1 CRÓNICAS 12:1-40
1 CRÓNICAS 12:1-40 Reina Valera 2020 (RV2020)
Estos son los que vinieron ante David en Siclag, mientras estaba él aún encerrado por causa de Saúl hijo de Cis; eran de los valientes que le ayudaron en la guerra. Estaban armados de arcos y usaban ambas manos para tirar piedras con la honda y flechas con el arco. De los hermanos de Saúl de Benjamín, el jefe era Ahiezer, después Joás, hijos de Semaa, el gabaatita; Jeziel y Pelet hijos de Azmavet, Beraca y Jehú, el anatotita, Ismaías, el gabaonita, valiente entre los treinta, y jefe entre ellos; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad, el gederatita, Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías, el harufita, Elcana, Isías, Azareel, Joezer y Jasobeam, coreítas, y Joela y Zebadías hijos de Jeroham, de Gedor. También de los de Gad huyeron y fueron adonde estaba David, al lugar fuerte en el desierto, hombres de guerra muy valientes para pelear, diestros con el escudo y la lanza; sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas. Ezer, el primero, Obadías, el segundo, Eliab, el tercero, Mismana, el cuarto, Jeremías, el quinto, Atai, el sexto, Eliel, el séptimo, Johanán, el octavo, Elzabad, el noveno, Jeremías, el décimo y Macbanai, el undécimo. Estos fueron capitanes del ejército de los hijos de Gad. El menor estaba a cargo de cien hombres, y el mayor, de mil. Estos pasaron el Jordán en el mes primero, cuando se había desbordado por todas sus riberas, e hicieron huir a todos los habitantes de los valles al oriente y al occidente. Asimismo, algunos de los hijos de Benjamín y de Judá fueron ante David al lugar fuerte. David salió a su encuentro y les dijo: —Si habéis venido a mí en son de paz y para ayudarme, me uniré a vosotros; pero si es para entregarme a mis enemigos, sin que mis manos estén manchadas de maldad, véalo el Dios de nuestros padres, y os lo demande. Entonces el espíritu vino sobre Amasai, jefe de los treinta, y dijo: ¡Somos tuyos, David! ¡Estamos contigo, hijo de Isaí! ¡Paz, paz para ti, y paz para quienes te ayuden, pues también tu Dios te ayuda! David los recibió y los puso entre los capitanes de la tropa. También se pasaron a David algunos de Manasés, cuando fue con los filisteos a la batalla contra Saúl (pero David no los ayudó, porque los jefes de los filisteos, tras deliberar, lo despidieron, pues decían: «Con peligro de nuestras cabezas se pasará a su señor Saúl»). Así que cuando volvió él a Siclag, se pasaron a él de los de Manasés: Adnas, Jozabad, Jediaiel, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletai, príncipes de millares de los de Manasés. Estos ayudaron a David contra la banda de merodeadores, pues todos ellos eran hombres valientes, y fueron capitanes en el ejército. Cada día le llegaba ayuda a David, hasta que se formó un gran ejército, un ejército de verdad muy grande. Este es el número de los principales que estaban listos para la guerra, y llegaron a David en Hebrón para traspasarle el reino de Saúl, conforme a la palabra del Señor: De los hijos de Judá que traían escudo y lanza, seis mil ochocientos estaban listos para la guerra. De los hijos de Simeón, siete mil cien hombres, valientes y esforzados para la guerra. De los hijos de Leví, cuatro mil seiscientos; asimismo Joiada, príncipe de los del linaje de Aarón, y con él tres mil setecientos hombres, y Sadoc, joven valiente y esforzado, con veintidós de los principales de la casa de su padre. De los hijos de Benjamín, hermanos de Saúl, tres mil; porque hasta entonces muchos de ellos se mantenían fieles a la casa de Saúl. De los hijos de Efraín, veinte mil ochocientos, muy valientes, hombres ilustres en las casas de sus padres. De la media tribu de Manasés, dieciocho mil fueron designados para ir a proclamar a David como rey. De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, y cuyas órdenes seguían todos sus hermanos. De Zabulón, cincuenta mil, que salían a la campaña prontos para la guerra, con toda clase de armas de guerra y dispuestos a pelear sin doblez de corazón. De Neftalí, mil capitanes, y con ellos treinta y siete mil con escudo y lanza. De los de Dan, dispuestos a pelear, veintiocho mil seiscientos. De Aser, dispuestos para la guerra y preparados para pelear, cuarenta mil. Y del otro lado del Jordán, de los rubenitas y gaditas y de la media tribu de Manasés, ciento veinte mil con toda clase de armas de guerra. Todos estos hombres de guerra, dispuestos para batallar, fueron con corazón perfecto a Hebrón, para poner a David como rey sobre todo Israel; asimismo, todos los demás de Israel estaban de acuerdo en poner a David como rey. Y estuvieron allí con David tres días comiendo y bebiendo, porque sus hermanos habían provisto para ellos. También los que les eran vecinos, hasta Isacar y Zabulón y Neftalí, trajeron víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes; provisión de harina, tortas de higos, pasas, vino y aceite, y bueyes y ovejas en abundancia, porque en Israel había alegría.
1 CRÓNICAS 12:1-40 La Palabra (versión española) (BLP)
Lista de los que se unieron con David en Siclag, cuando estaba proscrito de Saúl, el hijo de Quis, engrosando las filas de los guerreros que le ayudaron en sus batallas. Eran arqueros, capaces de lanzar piedras o disparar flechas con ambas manos. Benjaminitas, parientes de Saúl: El jefe Ajiecer y Joás, hijos de Semaá, de Guibeá; Jeciel y Pélet, hijos de Azmávet; Beracá y Jehú, de Anatot; Jismaías, el gabaonita, héroe de los Treinta y jefe de treinta; Jeremías, Jajaciel, Yojanán y Jozabad, de Guederot; Eluzay, Jerimot, Bealías, Semarías y Sefatías, de Jarif; Elcaná, Jisías, Azarel, Joécer y Jasobán, corajitas; Joelá y Zebadías, hijos de Jerotán, de Guedor. También se retiraron con David al refugio del desierto algunos gaditas valerosos, guerreros expertos, armados de lanza y escudo, fieros como leones y ligeros como gacelas: el primero era Ézer; el segundo, Abdías; el tercero, Eliab; el cuarto, Mismaná; el quinto, Jeremías; el sexto, Atay; el séptimo, Eliel; el octavo, Yojanán; el noveno, Elzabad; el décimo, Jeremías y el undécimo, Macbanay. Estos gaditas eran jefes del ejército: el menor de ellos valía por cien y el mayor por mil. Ellos fueron los que cruzaron el Jordán en el primer mes, cuando se desborda por ambas márgenes, y pusieron en fuga a todos los habitantes de los valles oriental y occidental. Llegaron también al refugio, con David, algunos de Benjamín y de Judá. Cuando David salió a recibirlos, les advirtió: —Si venís a mí como amigos y colaboradores, os acepto de todo corazón. Pero si venís para entregarme a mis enemigos, siendo yo inocente, que el Dios de nuestros antepasados sea testigo y haga justicia. Entonces Amasay, invadido por el espíritu, exclamó: ¡Tuyos somos, David! ¡Estamos contigo, hijo de Jesé! ¡Paz! ¡Paz a ti y paz a tus aliados, pues tu Dios es tu auxilio! David los acogió y los nombró jefes de tropa. Algunos de Manasés se pasaron a David, cuando iba con los filisteos a luchar contra Saúl (aunque no llegó a ayudarlos, pues los príncipes filisteos, tras deliberar, decidieron expulsarlo, pensando: «Se pasará a su señor Saúl con riesgo de nuestras propias cabezas»). Y cuando volvía a Siclag se pasaron a él de Manasés: Adnaj, Jozabad, Jediael, Miguel, Jozabad, Elihú y Siltay, jefes de millar en la tribu de Manasés. Ellos ayudaron a David en sus incursiones, pues todos eran guerreros valerosos y se convirtieron en capitanes del ejército. Y día tras día llegaban a David nuevos refuerzos, hasta formar un gran ejército, un ejército inmenso. Número de soldados útiles para la guerra que se reunieron con David en Hebrón para traspasarle el reino de Saúl, conforme al mandato del Señor: Seis mil ochocientos de Judá, útiles para la guerra, armados de escudo y lanza. Siete mil cien de Simeón, guerreros valerosos para la guerra. Cuatro mil seiscientos de Leví, más tres mil setecientos al mando del príncipe aaronita Joyadá y veintidós jefes de la familia de Sadoc, joven y valeroso guerrero. Tres mil benjaminitas, parientes de Saúl, la mayoría de los cuales hasta entonces se habían mantenido fieles a la dinastía de Saúl. Veinte mil ochocientos de Efraín, guerreros valientes y famosos en sus clanes. Dieciocho mil de media tribu de Manasés, elegidos personalmente para ir a entronizar a David. Doscientos jefes de Isacar al frente de todos sus hermanos. Eran expertos conocedores de los momentos y estrategias de actuación de Israel. Cincuenta mil de Zabulón, que salían de campaña equipados con toda clase de armamento, prestos a la lucha y a ayudar a David con total lealtad. Mil jefes de Neftalí con treinta y siete mil soldados armados de escudo y lanza. Veintiocho mil seiscientos de Dan, prestos a la lucha. Cuatro mil de Aser, que salían de campaña prestos a la lucha. Y de Transjordania ciento veinte mil de Rubén, Gad y la otra mitad de Manasés, equipados con toda clase de armamento. Todos estos soldados, formados en orden de batalla, llegaron a Hebrón plenamente decididos a entronizar a David como rey de todo Israel. Los demás israelitas estaban también unánimemente de acuerdo en entronizar a David. Y estuvieron allí tres días con David, comiendo y bebiendo lo que sus compatriotas les habían preparado.
1 CRÓNICAS 12:1-40 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Cuando David todavía estaba desterrado de la presencia de Saúl, hijo de Quis, un grupo de guerreros valientes que iban a ser sus aliados en la guerra fue a unirse con él en Siclag. Estos guerreros estaban armados con arcos, y lo mismo podían lanzar piedras con la honda que disparar flechas con la mano derecha o con la izquierda. Eran los siguientes: Parientes de Saúl, de la tribu de Benjamín: Ahiézer, el jefe, y Joás, hijos de Semá, del pueblo de Guibeá; Jeziel y Pélet, hijos de Azmávet; Beracá y Jehú, que era del pueblo de Anatot; Ismaías, gabaonita, uno de los treinta valientes y jefe de ellos; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad de Guederá, Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías; Sefatías, el harufita; Elcaná, Isías, Azarel, Joézer y Jasobeam, coreítas; y Joelá y Zebadías, hijos de Jeroham, de Guedor. También de la tribu de Gad se pasaron algunos al lado de David cuando estaba en la fortaleza del desierto. Eran guerreros valientes, entrenados en la guerra y armados con escudo y lanza. Tenían aspecto como de leones, y corrían por los montes como gacelas. Eran los siguientes: Ézer, el primero; Abdías, el segundo; Eliab, el tercero; Mismaná, el cuarto; Jeremías, el quinto; Atai, el sexto; Eliel, el séptimo; Johanán, el octavo; Elzabad, el noveno; Jeremías, el décimo, y Macbanai, el undécimo. Estos descendientes de Gad eran jefes del ejército. Cada uno de ellos valía, el menor por cien y el mayor por mil. Estos fueron los que atravesaron el Jordán en primavera, cuando el río iba crecido hasta los bordes, e hicieron huir a todos los que estaban en los valles, al este y al oeste. Además algunos hombres de las tribus de Benjamín y de Judá fueron a unirse con David en la fortaleza. David salió a su encuentro y les dijo: “Si venís en son de paz y para ayudarme, acepto de todo corazón que os unáis a mí; pero si venís a traicionarme y a entregarme a mis enemigos a pesar de no haber cometido yo ningún crimen, ¡que el Dios de nuestros antepasados lo vea y os castigue!” Entonces Amasai, jefe de los treinta, poseído por el espíritu exclamó: “¡Paz a ti, David, hijo de Jesé! ¡Que la paz esté contigo! ¡Paz a ti y a los que te ayuden, porque tu Dios te ha ayudado!” David los recibió y les dio puestos entre los jefes de la tropa. También algunos de la tribu de Manasés se pasaron al lado de David cuando este se fue a vivir con los filisteos para luchar contra Saúl. Aunque, de hecho, David no pudo ayudar a los filisteos, porque sus gobernadores, después de reunirse, decidieron despedirlo, pues dijeron: “¡A costa de nuestras cabezas se pasará a Saúl, su señor!” Los hombres de la tribu de Manasés que se pasaron al lado de David cuando este se fue a Siclag, fueron Adná, Jozabad, Jediael, Micael, Jozabad, Elihú y Siletai, jefes de batallones de Manasés. Estos fueron los que ayudaron a David al frente de la tropa, porque todos eran guerreros valientes y llegaron a ser jefes del ejército. Y día tras día llegaban más refuerzos a David, hasta que se formó un gran ejército, un ejército de veras formidable. Este es el total de las fuerzas equipadas para la guerra que se unieron a David en Hebrón, para pasarle el reino de Saúl, según el mandato del Señor: De la tribu de Judá, seis mil ochocientos hombres con escudos y lanzas, equipados para el combate. De la tribu de Simeón, siete mil cien guerreros valientes, equipados para la guerra. De la tribu de Leví, cuatro mil seiscientos, más tres mil setecientos de la familia de Aarón, con Joiadá, su jefe, y con Sadoc, joven y valiente guerrero, con veintidós jefes de su familia. De la tribu de Benjamín, la misma tribu de Saúl, tres mil hombres, pues hasta entonces la mayoría de ellos había permanecido fiel a Saúl. De la tribu de Efraín, veinte mil ochocientos guerreros valientes, famosos en su clan. De la media tribu de Manasés, dieciocho mil hombres que habían sido nombrados para ir a establecer a David como rey. De la tribu de Isacar, gente experta en conocer los tiempos para saber lo que Israel debía hacer, doscientos jefes con todos los hombres de su tribu bajo sus órdenes. De la tribu de Zabulón, cincuenta mil soldados en pie de guerra, con toda clase de armamento, firmemente decididos a ayudar a David. De la tribu de Neftalí, mil jefes con treinta y siete mil hombres armados con lanzas y escudos. De la tribu de Dan, veintiocho mil seiscientos soldados. De la tribu de Aser, cuarenta mil soldados en pie de guerra. Además, del otro lado del Jordán, ciento veinte mil hombres de las tribus de Rubén y Gad y de la media tribu de Manasés, equipados con toda clase de armamento. Todos estos guerreros, en formación de batalla, fueron a Hebrón firmemente decididos a establecer a David como rey de todo Israel; y todos los demás israelitas, sin excepción, estaban resueltos a hacer lo mismo. Estuvieron allí con David durante tres días, comiendo y bebiendo, porque sus compatriotas les habían preparado lo necesario. Además, sus vecinos, aun los que eran de Isacar, Zabulón y Neftalí, les llevaron comida en asnos, camellos, mulos y bueyes. Les llevaron provisiones variadas: harina, tortas de higos, pasas, vino, aceite, toros y ovejas; todo en abundancia, porque había mucha alegría en Israel.
1 CRÓNICAS 12:1-40 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Estos fueron los guerreros que se unieron a David en Siclag cuando este se encontraba desterrado por causa de Saúl hijo de Quis. Ellos lo ayudaron en tiempos de guerra. Eran arqueros que podían lanzar piedras y disparar flechas con ambas manos. De los benjaminitas parientes de Saúl: el jefe Ajiezer y Joás, que eran hijos de Semá de Guibeá; Jeziel y Pélet hijos de Azmávet; Beracá y Jehú, oriundos de Anatot; Ismaías, el gabaonita, que era uno de los treinta guerreros y jefe de ellos; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad de Guederá, Eluzay, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías el harufita; los coreítas Elcaná, Isías, Azarel, Joezer y Yasobeán, Joelá y Zebadías, hijos de Jeroán, oriundos de Guedor. También algunos de los gaditas se unieron a David cuando se encontraba en la fortaleza del desierto. Eran guerreros valientes, preparados para la guerra, hábiles en el manejo del escudo y de la lanza, feroces como leones y veloces como gacelas monteses. Se llamaban: Ezer, el primero; Abdías, el segundo; Eliab, el tercero; Mismaná, el cuarto; Jeremías, el quinto; Atay, el sexto; Eliel, el séptimo; Johanán, el octavo; Elzabad, el noveno; Jeremías, el décimo, y Macbanay, el undécimo. Estos gaditas eran jefes del ejército; el menor de ellos valía por cien, y el mayor, por mil. Fueron ellos quienes atravesaron el Jordán en el mes primero, cuando el río se desbordó por sus dos riberas, e hicieron huir a los habitantes de los valles hacia el este y el oeste. También algunos guerreros de las tribus de Benjamín y de Judá se unieron a David en la fortaleza. David salió a su encuentro y les dijo: ―Si venís en son de paz y para ayudarme, os aceptaré; pero, si venís para entregarme a mis enemigos, ¡que el Dios de nuestros padres lo vea y lo castigue, pues yo no soy ningún criminal! Y el Espíritu vino sobre Amasay, jefe de los treinta, y este exclamó: «¡Somos tuyos, David! ¡Estamos contigo, hijo de Isaí! ¡Tres veces deseamos la paz a ti y a quien te brinde su ayuda! ¡Y quien te ayuda es tu Dios!» David los recibió y los puso entre los jefes de la tropa. También algunos guerreros de Manasés se unieron a David cuando este iba con los filisteos a luchar contra Saúl. Pero los príncipes de los filisteos se reunieron y decidieron rechazarlo, así que los filisteos se negaron a ayudarlo, pues dijeron: «David se pondrá de parte de su señor Saúl, y eso nos costará la cabeza». Estos fueron los manasesitas que se unieron a David cuando este fue a Siclag: Adnás, Jozabad, Jediael, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletay, jefes manasesitas de escuadrones de mil hombres. Ayudaban a David a combatir a las bandas de invasores, pues cada uno de ellos era un guerrero valiente y jefe del ejército. Y cada día se le unían más soldados a David, hasta que llegó a tener un ejército grande y poderoso. Este es el número de los guerreros diestros para la guerra que se presentaron ante David en Hebrón, para entregarle el reino de Saúl, conforme a la palabra del SEÑOR: De Judá: seis mil ochocientos hombres armados de lanza y escudo, diestros para la guerra. De Simeón: siete mil cien guerreros valientes. De Leví: cuatro mil seiscientos, y tres mil setecientos aaronitas, con Joyadá, su jefe; y Sadoc, joven guerrero muy valiente, con veintidós jefes de su familia patriarcal. De Benjamín, parientes de Saúl: tres mil hombres. La mayor parte de ellos había permanecido fiel a la familia de Saúl. De Efraín: veinte mil ochocientos hombres valientes, famosos en sus propias familias patriarcales. De la media tribu de Manasés: dieciocho mil hombres que fueron nombrados para ir a proclamar rey a David. De Isacar: doscientos jefes y todos sus parientes bajo sus órdenes. Eran hombres expertos en el conocimiento de los tiempos, que sabían lo que Israel tenía que hacer. De Zabulón: cincuenta mil hombres listos para tomar las armas, preparados para usar cualquier clase de armamento y dispuestos a luchar sin cuartel en favor de David. De Neftalí: mil jefes con treinta y siete mil hombres armados de escudos y lanzas. De Dan: veintiocho mil seiscientos guerreros listos para el combate. De Aser: cuarenta mil hombres aptos para la guerra. De las tribus al otro lado del Jordán, es decir, de Rubén, Gad y de la media tribu de Manasés: ciento veinte mil hombres equipados con todo tipo de armamento. Todos estos guerreros, preparados para el combate, fueron a Hebrón decididos a proclamar a David como rey de todo Israel. También los demás israelitas proclamaron de manera unánime a David como rey. Todos se quedaron allí tres días, comiendo y bebiendo con David, ya que sus hermanos les dotaron de lo necesario. Además, los que vivían cerca, y hasta los de Isacar, Zabulón y Neftalí, traían asnos, camellos, mulas y bueyes cargados con harina, tortas de higos, pasas, vino y aceite. También les llevaron toros y ovejas en abundancia, porque Israel rebosaba de alegría.