1 CRÓNICAS 19:1-19
1 CRÓNICAS 19:1-19 Reina Valera 2020 (RV2020)
Después de estas cosas, aconteció que murió Nahas, rey de los hijos de Amón, y reinó en su lugar su hijo. Y dijo David: —Tendré misericordia con Hanún hijo de Nahas, porque también su padre tuvo conmigo misericordia. Así que David envió embajadores para que lo consolaran de la muerte de su padre. Pero cuando llegaron los siervos de David a la tierra de los hijos de Amón, donde estaba Hanún, para consolarlo, los príncipes de los hijos de Amón dijeron a Hanún: —¿Crees acaso que David ha enviado a consolarte porque quiere honrar a tu padre? ¿No vienen más bien sus siervos a ti para espiar, examinar y reconocer la tierra? Entonces Hanún tomó a los siervos de David y los rapó, les cortó los vestidos por la mitad, hasta las nalgas, y los despachó. Se fueron luego, y cuando llegó a David la noticia sobre aquellos hombres, envió a recibirlos, porque estaban muy avergonzados. El rey mandó que les dijeran: —Quedaos en Jericó hasta que os crezca la barba, y entonces volveréis. Al ver los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, Hanún y los hijos de Amón enviaron treinta y tres mil kilos de plata para tomar a sueldo carros y gente de a caballo de Mesopotamia, de Siria, de Maaca y de Soba. Y tomaron a sueldo treinta y dos mil carros, y al rey de Maaca y a su ejército, que vinieron y acamparon delante de Medeba. Y se reunieron también los hijos de Amón en sus ciudades y acudieron a la guerra. Cuando David lo supo, envió a Joab con todo el ejército de los hombres valientes. Los amonitas salieron y ordenaron la batalla a la entrada de la ciudad; los reyes que habían venido estaban aparte en el campo. Y como viera Joab que el ataque contra él había sido dispuesto por el frente y por la retaguardia, escogió de los más aventajados que había en Israel, y con ellos ordenó su ejército contra los sirios. Puso luego el resto de la gente al mando de Abisai, su hermano, y los organizó en orden de batalla contra los amonitas. Y dijo: —Si los sirios son más fuertes que yo, tú me ayudarás; y si los amonitas son más fuertes que tú, yo te ayudaré. Esfuérzate, y esforcémonos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios; y haga el Señor lo que bien le parezca. Entonces avanzó Joab con el pueblo que traía consigo, para pelear contra los sirios, pero ellos huyeron delante de él. Cuando los amonitas vieron que los sirios habían huido, huyeron también ellos delante de Abisai, hermano de Joab, y entraron en la ciudad. Entonces Joab volvió a Jerusalén. Al ver los sirios que habían caído delante de Israel, enviaron embajadores, y trajeron a los sirios que estaban al otro lado del Éufrates, cuyo capitán era Sofac, general del ejército de Hadad-ezer. Luego que fue dado aviso a David, reunió a todo Israel, cruzó el Jordán, llegó adonde estaban y ordenó batalla contra ellos. David ordenó su tropa contra los sirios, y estos pelearon contra él. Pero el pueblo sirio huyó delante de Israel; y mató David de los sirios a siete mil hombres de los carros y cuarenta mil hombres de a pie; asimismo mató a Sofac, general del ejército. Cuando los siervos de Hadad-ezer vieron que habían caído delante de Israel, concertaron paz con David y quedaron sometidos a él. A partir de entonces, el pueblo sirio nunca más quiso ayudar a los amonitas.
1 CRÓNICAS 19:1-19 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Pasado algún tiempo, murió Nahas, el rey de los amonitas, y en su lugar reinó su hijo. Entonces, David pensó que debía tratar a Hanún, el hijo de Nahas, con bondad, porque su padre le había tratado a él con bondad, y envió algunos embajadores para que dieran a Hanún el pésame por la muerte de su padre. Pero cuando los oficiales de David llegaron al país amonita, los jefes amonitas dijeron a Hanún: “¿Y cree Su Majestad que David ha enviado esos hombres a dar el pésame, tan solo para honrar al padre de Su Majestad? ¡Seguramente han venido para inspeccionar, examinar y espiar el país!” Entonces Hanún ordenó que apresaran a los oficiales de David, que los afeitaran y que les rasgaran la ropa de arriba abajo, hasta las nalgas. Después los despidió. Cuando fueron a decir a David lo que les había pasado a aquellos hombres, mandó que fueran a recibirlos porque estarían sumamente avergonzados, y que les ordenaran quedarse en Jericó hasta que les creciera la barba. Que entonces regresaran. Los amonitas comprendieron que se habían hecho odiosos a David, por lo que Hanún y los amonitas enviaron treinta y tres toneladas de plata para tomar a sueldo carros de combate y tropas de caballería en Mesopotamia, Siria, Maacá y Sobá, y tomaron a sueldo treinta y dos mil carros de combate, así como al rey de Maacá con su ejército. Estos llegaron e instalaron su campamento frente a Medebá. Además los amonitas salieron de sus ciudades y se reunieron para entrar en combate. Pero David lo supo, y mandó a Joab con todos los soldados del ejército. Los amonitas avanzaron y se prepararon para la batalla a la entrada misma de la ciudad. Los reyes que habían venido se quedaron en el campo. Cuando Joab vio que iba a ser atacado por el frente y por la retaguardia, escogió los mejores soldados israelitas y se preparó para atacar a los sirios. Luego, para hacer frente a los amonitas, puso el resto de la tropa bajo el mando de su hermano Abisai, y le dijo: “Si los sirios pueden más que yo, tú vendrás a ayudarme, y si los amonitas pueden más que tú, yo te ayudaré. Ten ánimo, y luchemos con valor por nuestra nación y por las ciudades de nuestro Dios. ¡Y que el Señor haga lo que le parezca mejor!” Joab avanzó con sus tropas para atacar a lo sirios, pero estos huyeron delante de él; y cuando los amonitas vieron que los sirios huían, ellos también huyeron de Abisai, hermano de Joab, y se metieron en la ciudad. Entonces Joab regresó a Jerusalén. Cuando los sirios se dieron cuenta de que Israel los había vencido, enviaron mensajeros para hacer venir a los sirios que estaban al otro lado del río Éufrates. Al frente de ellos estaba Sofac, jefe del ejército de Hadad-ézer. Pero le contaron esto a David, quien, movilizando en seguida a todo Israel, atravesó el río Jordán, avanzó y tomó posiciones contra ellos. David formó sus tropas para enfrentarse con los sirios, y estos lucharon con él, aunque finalmente huyeron de los israelitas, porque las bajas que les causó David fueron de cuarenta mil soldados de infantería y siete mil de los carros de combate. Además, David mató a Sofac, el jefe del ejército sirio. Al ver los aliados de Hadad-ézer que los israelitas los habían derrotado, hicieron la paz con David y quedaron sometidos a él. A partir de entonces, los sirios no quisieron volver a ayudar a los amonitas.
1 CRÓNICAS 19:1-19 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Pasado algún tiempo, murió Najás, rey de los amonitas, y su hijo le sucedió en el trono. Entonces David pensó: «Debo ser leal con Janún hijo de Najás, pues su padre lo fue conmigo». Así que envió unos mensajeros para darle el pésame por la muerte de su padre. Cuando los mensajeros de David llegaron al país de los amonitas para darle el pésame a Janún, los jefes de ese pueblo le aconsejaron: «¿Y acaso crees que David ha enviado estos mensajeros solo para darte el pésame, y porque quiere honrar a tu padre? ¿No será más bien que han venido a espiar y explorar el país para luego destruirlo?» Entonces Janún mandó que apresaran a los mensajeros de David y que les afeitaran la barba y les rasgaran la ropa por la mitad, a la altura de las nalgas. Y así los despidió. Los hombres de David se sentían muy avergonzados. Cuando David se enteró de lo que les había pasado, mandó que los recibieran y les dieran este mensaje de su parte: «Quedaos en Jericó, y no regreséis hasta que os crezca la barba». Al darse cuenta Janún y los amonitas de que habían ofendido a David, enviaron treinta y tres mil kilos de plata para contratar carros y jinetes en Aram Najarayin, en Aram de Macá y en Sobá. Contrataron treinta y dos mil carros y al rey de Macá con su ejército, que acampó frente a Medeba. Por su parte, los amonitas salieron de sus ciudades y se dispusieron para el combate. Cuando David lo supo, despachó a Joab con todos los soldados del ejército. Los amonitas avanzaron hasta la entrada de su ciudad, pero los reyes que habían venido a reforzarlos se quedaron aparte, en campo abierto. Joab se vio amenazado por el frente y por la retaguardia, así que escogió a las mejores tropas israelitas para pelear contra los sirios, y el resto de las tropas las puso al mando de su hermano Abisay, para que enfrentaran a los amonitas. A Abisay le ordenó: «Si los sirios pueden más que yo, tú vendrás a rescatarme; y, si los amonitas pueden más que tú, yo te rescataré. ¡Ánimo! Luchemos con valor por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios. ¡Y que el SEÑOR haga lo que bien le parezca!» En seguida Joab y sus tropas avanzaron contra los sirios, y estos huyeron de él. Al ver que los sirios se daban a la fuga, también los amonitas huyeron de Abisay y se refugiaron en la ciudad. Entonces Joab regresó a Jerusalén. Los sirios, al verse derrotados por Israel, enviaron mensajeros para pedir ayuda a los sirios que vivían al otro lado del río Éufrates. Sofac, jefe del ejército de Hadad Ezer, se puso al frente de ellos. Cuando David se enteró de esto, reunió a todo Israel, cruzó el Jordán y tomó posición de batalla contra los sirios. Estos lo atacaron, pero tuvieron que huir ante los israelitas. David mató a siete mil soldados sirios de caballería y cuarenta mil de infantería; también mató a Sofac, jefe del ejército. Al ver que los sirios habían sido derrotados por los israelitas, todos los vasallos de Hadad Ezer hicieron la paz con David y se sometieron a él. A partir de entonces, los sirios se negaron a ir en auxilio de los amonitas.
1 CRÓNICAS 19:1-19 La Palabra (versión española) (BLP)
Después de esto murió Najás, el rey de los amonitas, y le sucedió en el trono su hijo Janún. David dijo: —Quiero mostrar a Janún, el hijo de Najás, la misma lealtad que su padre tuvo conmigo. Y envió embajadores para darle el pésame por su padre. Pero cuando los servidores de David llegaron al país amonita a dar el pésame a Janún, los dignatarios amonitas dijeron a Janún: —¿Crees que David ha enviado emisarios solo para darte el pésame y mostrarte su estima por tu padre? ¿No habrán venido sus servidores a explorar, espiar y destruir el país? Entonces Janún apresó a los servidores de David, los afeitó, les cortó los vestidos por la mitad hasta las nalgas y luego los expulsó. Cuando fueron a contar a David lo de estos hombres, él envió mensajeros a su encuentro, pues se sentían muy avergonzados, para decirles: —Quedaos en Jericó hasta que os crezca la barba y entonces regresáis. Los amonitas comprendieron que habían provocado a David, por lo que Janún y los amonitas enviaron mil talentos de plata para contratar carros y jinetes de Aram Najaráin, de Aram Maacá y de Sobá. Y tomaron a sueldo treinta y dos mil carros y al rey de Maacá con su ejército, que acamparon delante de Madabá. Los amonitas por su parte se reunieron en sus ciudades, dispuestos para la batalla. Cuando David se enteró, envió a Joab con todo el ejército de guerreros. Los amonitas salieron y formaron en orden de batalla a la entrada de la ciudad, mientras los reyes aliados se quedaban aparte, en el campo. Cuando Joab se vio envuelto en un doble frente, por delante y por detrás, escogió un grupo selecto de soldados israelitas y tomó posiciones frente a los arameos. Puso el resto del ejército bajo el mando de su hermano Abisay para que tomara posiciones frente a los amonitas y le dijo: —Si los arameos me superan, vienes en mi ayuda; y si los amonitas te superan, yo iré a ayudarte. ¡Ánimo y a luchar por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios! Y el Señor hará lo que le plazca. Joab y su gente se lanzaron al ataque contra los arameos, pero estos salieron huyendo ante él. Cuando los amonitas vieron que los arameos huían, también ellos salieron huyendo ante su hermano Abisay y se metieron en la ciudad. Entonces Joab regresó a Jerusalén. Al verse derrotados por Israel, los arameos enviaron emisarios para hacer venir a los arameos del otro lado del Éufrates, al mando de Sofac, jefe del ejército de Adadézer. Informado de ello, David movilizó a todo Israel, cruzó el Jordán, llegó donde estaban y tomó posiciones frente a ellos. David formó sus tropas contra los arameos y estos le presentaron batalla. Pero finalmente se dieron a la fuga ante Israel y David dio muerte a siete mil jinetes y cuarenta mil infantes. También mató a Sofac, jefe del ejército. Al verse derrotados por Israel, los vasallos de Adadézer sellaron la paz con David y le quedaron sometidos. Y a partir de entonces los arameos se negaron a seguir ayudando a los amonitas.