1 JUAN 3:7-10
1 JUAN 3:7-10 Reina Valera 2020 (RV2020)
Hijitos, nadie os engañe; el que practica la justicia es justo, tal como él es justo. El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto vino el Hijo de Dios para destruir las obras del diablo. Todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. En esto se distinguen los hijos de Dios de los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia y que no ama a su hermano, no es de Dios.
1 JUAN 3:7-10 La Palabra (versión española) (BLP)
Hijos míos, que nadie os engañe; el que practica el bien es justo, como Jesús es justo. Pero el que sigue pecando pertenece al diablo, porque el diablo es pecador desde el principio del mundo. El Hijo de Dios vino para aniquilar la obra del diablo, y ninguno que sea hijo de Dios puede seguir pecando, porque Dios es su Padre, y la vida misma de Dios alienta en él. En esto se distinguen los hijos de Dios de los hijos del diablo: quien no practica el bien ni ama al hermano, no es hijo de Dios.
1 JUAN 3:7-10 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Hijitos míos, que nadie os engañe: el que practica la justicia es justo, como él es justo; pero el que comete pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Precisamente para esto ha venido el Hijo de Dios: para deshacer lo hecho por el diablo. Ninguno que sea hijo de Dios comete pecado, porque tiene la vida que Dios le ha dado; y no puede seguir pecando porque es hijo de Dios. Se sabe quiénes son los hijos de Dios y quiénes son los hijos del diablo, porque quien no hace el bien o no ama a su hermano, no es de Dios.
1 JUAN 3:7-10 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Queridos hijos, que nadie os engañe. El que practica la justicia es justo, así como él es justo. El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo. Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios. Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no ama a su hermano.