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JOSUÉ 22:10-34

JOSUÉ 22:10-34 DHHE

Cuando las tribus de Rubén y de Gad y la media tribu de Manasés llegaron al río Jordán, todavía en territorio cananeo, levantaron junto al río un gran altar. A los otros israelitas les llegó la noticia de que las tribus de Rubén y de Gad y la media tribu de Manasés habían construido un altar en la frontera de Canaán, junto al Jordán, en territorio israelita; y en cuanto los israelitas lo supieron, se reunieron en Siló para ir a pelear contra ellos. Mandaron antes a Finees, hijo del sacerdote Eleazar, para que fuera a Galaad, donde estaban las tribus de Rubén y de Gad y la media tribu de Manasés. Con él iban diez principales jefes israelitas, cada uno de los cuales representaba a su clan y a su tribu. Todos ellos fueron a Galaad, donde estaban las tribus de Rubén y de Gad y la media tribu de Manasés, y les dijeron: –Nosotros hablamos en el nombre del pueblo del Señor. ¿Qué traición es esta que habéis cometido contra el Dios de Israel? ¿Por qué le habéis abandonado y os habéis construido un altar en rebeldía contra el Señor? ¿Acaso no ha sido bastante el pecado de Peor, con el que todavía estamos manchados y por el que murieron tantos del pueblo del Señor? ¿No os basta con eso, para que ahora también os apartéis vosotros del Señor? Si hoy os rebeláis contra el Señor, mañana él se enojará con todo el pueblo israelita. Si os parece que este territorio que os ha tocado es impuro, venid a la tierra del Señor, donde está el santuario del Señor. Tomad un territorio entre nosotros, pero no os rebeléis contra el Señor ni contra nosotros construyendo otro altar además del altar del Señor nuestro Dios. Recordad que Acán, el hijo de Zérah, pecó por tomar de lo que estaba consagrado a la destrucción, y que por su culpa el Señor se enojó con toda la comunidad de Israel. ¡Y Acán no fue el único que murió a causa de su pecado! Entonces los de Rubén y de Gad y los de la media tribu de Manasés contestaron a los jefes israelitas: –El Señor y Dios de todos los dioses sabe que no hicimos este altar por rebeldía o para apartarnos de él. Él lo sabe y os lo hace saber a todos vosotros; si fue por estas razones, ¡no nos perdones la vida! Si construimos este altar para apartarnos del Señor, o para presentar holocaustos, ofrendas de cereales o sacrificios de reconciliación, que el mismo Señor nos pida cuentas. La verdad es que lo hicimos porque no queremos que algún día vuestros hijos digan a los nuestros: ‘¿Qué tenéis que ver vosotros con el Señor y Dios de Israel? El Señor ha puesto el Jordán para separarnos de vosotros, los de las tribus de Rubén y de Gad. Vosotros no tenéis nada que ver con el Señor.’ Así vuestros hijos harían que los nuestros dejaran de sentir reverencia por el Señor. Por eso pensamos construir un altar, no para ofrecer holocaustos al Señor ni presentar otros sacrificios, sino para que sea un testimonio entre vosotros y nosotros, y entre nuestros descendientes, de que nosotros podemos servir al Señor y presentarnos ante él con nuestros holocaustos y con nuestros sacrificios por el pecado y de reconciliación. Así vuestros descendientes no podrán decir a los nuestros: ‘Vosotros no tenéis nada que ver con el Señor.’ Pensamos que si alguien nos dice eso a nosotros o a nuestros descendientes, podremos responder: ‘¡Mirad!, nuestros antepasados construyeron este altar del Señor, no para ofrecer holocaustos ni sacrificios, sino para que sirva de testimonio entre vosotros y nosotros.’ Dios nos libre de rebelarnos contra él, o de abandonarle, construyendo otro altar para ofrecer holocaustos u ofrendas de cereales, o para otros sacrificios, aparte del altar del Señor nuestro Dios que está delante de su santuario. Cuando el sacerdote Finees, los jefes de la comunidad y los jefes de clanes que le acompañaban oyeron lo que decían los de Rubén y de Gad y los de la media tribu de Manasés, les pareció bien. Entonces Finees, el hijo del sacerdote Eleazar, les dijo: –Ahora estamos seguros de que el Señor está con nosotros, pues vosotros no tratasteis de rebelaros contra él, y así nos habéis salvado del castigo del Señor. Después de esto, Finees y los que le acompañaban se despidieron de ellos y regresaron de la región de Galaad a la de Canaán, donde estaban los israelitas. Cuando contaron a los que estaban en Canaán lo que habían contestado los de las otras tribus, la respuesta les pareció bien, y alabaron a Dios. Desde entonces no hablaron más de atacar a las tribus de Rubén y de Gad, ni de destruir sus tierras. Los descendientes de Rubén y de Gad pusieron al altar el nombre de “Testimonio”, diciendo: “Este altar será un testimonio entre nosotros de que el Señor es Dios.”

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