1 PEDRO 2:11-25
1 PEDRO 2:11-25 Reina Valera 2020 (RV2020)
Amados, yo os ruego que como extranjeros y peregrinos que sois, os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma. Mantened una buena conducta entre los gentiles, para que aunque hablen mal de vosotros como si fuerais malhechores, al ver vuestras buenas obras, glorifiquen a Dios en el día de su visita. Por causa del Señor, someteos a toda institución humana, bien sea al rey, como soberano, o bien sea a los gobernadores, como enviados por él para castigar a los malhechores y para premiar a los que practican el bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que al obrar bien, hagáis callar la ignorancia de las personas insensatas. Actuad como personas libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Respetad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Respetad al rey. Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos, no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar. Lo que merece elogio es que alguien, por causa de la conciencia delante de Dios, sufra penalidades y padezca injustamente. Pues ¿qué mérito tiene soportar ser abofeteado, por haber hecho algo malo? Pero si por hacer lo que es bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es meritorio delante de Dios. Para esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por nosotros, y nos dejó ejemplo para que vosotros sigáis sus pisadas. Él no cometió pecado ni se halló engaño en su boca. Cuando lo maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente. Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, una vez muertos a los pecados, vivamos para la justicia. ¡Por su herida habéis sido sanados! Vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al que es pastor y guardián de vuestras vidas.
1 PEDRO 2:11-25 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Queridos hermanos, os ruego, como a extranjeros de paso por este mundo, que no deis lugar a los deseos humanos que luchan contra el alma. Conducíos bien entre los que no conocen a Dios. Así ellos, aunque ahora hablen contra vosotros como si fuerais malhechores, verán el bien que hacéis y alabarán a Dios el día en que él pida cuentas a todos. Por causa del Señor, someteos a toda autoridad humana: sea al emperador, como la más alta autoridad, sea a los gobernantes que Dios envía para castigar a los malhechores y honrar a los que hacen el bien. Porque Dios quiere que hagáis el bien, para que los ignorantes y los tontos no tengan nada que decir en contra vuestra. Portaos como personas libres, aunque sin usar vuestra libertad como un pretexto para hacer lo malo. Portaos más bien como siervos de Dios. Dad a todos el debido respeto. Amad a los hermanos, reverenciad a Dios, respetad al emperador. Sirvientes, someteos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y comprensivos, sino también a los malos. Porque buena cosa es que uno soporte sufrimientos injustamente, por sentido de responsabilidad delante de Dios. Porque si os castigaran por haber hecho algo malo, ¿qué mérito tendría que lo soportarais con paciencia? Pero si sufrís por haber hecho el bien, y soportáis con paciencia el sufrimiento, eso es bueno delante de Dios. Para esto os ha llamado Dios, ya que Cristo sufrió por vosotros dándoos un ejemplo para que sigáis sus pasos. Cristo no cometió ningún pecado ni engañó jamás a nadie. Cuando le insultaban, no contestaba con insultos; cuando le hacían sufrir, no amenazaba, sino que se encomendaba a Dios, que juzga con rectitud. Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, para que nosotros muramos al pecado y vivamos una vida de rectitud. Cristo fue herido para que vosotros fuerais sanados. Antes andabais como ovejas extraviadas, pero ahora habéis vuelto a Cristo, que os cuida como un pastor y vela por vosotros.
1 PEDRO 2:11-25 La Palabra (versión española) (BLP)
Queridos hermanos, sois gente de paso en tierra extraña. Por eso os exhorto a que luchéis contra los apetitos desordenados que hacen guerra al espíritu. Portaos ejemplarmente entre los paganos, para que vuestras buenas acciones desmientan las calumnias de quienes os consideran malhechores, y puedan también ellos glorificar a Dios el día en que venga a visitarlos. En atención al Señor, prestad acatamiento a toda autoridad humana, ya sea al rey en su calidad de soberano, ya a los gobernantes puestos por Dios para castigar a los malhechores y premiar a quienes observan una conducta ejemplar. Porque la voluntad de Dios es que, haciendo el bien, cerréis la boca de los ignorantes e insensatos. Sois libres, pero utilizad la libertad para servir a Dios y no como patente de libertinaje. Tratad a todos con deferencia, amad a los hermanos, temed a Dios, respetad al rey. Que los empleados acaten con todo respeto las órdenes de sus jefes, no solo de los buenos y amables, sino también de los impertinentes. Es una bella cosa aguantar vejaciones injustas conscientes de que Dios así lo quiere. Si se os golpeara por ser culpables, ¿qué mérito tendría vuestro aguante? Pero que sufráis y aguantéis aun habiendo hecho el bien, es cosa que agrada a Dios. Precisamente a eso habéis sido llamados: a seguir las huellas de Cristo, que padeciendo por vosotros, os dejó un modelo que imitar: Cristo, que ni cometió pecado ni se encontró mentira en sus labios. Cuando lo injuriaban, no respondía con injurias, sino que sufría sin amenazar y se ponía en manos de Dios, que juzga con justicia. Cargando sobre sí nuestros pecados, los llevó hasta el madero para que nosotros muramos al pecado y vivamos con toda rectitud. Habéis sido, pues, sanados a costa de sus heridas. Antes, en efecto, andabais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al que es pastor y guardián de vuestras vidas.
1 PEDRO 2:11-25 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Queridos hermanos, os ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo que os apartéis de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida. Mantened entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque os acusen de hacer el mal, ellos observen vuestras buenas obras y glorifiquen a Dios en el día de la salvación. Someteos, por causa del Señor, a toda autoridad humana, ya sea al rey, como suprema autoridad, o a los gobernadores que él envía para castigar a los que hacen el mal y reconocer a los que hacen el bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que, practicando el bien, hagáis callar la ignorancia de los insensatos. Eso es actuar como personas libres que no os valéis de vuestra libertad para disimular la maldad, sino que vivís como siervos de Dios. Dad a todos el debido respeto: amad a los hermanos, temed a Dios, respetad al rey. Criados, someteos con todo respeto a vuestros amos, no solo a los buenos y comprensivos, sino también a los insoportables. Porque es digno de elogio que, por sentido de responsabilidad delante de Dios, se soporten las penalidades, aun sufriendo injustamente. Pero ¿cómo podéis atribuiros mérito alguno si soportáis que os maltraten por hacer el mal? En cambio, si sufrís por hacer el bien, eso merece elogio delante de Dios. Para esto fuisteis llamados, porque Cristo sufrió por vosotros, dándoos ejemplo para que sigáis sus pasos. «Él no cometió ningún pecado, ni hubo engaño en su boca». Cuando proferían insultos contra él, no replicaba con insultos; cuando padecía, no amenazaba, sino que se entregaba a aquel que juzga con justicia. Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas habéis sido sanados. Antes erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor que cuida de vuestras vidas.