HEBREOS 13:5-15
HEBREOS 13:5-15 DHHE
No améis el dinero. Contentaos con lo que tenéis, porque Dios ha dicho: “Nunca te dejaré ni te abandonaré.” Así que podemos decir con confianza: “El Señor es mi ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer el hombre?” Acordaos de quienes os han dirigido y os han anunciado el mensaje de Dios; meditad en cómo han terminado sus vidas y seguid el ejemplo de su fe. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. No os dejéis llevar por enseñanzas diferentes y extrañas. Es mejor que nuestros corazones se fortalezcan en el amor de Dios, que en seguir normas sobre alimentos; tales normas nunca han sido de provecho. Nosotros tenemos un altar distinto, del cual no tienen derecho a comer los sacerdotes del antiguo santuario. El sumo sacerdote lleva la sangre de los animales al santuario, como ofrenda para quitar el pecado, pero los cuerpos de esos animales se queman fuera del campamento. Así también, Jesús sufrió la muerte fuera de la ciudad, para consagrar al pueblo por medio de su propia sangre. Vayamos, pues, con Jesús, fuera del campamento, y suframos la misma deshonra que él sufrió. En este mundo no tenemos una ciudad que permanezca para siempre, sino que vamos en busca de la ciudad eterna. Por eso debemos alabar siempre a Dios por medio de Jesucristo. Esta alabanza es el sacrificio que debemos ofrecer. ¡Alabémosle, pues, con nuestros labios!