1 REYES 21:1-29
1 REYES 21:1-29 Reina Valera 2020 (RV2020)
Un tiempo después sucedió esto: Nabot, de Jezreel, tenía una viña junto al palacio de Acab, rey de Samaria. Acab dijo a Nabot: —Dame tu viña para un huerto de legumbres, porque está cercana a mi casa, y yo te daré por ella otra viña mejor que esta; o si lo prefieres, te pagaré su valor en dinero. Nabot respondió a Acab: —¡Líbreme el Señor de darte yo la heredad de mis padres! Acab se marchó a su casa triste y enojado, por lo que Nabot, de Jezreel, le había respondido: «No te daré la heredad de mis padres». Se acostó de cara a la pared, y no quiso comer. Su mujer Jezabel se le acercó y le dijo: —¿Por qué estás tan decaído de espíritu y no comes? Él respondió: —Porque hablé con Nabot, de Jezreel, y le dije que me vendiera su viña o que, si lo prefería, le daría otra viña por ella. Y él respondió: «Yo no te daré mi viña». Su mujer Jezabel le dijo: —¿No eres acaso tú el rey de Israel? Levántate, come y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel. Entonces escribió ella cartas en nombre de Acab, las selló con su anillo y las envió a los ancianos y a los principales que vivían en la ciudad junto a Nabot. Las cartas que escribió decían así: «Proclamad un ayuno y sentad a Nabot delante del pueblo. Poned a dos hombres perversos frente a él, que atestigüen contra él y digan: “Tú has maldecido a Dios y al rey”. Luego sacadlo y apedreadlo para que muera». Los de su ciudad, los ancianos y los principales que habitaban en ella, hicieron como Jezabel les mandó, conforme a lo escrito en las cartas que ella les había enviado. Promulgaron un ayuno y pusieron a Nabot delante del pueblo. Llegaron los dos hombres perversos y se sentaron frente a él. Aquellos hombres perversos atestiguaron contra Nabot delante del pueblo: —Nabot ha maldecido a Dios y al rey. Entonces lo llevaron fuera de la ciudad y lo apedrearon, y murió. Después enviaron a decir a Jezabel: —Nabot ha sido apedreado y ha muerto. Cuando Jezabel oyó que Nabot había sido apedreado y muerto, dijo a Acab: —Levántate y toma posesión de la viña de Nabot, de Jezreel, la que no te quiso vender, pues Nabot ya no vive, sino que ha muerto. Al escuchar Acab que Nabot había muerto, se levantó para descender a la viña de Nabot, de Jezreel, y tomar posesión de ella. Entonces llegó la palabra del Señor a Elías, el tisbita: —Levántate, desciende a encontrarte con Acab, rey de Israel, que está en Samaria. Él está en la viña de Nabot, a la cual ha descendido para tomar posesión de ella. Tú le dirás: «Así ha hablado el Señor: ¿No solo has matado, sino que también despojas?». Y volverás a decirle: «Así ha dicho el Señor: En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, tu misma sangre». Acab dijo a Elías: —¿Me has hallado, enemigo mío? —Te he encontrado —respondió él—, porque te has prestado a hacer lo malo delante del Señor. Yo voy a traer el mal sobre ti, barreré tu posteridad y exterminaré hasta el último hombre de la casa de Acab, tanto el siervo como el libre en Israel. Pondré tu casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat y como la casa de Baasa hijo de Ahías, por la rebelión con que provocaste mi ira y por haber hecho pecar a Israel. De Jezabel también ha hablado el Señor: «Los perros comerán a Jezabel en el muro de Jezreel». Al que de la familia de Acab muera en la ciudad, los perros lo comerán, y al que muera en el campo, lo comerán las aves del cielo. (A la verdad, ninguno fue como Acab, quien se prestó a hacer lo malo ante los ojos del Señor porque Jezabel, su mujer, lo incitaba. Se comportó de manera abominable, pues fue tras los ídolos, conforme a todo lo que hicieron los amorreos, a los cuales expulsó el Señor de delante de los hijos de Israel). Sucedió que cuando Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestidos, ciñó su carne con ropas ásperas, ayunó, durmió sobre las ropas ásperas y anduvo humillado. Llegó entonces la palabra del Señor a Elías, el tisbita: —¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí? Pues por haberse humillado delante de mí, no traeré el mal mientras él viva; en tiempos de su hijo traeré el mal sobre su casa.
1 REYES 21:1-29 La Palabra (versión española) (BLP)
Algún tiempo después tuvo lugar este suceso. Nabot, el de Jezrael, tenía una viña en Jezrael junto al palacio de Ajab, el rey de Samaría. Ajab propuso a Nabot: —Cédeme tu viña, la que linda con mi palacio, para hacer una huerta. Yo te daré a cambio una viña mejor o, si lo prefieres, te pagaré su valor en dinero. Nabot le respondió: —¡Dios me libre de cederte la herencia de mis padres! Ajab regresó a palacio malhumorado y furioso por la respuesta de Nabot, el de Jezrael, que no había querido cederle la herencia de sus padres. Se acostó, escondió el rostro y no quiso comer. Su mujer Jezabel se le acercó y le preguntó: —¿Por qué estás deprimido y no quieres comer? Él le respondió: —He hablado con Nabot, el de Jezrael y le he dicho que me vendiera su viña o que me la cambiara por otra, si así lo prefería; pero me ha dicho que no me la da. Su mujer Jezabel le respondió: —¿Y eres tú quien manda en Israel? Anda, come algo y tranquilízate, que yo te daré la viña de Nabot, el de Jezrael. Inmediatamente se puso a escribir unas cartas en nombre de Ajab, las selló con el sello real y las envió a los ancianos y notables de la ciudad, paisanos de Nabot. Las cartas decían: «Proclamad un ayuno y sentad a Nabot presidiendo la asamblea. Haced luego que comparezcan ante él dos desalmados que lo acusen de haber maldecido a Dios y al rey. Entonces lo sacáis fuera y lo apedreáis hasta matarlo». Los paisanos de Nabot, los ancianos y los notables hicieron lo que les había mandado Jezabel, tal y como estaba escrito en las cartas que les había enviado: convocaron un ayuno y sentaron a Nabot ante la presidencia de la asamblea; a continuación llegaron los dos desalmados que comparecieron ante Nabot y lo acusaron en presencia de la asamblea, diciendo: —Nabot ha maldecido a Dios y al rey. Entonces lo sacaron fuera de la ciudad y lo apedrearon hasta que murió. Luego enviaron a decir a Jezabel: —Nabot ha muerto apedreado. Cuando Jezabel supo que Nabot había muerto apedreado, le dijo a Ajab: —Ve a tomar posesión de la viña que Nabot, el de Jezrael, no quería venderte; pues él ya no vive, ha muerto. Cuando Ajab supo que Nabot había muerto, bajó inmediatamente a tomar posesión de la viña de Nabot, el de Jezrael. Entonces el Señor envió este mensaje a Elías, el tesbita: —Baja al encuentro de Ajab, el rey de Israel, que vive en Samaría. Ahora está en la viña de Nabot, adonde ha ido a tomar posesión. Le dirás lo siguiente: «Así te dice el Señor: ¡Has asesinado para robar!». Y añadirás: «Pues el Señor te anuncia que en el mismo sitio donde los perros lamieron la sangre de Nabot, lamerán también la tuya». Ajab dijo a Elías: —¡Me has descubierto, enemigo mío! Elías respondió: —¡Sí, te he descubierto! Puesto que has ofendido al Señor con tus acciones, él descargará sobre ti la desgracia, aniquilará tu descendencia y exterminará en Israel a todo varón de la familia de Ajab, esclavo o libre. Tratará a tu dinastía como a la de Jeroboán, hijo de Nabat, y a la de Basá, hijo de Ajías, por haber provocado su indignación y haber hecho pecar a Israel. También contra Jezabel dice el Señor: Los perros devorarán a Jezabel en los campos de Jezrael. Cualquiera de la familia de Ajab que muera en la ciudad será devorado por los perros, y el que muera en el campo será devorado por las aves del cielo. (Ciertamente no hubo nadie como Ajab que ofendiera tan gravemente al Señor con sus acciones, incitado por su esposa Jezabel. Procedió, además, de manera infame siguiendo a los ídolos, como habían hecho los amorreos que el Señor había expulsado ante los israelitas). Cuando Ajab escuchó esas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió de saco y ayunó; se acostaba con el saco y se mostraba afligido. Entonces, el Señor envió este mensaje a Elías, el tesbita: —¿Has visto cómo se ha humillado Ajab ante mí? Por haberse humillado así, no lo castigaré mientras viva. Castigaré a su familia en vida de su hijo.
1 REYES 21:1-29 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Algún tiempo después sucedió que un hombre de Jezreel, llamado Nabot, tenía una viña en aquel pueblo, junto al palacio de Ahab, el rey de Samaria. Un día dijo Ahab a Nabot: –Dame tu viña para que yo pueda tener en ella una huerta, ya que está al lado de mi palacio. A cambio de ella te daré otra viña mejor; o, si lo prefieres, te pagaré su valor con dinero. Pero Nabot respondió a Ahab: –No permita Dios que yo te dé lo que he heredado de mis padres. Ahab se fue a su casa triste y malhumorado a causa de la respuesta de Nabot, pues le había dicho que no le daría lo que había heredado de sus padres. Llegó y se acostó de cara a la pared, y no quiso comer. Entonces Jezabel, su mujer, se acercó a él y le preguntó: –¿Por qué estás tan triste y no quieres comer? Ahab contestó: –Hablé con Nabot, el de Jezreel, y le pedí que me vendiera su viña; o que, si él lo prefería, yo le daría otra viña a cambio. Pero él no me la quiere ceder. Entonces Jezabel, su esposa, le respondió: –¡Pero tú eres quien manda en Israel! Anda, come y tranquilízate. ¡Yo voy a conseguirte la viña de Nabot! En seguida escribió ella cartas en nombre de Ahab, y les puso el sello real; luego las envió a los ancianos y jefes que vivían en el mismo pueblo de Nabot. En las cartas les decía: “Anunciad ayuno y sentad a Nabot delante del pueblo. Luego sentad a dos testigos falsos delante de él, y haced que declaren en contra suya afirmando que ha maldecido a Dios y al rey. Después sacadlo y matadlo a pedradas.” Los hombres del pueblo de Nabot, junto con los ancianos y los jefes, hicieron lo que Jezabel les ordenaba en las cartas que les había enviado: anunciaron ayuno y sentaron a Nabot delante del pueblo. Luego llegaron dos testigos falsos y declararon contra Nabot delante de todo el pueblo, afirmando que Nabot había maldecido a Dios y al rey. Entonces lo sacaron de la ciudad y lo mataron a pedradas. Luego mandaron a decir a Jezabel que Nabot había sido apedreado y muerto. En cuanto Jezabel lo supo, dijo a Ahab: –Ve y toma posesión de la viña de Nabot, el de Jezreel, que no te la quería vender. Nabot ya no vive; ahora está muerto. Al saber Ahab que Nabot había muerto, fue y se apoderó de su viña. Entonces el Señor se dirigió a Elías, el de Tisbé, y le dijo: “Ve en seguida a ver a Ahab, rey de Israel, que vive en Samaria. En este momento se encuentra en la viña de Nabot, de la cual ha ido a tomar posesión. Le dirás: ‘Así dice el Señor: Puesto que mataste a Nabot y le quitaste lo que era suyo, en el mismo lugar donde los perros lamieron su sangre, lamerán también la tuya.’ ” Ahab respondió a Elías: –¿Así que tú, mi enemigo, me encontraste? –Sí, te encontré –contestó Elías–. Porque no cometes más que malas acciones ante los ojos del Señor. Por tanto, el Señor ha dicho: ‘Voy a traer sobre ti la desgracia, y voy a acabar con toda tu descendencia; destruiré a todos los varones descendientes tuyos que haya en Israel. Además haré con tu familia lo mismo que hice con la de Jeroboam, hijo de Nabat, y con la de Baasá, hijo de Ahías, por haber provocado mi ira al hacer pecar a Israel.’ En cuanto a Jezabel, el Señor ha dicho: ‘Los perros se comerán a Jezabel en los campos de Jezreel.’ Y al familiar tuyo que muera en la ciudad, se lo comerán los perros; y al que muera en el campo, se lo comerán las aves de rapiña. (No hubo nadie como Ahab que, incitado por su esposa Jezabel, solo cometió malas acciones ante los ojos del Señor. Cometió una infamia al rendir culto a los ídolos, como hacían todos los amorreos, a quienes el Señor había arrojado de la presencia de los israelitas.) Cuando Ahab escuchó todo esto, se rasgó la ropa, se puso ropas ásperas y ayunó. Dormía con aquellas ropas, y andaba muy triste. Entonces el Señor dijo a Elías: “¿Has visto cómo Ahab se ha humillado ante mí? Pues por haberse humillado ante mí, no traeré el mal sobre su familia mientras él viva, sino en vida de su hijo.”
1 REYES 21:1-29 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Un tiempo después sucedió lo siguiente: Nabot el jezrelita tenía un viñedo en Jezrel, el cual colindaba con el palacio de Acab, rey de Samaria. Este le dijo a Nabot: ―Dame tu viñedo para hacerme una huerta de hortalizas, ya que está tan cerca de mi palacio. A cambio de él te daré un viñedo mejor o, si lo prefieres, te pagaré lo que valga. Pero Nabot le respondió: ―¡El SEÑOR me libre de venderte lo que heredé de mis antepasados! Acab se fue a su casa deprimido y malhumorado porque Nabot el jezrelita le había dicho: «No puedo cederte lo que heredé de mis antepasados». De modo que se acostó de cara a la pared, y no quiso comer. Su esposa Jezabel entró y le preguntó: ―¿Por qué estás tan deprimido que ni comer quieres? ―Porque le dije a Nabot el jezrelita que me vendiera su viñedo o que, si lo prefería, se lo cambiaría por otro; pero él se negó. Ante esto, Jezabel su esposa le dijo: ―¿Y no eres tú quien manda en Israel? ¡Anda, levántate y come, que te hará bien! Yo te conseguiré el viñedo del tal Nabot. De inmediato escribió cartas en nombre de Acab, puso en ellas el sello del rey, y las envió a los ancianos y nobles que vivían en la ciudad de Nabot. En las cartas decía: «Decretad un día de ayuno, y dad a Nabot un lugar prominente en la asamblea del pueblo. Poned frente a él a dos sinvergüenzas y hacedles testificar que él ha maldecido tanto a Dios como al rey. Luego sacadlo y matadlo a pedradas». Los ancianos y nobles que vivían en esa ciudad acataron lo que Jezabel había ordenado en sus cartas. Decretaron un día de ayuno y le dieron a Nabot un lugar prominente en la asamblea. Llegaron los dos sinvergüenzas, se sentaron frente a él y lo acusaron ante el pueblo, diciendo: «¡Nabot ha maldecido a Dios y al rey!» Como resultado, la gente lo llevó fuera de la ciudad y lo mató a pedradas. Entonces le informaron a Jezabel: «Nabot ha sido apedreado y está muerto». Tan pronto como Jezabel se enteró de que Nabot había muerto a pedradas, le dijo a Acab: «¡Vamos! Toma posesión del viñedo que Nabot el jezrelita se negó a venderte. Ya no vive; está muerto». Cuando Acab se enteró de que Nabot había muerto, fue a tomar posesión del viñedo. Entonces la palabra del SEÑOR vino a Elías el tisbita y le dio este mensaje: «Ve a encontrarte con Acab, rey de Israel, que gobierna en Samaria. En este momento se encuentra en el viñedo de Nabot, tomando posesión del mismo. Dile que así dice el SEÑOR: “¿No has asesinado a un hombre, y encima te has adueñado de su propiedad?” Luego dile que así también dice el SEÑOR: “¡En el mismo lugar donde los perros lamieron la sangre de Nabot, lamerán también tu propia sangre!”» Acab le respondió a Elías: ―¡Mi enemigo! ¿Así que me has encontrado? ―Sí —contestó Elías—, te he encontrado porque te has vendido para hacer lo que ofende al SEÑOR, quien ahora te dice: “Voy a enviarte una desgracia. Acabaré contigo, y de tus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón, esclavo o libre. Haré con tu familia lo mismo que hice con la de Jeroboán hijo de Nabat y con la de Basá hijo de Ahías, porque has provocado mi ira y has hecho que Israel peque”. Y en cuanto a Jezabel, el SEÑOR dice: “Los perros se la comerán junto al muro de Jezrel”. También a los familiares de Acab que mueran en la ciudad se los comerán los perros, y a los que mueran en el campo se los comerán las aves del cielo. Nunca hubo nadie como Acab que, animado por Jezabel su esposa, se prestara para hacer lo que ofende al SEÑOR. Su conducta fue repugnante, pues siguió a los ídolos, como habían hecho los amorreos, a quienes el SEÑOR expulsó de la presencia de Israel. Cuando Acab escuchó estas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y ayunó. Dormía vestido así y andaba deprimido. Entonces la palabra del SEÑOR vino a Elías el tisbita y le dio este mensaje: «¿Has notado cómo Acab se ha humillado ante mí? Por cuanto se ha humillado, no enviaré esta desgracia mientras él viva, sino que la enviaré a su familia durante el reinado de su hijo».