1 CRÓNICAS 16:1-22
1 CRÓNICAS 16:1-22 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
El arca de Dios fue llevada y puesta dentro de una tienda de campaña que David había levantado con tal propósito. En seguida se ofrecieron holocaustos y sacrificios de reconciliación delante de Dios; y cuando terminó David de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor, y a todos los israelitas, hombres y mujeres, les dio un pan, una torta de dátiles y otra de pasas. David nombró entre los levitas a los que habían de servir delante del arca del Señor, para que se encargasen de celebrar, dar gracias y alabar al Señor, Dios de Israel. El jefe era Asaf, y después de él estaba Zacarías; luego venían Jeiel, Semiramot, Jehiel, Matatías, Eliab, Benaías, Obed-edom y Jeiel, quienes tenían sus instrumentos musicales, sus salterios y sus arpas. Asaf tocaba los platillos, y los sacerdotes Benaías y Jahaziel tocaban siempre las trompetas delante del arca del pacto de Dios. Fue aquel mismo día cuando David ordenó por primera vez que Asaf y sus colegas elevaran al Señor la siguiente acción de gracias: “¡Dad gracias al Señor! ¡Proclamad su nombre! Contad a los pueblos sus acciones. Cantad himnos en su honor. ¡Hablad de sus grandes hechos! “Sentíos orgullosos de su santo nombre. ¡Siéntase alegre el corazón de los que buscan al Señor! Recurrid al Señor y a su poder; recurrid al Señor en todo tiempo. Recordad sus obras grandes y maravillosas, y los decretos que ha pronunciado: vosotros, descendientes de su siervo Israel, vosotros, hijos de Jacob, sus escogidos. “Él es el Señor, nuestro Dios; ¡él gobierna toda la tierra! Ni aunque pasen mil generaciones se olvidará de las promesas de su pacto, del pacto que hizo con Abraham, del juramento que hizo a Isaac y que confirmó como ley para Jacob, como pacto eterno para Israel, cuando dijo: ‘Voy a darte la tierra de Canaán como la herencia que te toca.’ “Aunque ellos eran pocos, unos cuantos extranjeros en la tierra que iban de nación en nación y de reino en reino, Dios no permitió que nadie los maltratara, y aun advirtió a los reyes: ‘No toquéis a mis escogidos ni maltratéis a mis profetas.’
1 CRÓNICAS 16:1-22 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
El arca de Dios fue llevada a la tienda de campaña que David le había preparado. Allí la instalaron, y luego presentaron holocaustos y sacrificios de comunión en presencia de Dios. Después de ofrecer los holocaustos y los sacrificios de comunión, David bendijo al pueblo en el nombre del SEÑOR y dio a cada israelita, tanto a hombres como a mujeres, una porción de pan, una torta de dátiles y una torta de pasas. David puso a algunos levitas a cargo del arca del SEÑOR para que ministraran, dieran gracias y alabaran al SEÑOR, Dios de Israel. Los nombrados fueron: Asaf, el primero; Zacarías, el segundo; luego Jejiyel, Semiramot, Jehiel, Matatías, Eliab, Benaías, Obed Edom y Jeyel, los cuales tenían arpas y liras. Asaf tocaba los címbalos. Los sacerdotes Benaías y Jahaziel tocaban continuamente las trompetas delante del arca del pacto del SEÑOR. Ese mismo día, David ordenó, por primera vez, que Asaf y sus compañeros fueran los encargados de esta alabanza al SEÑOR: «¡Alabad al SEÑOR, proclamad su nombre, testificad de sus proezas entre los pueblos! ¡Cantadle, cantadle salmos! ¡Hablad de sus maravillosas obras! ¡Gloriaos en su nombre santo! ¡Alegraos de veras los que buscáis al SEÑOR! ¡Refugiaos en el SEÑOR y en su fuerza, buscad siempre su presencia! ¡Recordad las maravillas que ha realizado, los prodigios y los juicios que ha emitido! »Descendientes de Israel, su siervo, hijos de Jacob, sus elegidos: el SEÑOR es nuestro Dios, sus juicios rigen en toda la tierra. Él se acuerda siempre de su pacto, de la palabra que dio a mil generaciones; del pacto que hizo con Abraham, y del juramento que le hizo a Isaac, que confirmó como estatuto para Jacob, como pacto eterno para Israel: “A ti te daré la tierra de Canaán como la herencia que te corresponde”. Cuando apenas eran un puñado de vivientes, unos cuantos extranjeros en la tierra, cuando iban de nación en nación y pasaban de reino en reino, Dios no permitió que los oprimieran; por amor a ellos advirtió a los reyes: “¡No toquéis a mis ungidos! ¡No maltratéis a mis profetas!”
1 CRÓNICAS 16:1-22 Reina Valera 2020 (RV2020)
Así trajeron el arca de Dios, y la pusieron en medio de la tienda que David había levantado para ella; y ofrecieron holocaustos y sacrificios de paz delante de Dios. Cuando David acabó de ofrecer el holocausto y los sacrificios de paz, bendijo al pueblo en el nombre del Señor. Y repartió a todo Israel, así a hombres como a mujeres, a cada uno una torta de pan, una pieza de carne y una torta de pasas. Puso delante del arca del Señor ministros de los levitas, para que recordaran, confesaran y alabaran al Señor, Dios de Israel: Asaf, fue el primero; el segundo después de él, fue Zacarías; Jeiel, Semiramot, Jehiel, Matatías, Eliab, Benaía, Obed-edom y Jeiel, con sus instrumentos de salterios y arpas; pero Asaf tocaba los címbalos. También los sacerdotes Benaía y Jahaziel tocaban continuamente las trompetas delante del arca del pacto de Dios. Aquel día David, por primera vez, puso a Asaf y sus hermanos a cargo de la alabanza al Señor: ¡Alabad al Señor, invocad su nombre, dad a conocer entre los pueblos sus obras! ¡Cantad a él, cantadle salmos; hablad de todas sus maravillas! ¡Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan al Señor! ¡Buscad al Señor y su poder; buscad su rostro continuamente! Acordaos de las maravillas que ha hecho, de sus prodigios y de los juicios de su boca, vosotros, hijos de Israel, su siervo, hijos de Jacob, sus escogidos. El Señor, él es nuestro Dios, sus juicios están en toda la tierra. Él se acuerda de su pacto perpetuamente, y de la palabra que mandó para mil generaciones; del pacto que concertó con Abrahán, y de su juramento a Isaac, el cual confirmó a Jacob por estatuto, a Israel por pacto sempiterno, cuando dijo: «A ti daré la tierra de Canaán, porción de tu heredad». Aunque ellos eran pocos en número, pocos y forasteros en ella, y andaban de nación en nación, y de un reino a otro pueblo, no permitió que nadie los oprimiera; antes, por amor de ellos, castigó a los reyes. Dijo: «No toquéis a mis ungidos ni hagáis mal a mis profetas».
1 CRÓNICAS 16:1-22 La Palabra (versión española) (BLP)
Introdujeron el Arca de Dios y la colocaron dentro de la Tienda que David había preparado al efecto. Luego ofrecieron a Dios holocaustos y sacrificios de comunión. Cuando terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor y repartió a todos los israelitas, hombres y mujeres, una torta de pan, un pastel de dátiles y otro de pasas a cada uno. David puso al servicio del Arca del Señor a algunos levitas encargados de invocar, dar gracias y alabar al Señor Dios de Israel. Asaf era el jefe, Zacarías el segundo, y luego Aziel, Semiramot, Jejiel, Matatías, Eliab, Benaías, Obededón y Jeiel con salterios y cítaras, mientras Asaf hacía sonar los platillos. Los sacerdotes Benaías y Jajaziel tocaban siempre las trompetas ante el Arca de la alianza de Dios. Y aquel día fue la primera vez que David encargó a Asaf y a sus parientes alabar al Señor. Alabad al Señor, aclamad su nombre, proclamad entre los pueblos sus hazañas. Cantad y tocad para él, pregonad todas sus maravillas, enorgulleceos de su nombre santo; ¡que se alegren los que buscan al Señor! Recurrid al poder del Señor, buscad constantemente su presencia. Recordad sus acciones portentosas, sus prodigios y sus justas decisiones; vosotros, estirpe de Israel, su siervo, descendencia de Jacob, su elegido. Él es el Señor, nuestro Dios, sus leyes dominan toda la tierra. Él recuerda eternamente su alianza, la promesa hecha por mil generaciones, el pacto que selló con Abrahán, el juramento que hizo a Isaac y que confirmó como ley para Jacob, como alianza perpetua para Israel diciendo: «Te daré el país de Canaán como propiedad hereditaria». Cuando eran solo unos pocos, un puñado de emigrantes en el país que iban vagando de nación en nación, pasando de un reino a otro reino, no permitió que nadie los maltratara, y por su causa castigó a algunos reyes: «No toquéis a mis ungidos, no hagáis daño alguno a mis profetas».