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DEUTERONOMIO 4:24-49

DEUTERONOMIO 4:24-49 DHHE

porque el Señor vuestro Dios es un Dios celoso, ¡un fuego que todo lo consume! “Cuando ya tengáis hijos y nietos, y os hayáis hecho viejos en este país, si llegáis a rebajaros haciendo imágenes o figuras que representen cualquier cosa, cometiendo así una maldad delante del Señor vuestro Dios y provocando su enojo, yo pongo hoy al cielo y a la tierra por testigos de que pronto desapareceréis del país que vais a ocupar al otro lado del Jordán. No viviréis mucho tiempo en esa tierra, sino que seréis exterminados por completo. El Señor os dispersará por todas las naciones, y solo un pequeño número de vosotros sobrevivirá en ellas. Allí serviréis a dioses hechos por el hombre, ídolos de madera o piedra que no ven, ni oyen, ni comen, ni respiran. Pero si allí buscáis al Señor vuestro Dios con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, lo encontraréis. Cuando finalmente paséis por todos estos sufrimientos y angustias, si os volvéis al Señor y le obedecéis, él, que es bondadoso, no os abandonará ni os destruirá, ni se olvidará del pacto que hizo con vuestros antepasados y que juró cumplir. “Buscad en tiempos pasados, desde los tiempos antiguos, cuando Dios creó al hombre en el mundo; id por toda la tierra y preguntad si alguna vez ha sucedido o se ha sabido de algo tan grande como esto. ¿Existe algún pueblo que haya oído, como vosotros, la voz de Dios hablándole de en medio del fuego, y que no haya perdido la vida? ¿Ha habido algún dios que haya escogido a un pueblo de entre los demás pueblos, con tantas pruebas, señales, milagros y guerras, desplegando tan gran poder y llevando a cabo hechos tan aterradores como los que realizó ante vosotros y por vosotros en Egipto el Señor vuestro Dios? Esto os ha sido mostrado para que sepáis que el Señor es el verdadero Dios, y que fuera de él no hay otro. Él os habló desde el cielo para corregiros, y en la tierra os mostró su gran fuego, y oísteis sus palabras de en medio del fuego. Él amó a vuestros antepasados, y escogió a sus descendientes, liberándolos de Egipto por medio de su gran poder. Arrojó de vuestra presencia a naciones más numerosas y poderosas que vosotros, con el fin de que ocuparais sus países y los recibierais en propiedad, como ahora está sucediendo. “Por lo tanto, grabad bien en vuestra mente que el Señor es Dios, tanto en el cielo como en la tierra, y que no hay otro fuera de él. Cumplid sus leyes y mandamientos, que yo os doy en este día, y os irá bien a vosotros y a vuestros descendientes, y viviréis muchos años en el país que el Señor vuestro Dios os va a dar para siempre.” Entonces Moisés escogió tres ciudades al este del río Jordán, para que el que matara sin querer a otra persona con la cual nunca antes hubiera peleado, pudiera refugiarse en una de ellas y ponerse a salvo. Estas ciudades fueron: Béser, en la meseta del desierto, para la tribu de Rubén; Ramot, en Galaad, para la tribu de Gad; y Golán, en Basán, para la media tribu de Manasés. Esta es la enseñanza que Moisés entregó a los israelitas, y los mandatos, leyes y decretos que les comunicó cuando salieron de Egipto, cuando estaban todavía al este del Jordán, en el valle que está frente a Bet-peor, en la tierra de Sihón, rey de los amorreos. Sihón vivía en Hesbón, y fue derrotado por Moisés y los israelitas cuando estos salieron de Egipto. Los israelitas ocuparon su territorio y el del rey Og de Basán, dos reyes amorreos que vivían al este del Jordán. Su territorio se extendía desde Aroer, a orillas del río Arnón, hasta el monte Sirión, también llamado Hermón, y por todo el Arabá, al este del Jordán, hasta el Mar Muerto, al pie del monte Pisgá.