1 REYES 19:7-13
1 REYES 19:7-13 Reina Valera 2020 (RV2020)
Regresó el ángel del Señor por segunda vez, le tocó y le dijo: —Levántate y come, porque largo camino te queda. Se levantó, pues, comió y bebió. Fortalecido con aquella comida, anduvo cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. Allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Llegó a él palabra del Señor, el cual le dijo: —¿Qué haces aquí, Elías? Él respondió: —He sentido un vivo celo por el Señor, Dios de los ejércitos, porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Solo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida. El Señor le dijo: —Sal fuera y ponte en el monte delante del Señor. En ese momento pasaba el Señor, y un viento grande y poderoso rompía los montes y quebraba las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Tras el viento, hubo un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Tras el terremoto, hubo un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Y tras el fuego, se escuchó un silbo apacible y delicado. Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto, salió y se puso a la puerta de la cueva. Entonces le llegó una voz que le decía: —¿Qué haces aquí, Elías?
1 REYES 19:7-13 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Pero el ángel del Señor vino por segunda vez, le tocó y le dijo: “Levántate y come, porque de otro modo el viaje sería demasiado largo para ti.” Elías se levantó, y comió y bebió. Aquella comida le dio fuerzas para caminar cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. Al llegar entró en una cueva, y allí pasó la noche. Pero el Señor se dirigió a él, y le dijo: “¿Qué haces aquí, Elías?” Él respondió: “He sentido mucho celo por ti, Señor, Dios todopoderoso, porque los israelitas han abandonado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a tus profetas a filo de espada. Solo yo he quedado, y andan buscándome para quitarme la vida.” El Señor le dijo: “Sal fuera y quédate de pie ante mí, sobre la montaña.” En aquel momento pasó el Señor, y un viento fuerte y poderoso desgajó la montaña y partió las rocas ante el Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto; pero el Señor tampoco estaba en el terremoto. Y tras el terremoto hubo un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Pero después del fuego se oyó un sonido suave y delicado. Al escucharlo, Elías se cubrió la cara con su capa, y salió y se quedó a la entrada de la cueva. En esto llegó a él una voz que le decía: “¿Qué haces ahí, Elías?”
1 REYES 19:7-13 La Palabra (versión española) (BLP)
Pero el ángel del Señor lo tocó de nuevo y le dijo: —Levántate y come, porque el camino se te hará muy largo. Elías se levantó, comió y bebió; y con la fuerza de aquella comida caminó durante cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios. Una vez allí, se metió en una cueva para pasar la noche. El Señor le dirigió la palabra, preguntándole: —¿Qué haces aquí, Elías? Él contestó: —Ardo en celo por el Señor, Dios del universo, porque los israelitas han roto tu alianza, han derribado tus altares y han asesinado a filo de espada a tus profetas. Solo he quedado yo y me andan buscando para matarme. El Señor le dijo: —Sal y quédate de pie sobre el monte ante el Señor, que el Señor va a pasar. Vino un viento huracanado y violento que sacudía los montes y quebraba las peñas delante del Señor, pero el Señor no estaba en el viento. Tras el viento hubo un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto. Tras el terremoto hubo un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Tras el fuego se oyó un ligero susurro, y al escucharlo, Elías se tapó el rostro con su manto, salió de la cueva y se quedó de pie a la entrada. Entonces oyó una voz que le preguntaba: —¿Qué haces aquí, Elías?
1 REYES 19:7-13 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
El ángel del SEÑOR regresó y, tocándolo, le dijo: «Levántate y come, porque te espera un largo viaje». Elías se levantó, y comió y bebió. Una vez fortalecido por aquella comida, viajó cuarenta días y cuarenta noches hasta que llegó a Horeb, el monte de Dios. Allí pasó la noche en una cueva. SEÑOR Más tarde, la palabra del SEÑOR vino a él. ―¿Qué haces aquí, Elías? —le preguntó. ―Me consume mi amor por ti, SEÑOR Dios Todopoderoso —respondió él—. Los israelitas han rechazado tu pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también! El SEÑOR le ordenó: ―Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque estoy a punto de pasar por allí. Como heraldo del SEÑOR vino un viento recio, tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el SEÑOR no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el SEÑOR tampoco estaba en el terremoto. Tras el terremoto vino un fuego, pero el SEÑOR tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo. Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la entrada de la cueva. Entonces oyó una voz que le dijo: ―¿Qué haces aquí, Elías?