1 SAMUEL 30:9-16
1 SAMUEL 30:9-16 Reina Valera 2020 (RV2020)
Partió, pues, David, junto a los seiscientos hombres que lo acompañaron, y llegaron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron algunos. David siguió adelante con cuatrocientos hombres; pues se quedaron atrás doscientos que, cansados, no pudieron pasar el torrente de Besor. Hallaron en el campo a un egipcio, el cual trajeron ante David, le dieron pan y comió, y le dieron a beber agua. También le dieron un pedazo de masa de higos secos y dos racimos de pasas. Luego que comió, se sintió reanimado, pues no había comido pan ni bebido agua durante tres días y tres noches. Entonces David le preguntó: —¿A quién perteneces, y de dónde eres? El joven egipcio respondió: —Soy esclavo de un amalecita, y mi amo me abandonó hace tres días porque estaba enfermo. Hicimos una incursión a la parte del Neguev que pertenece a los cereteos, al de Judá, y al Neguev de Caleb. También incendiamos Siclag. —¿Me llevarás tú adonde está esa tropa? —le preguntó David. —Júrame por Dios que no me matarás, ni me entregarás en manos de mi amo, y te llevaré adonde está esa gente —dijo él. Lo llevó, pues; y los encontraron desparramados sobre toda aquella tierra; comían, bebían y hacían fiesta, por todo aquel gran botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.
1 SAMUEL 30:9-16 La Palabra (versión española) (BLP)
David partió, acompañado de seiscientos hombres, y llegaron al arroyo de Besor donde algunos se quedaron. Entonces David continuó la persecución con cuatrocientos hombres. Los otros doscientos se quedaron allí, pues estaban demasiado fatigados para cruzar el arroyo de Besor. Encontraron a un egipcio por el campo y se lo llevaron a David. Luego le dieron pan para comer y agua para beber. Le dieron también una torta de higos y dos racimos de pasas. Él comió y se sintió reanimado, pues llevaba tres días y tres noches sin comer ni beber nada. Entonces David le preguntó: —¿De quién eres y de dónde vienes? El muchacho egipcio contestó: —Soy esclavo de un amalecita. Mi amo me ha abandonado, porque caí enfermo hace tres días. Habíamos hecho una incursión al sur de los quereteos, de Judá y de Caleb, y hemos incendiado Siclag. David le preguntó: —¿Puedes llevarme hasta esa banda? El muchacho respondió: —Si me juras por Dios que no me matarás ni me entregarás a mi amo, te llevaré hasta esa banda. Él los llevó y los encontraron desperdigados por el campo, comiendo, bebiendo y celebrando el gran botín capturado en territorio filisteo y en Judá.
1 SAMUEL 30:9-16 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Inmediatamente David se puso en camino con los seiscientos hombres que le acompañaban, y llegaron al arroyo de Besor. Allí se quedaron doscientos hombres que estaban muy cansados para cruzar el arroyo, y con los otros cuatrocientos continuó David la persecución. Más tarde encontraron en el llano a un egipcio, y lo llevaron ante David, aunque antes tuvieron que darle de comer y beber: le dieron una rebanada de torta de higos y dos tortas de uvas pasas. Después de comer, el egipcio se sintió reanimado, pues hacía tres días y tres noches que no comía ni bebía. Entonces David le preguntó: –¿Quién es tu amo? ¿De dónde vienes? El egipcio le respondió: –Soy egipcio, criado de un amalecita, pero hace tres días mi amo me abandonó porque caí enfermo, pues fuimos a saquear la parte sur del territorio de los quereteos, y de los de Judá y de Caleb. También prendimos fuego a Siclag. –¿Me quieres conducir hasta esa banda de ladrones? –le preguntó David. El egipcio le contestó: –Si me juras por Dios que no me matarás ni me entregarás a mi amo, te llevaré hasta ellos. Y le llevó adonde se encontraban los ladrones, los cuales, desparramados por el campo, estaban comiendo, bebiendo y haciendo fiesta por todo lo que habían robado en territorio filisteo y en territorio de Judá.
1 SAMUEL 30:9-16 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
David partió con sus seiscientos hombres hasta llegar al arroyo de Besor. Allí se quedaron rezagados doscientos hombres que estaban demasiado cansados para cruzar el arroyo. Así que David continuó la persecución con los cuatrocientos hombres restantes. Los hombres de David se encontraron en el campo con un egipcio, y se lo llevaron a David. Le dieron de comer y de beber, y le ofrecieron una torta de higo y dos tortas de uvas pasas, pues hacía tres días y tres noches que no había comido nada. En cuanto el egipcio comió, recobró las fuerzas. ―¿A quién perteneces? —le preguntó David—. ¿De dónde vienes? ―Soy egipcio —le respondió—, esclavo de un amalecita. Hace tres días caí enfermo, y mi amo me abandonó. Habíamos invadido la región sur de los quereteos, de Judá y de Caleb; también incendiamos Siclag. ―Guíanos adonde están esos bandidos —le dijo David. ―Júrame tú por Dios —suplicó el egipcio— que no me matarás ni me entregarás a mi amo. Con esa condición, te llevo adonde está la banda. El egipcio los guio hasta los amalecitas, los cuales estaban dispersos por todo el campo, comiendo, bebiendo y festejando el gran botín que habían conseguido en el territorio filisteo y en el de Judá.