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ROMANOS 3:1-21

ROMANOS 3:1-21 DHHE

Entonces, ¿qué ventajas tiene el ser judío o el estar circuncidado? Muchas y por muchas razones. En primer lugar, Dios confió su mensaje a los judíos. Ahora bien, ¿qué importa que hayan dejado de ser fieles algunos de ellos? ¿Por eso dejará Dios de ser fiel? ¡De ninguna manera! Al contrario, Dios actúa siempre conforme a la verdad aunque todo hombre sea mentiroso. Así lo dice la Escritura: “Serás tenido por justo en lo que dices y saldrás vencedor cuando te juzguen.” Pero si nuestra maldad sirve para poner de relieve que Dios es justo, nos tendremos que preguntar (hablando en términos humanos): ¿Es Dios injusto porque nos castiga? ¡De ninguna manera! Pues si Dios fuera injusto, ¿cómo podría juzgar al mundo? Pero si mi mentira sirve para que la verdad de Dios resulte aún más gloriosa, ¿por qué se me juzga como pecador? Y en tal caso, ¿por qué no hacer lo malo para que venga lo bueno? Eso es precisamente lo que algunos, para desacreditarme, dicen que enseño. ¡Tales personas merecen la condenación! ¿Qué, pues? ¿Somos nosotros, los judíos, mejores que los demás? ¡Claro que no! Porque ya hemos demostrado que, tanto los judíos como los que no lo son, están bajo el poder del pecado. Así lo dicen las Escrituras: “¡No hay ni un solo justo! No hay quien tenga entendimiento, no hay quien busque a Dios. Todos han ido por mal camino, todos por igual se han pervertido. ¡No hay quien haga lo bueno! ¡No hay ni siquiera uno! Su garganta es un sepulcro abierto, su lengua es mentirosa, sus labios esconden veneno de víbora y su boca está llena de maldición y amargura. Sus pies corren ligeros a derramar sangre: destrucción y miseria hay en sus caminos y no conocen el camino de la paz. ¡Jamás tienen presente que hay que temer a Dios!” Sabemos que lo que dice el libro de la ley, lo dice a quienes están sometidos a ella, para que todos callen y el mundo entero caiga bajo el juicio de Dios; porque Dios no declarará justo a nadie por haber cumplido la ley, ya que la ley sirve tan solo para hacernos saber que somos pecadores. Pero ahora, aparte de la ley, Dios ha dado a conocer de qué manera nos hace justos, lo cual se comprueba por los libros de la ley y los profetas

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