1 TIMOTEO 2:5-15
1 TIMOTEO 2:5-15 La Palabra (versión española) (BLP)
Porque uno solo es Dios y uno solo es el mediador entre Dios y la humanidad: el hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo como rescate por todos, como testimonio dado en el tiempo prefijado. De todo ello he sido constituido pregonero y apóstol —estoy diciendo la pura verdad— con el fin de instruir a los paganos en la fe y en la verdad. Es, pues, mi deseo que en cualquier circunstancia los varones eleven una oración pura, libre de odios y altercados. De manera semejante, que las mujeres se contenten con un vestido decoroso, que se adornen con recato y modestia, no con peinados artificiosos, ni con oro, joyas o vestidos costosos. Lo que ha de distinguir a las mujeres que se precian de piadosas son las buenas obras. La mujer debe aprender en silencio y con todo respeto. No apruebo que la mujer se dedique a enseñar ni que imponga su autoridad sobre el marido; debe, más bien, mantenerse en silencio. Porque el primero en ser formado fue Adán; a continuación lo fue Eva. Y no fue Adán el que cedió al engaño; fue la mujer la que, dejándose engañar, cayó en pecado. A pesar de todo, podrá alcanzar la salvación por su condición de madre, siempre que se porte con recato llevando una vida de fe y de amor en busca de la santidad.
1 TIMOTEO 2:5-15 Reina Valera 2020 (RV2020)
Pues hay un solo Dios, y así mismo un solo mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús, que se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. Y de esto (digo la verdad en Cristo, no miento) yo fui constituido predicador y apóstol, maestro de los gentiles en la fe y en la verdad. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, y levanten manos limpias, sin ira ni contienda. También quiero que las mujeres se vistan decentemente, y se arreglen con recato y modestia: no con peinados ostentosos, ni con oro ni perlas ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que practican la piedad. Que la mujer aprenda en silencio con plena sumisión. Porque no permito a la mujer enseñar, ni tener autoridad sobre el hombre, sino que debe permanecer callada; pues Adán fue formado primero, después Eva. Además, Adán no fue engañado, sino que la mujer fue engañada e incurrió en transgresión. Pero se salvará al engendrar hijos, si permanece con modestia en la fe, el amor y la santidad.
1 TIMOTEO 2:5-15 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Porque no hay más que un Dios, y no hay más que un hombre que pueda llevar a todos los hombres a la unión con Dios: Cristo Jesús. Porque él se entregó a la muerte para pagar el precio de la salvación de todos, conforme al testimonio que se dio a su debido tiempo. Por esto he sido nombrado mensajero y apóstol, y se me ha encargado que enseñe la fe y la verdad a los no judíos. Lo que digo es cierto, no miento. Así pues, quiero que los hombres oren en todas partes, y que eleven sus manos a Dios con pureza de corazón y sin enojos ni discusiones. Y quiero que las mujeres se vistan decentemente, con modestia y sencillez; que se adornen, pero no con peinados exagerados ni con oro, perlas o vestidos lujosos, sino con buenas obras, como deben hacerlo las mujeres que se han consagrado a Dios. La mujer debe escuchar la instrucción en silencio, con toda sumisión; y no permito que la mujer enseñe en público ni que domine al hombre. Quiero que permanezca callada, porque Dios hizo primero a Adán y después a Eva. Y Adán no fue el engañado, sino la mujer; y al ser engañada, cayó en pecado. Pero la mujer se salvará si cumple sus deberes de madre, y si con buen juicio se mantiene en la fe, el amor y la santidad.
1 TIMOTEO 2:5-15 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien dio su vida como rescate por todos. Este testimonio Dios lo ha dado a su debido tiempo, y para proclamarlo me nombró heraldo y apóstol. Digo la verdad y no miento: Dios me hizo maestro de los gentiles para enseñarles la verdadera fe. Quiero, pues, que en todas partes los hombres oren, levantando las manos al cielo con pureza de corazón, sin enojos ni contiendas. En cuanto a las mujeres, quiero que ellas se vistan decorosamente, con modestia y recato, sin peinados ostentosos, ni oro, ni perlas ni vestidos costosos. Que se adornen más bien con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan servir a Dios. La mujer debe aprender con serenidad, con toda sumisión. No permito que la mujer enseñe al hombre y ejerza autoridad sobre él; debe mantenerse ecuánime. Porque primero fue formado Adán, y Eva después. Además, no fue Adán el engañado, sino la mujer; y ella, una vez engañada, incurrió en pecado. Pero la mujer se salvará siendo madre y permaneciendo con sensatez en la fe, el amor y la santidad.