diáconos deben ser honorables, no calumniadoras, sino moderadas y dignas de toda confianza. El diácono debe ser esposo de una sola mujer y gobernar bien a sus hijos y su propia casa. Los que ejercen bien el diaconado se ganan un lugar de honor y adquieren mayor confianza para hablar de su fe en Cristo Jesús. Aunque espero ir pronto a verte, escribo estas instrucciones para que, si me retraso, sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad. No hay duda de que es grande el misterio de nuestra fe: Él se manifestó como hombre; fue vindicado por el Espíritu, visto por los ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido en la gloria.