ZACARÍAS 14:1-21
ZACARÍAS 14:1-21 RV2020
Viene el día del Señor, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén. La ciudad será tomada, las casas serán saqueadas, y violadas las mujeres. La mitad de la ciudad irá al cautiverio, pero el resto del pueblo no será sacado de la ciudad. Después saldrá el Señor y peleará contra aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. En aquel día se afirmarán sus pies sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén, al oriente. El monte de los Olivos se partirá por la mitad, de este a oeste, formando un valle muy grande; la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur. Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal. Huiréis de la manera que huisteis a causa del terremoto en los días de Uzías, rey de Judá. Y vendrá el Señor, mi Dios, y con él todos los santos. Acontecerá que en ese día no habrá luz, ni frío, ni hielo. Será un día único, solo conocido por el Señor, en el que no habrá ni día ni noche, pero sucederá que al caer la tarde habrá luz. En aquel día saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno. Y el Señor será rey sobre toda la tierra. En aquel día, el Señor será único, y único será su nombre. Toda esta tierra se volverá como llanura desde Geba hasta Rimón, al sur de Jerusalén; será enaltecida y habitada en su lugar, desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la puerta primera y hasta la puerta del Ángulo, y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey. Morarán en ella y no habrá nunca más maldición, sino que morarán confiadamente en Jerusalén. Esta será la plaga con que herirá el Señor a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén: su carne se corromperá cuando aún estén con vida, se les consumirán en las cuencas sus ojos, y la lengua se les deshará en la boca. En aquel día habrá entre ellos un gran pánico enviado por el Señor; cada uno agarrará la mano de su compañero, y levantarán la mano unos contra otros. Judá también peleará en Jerusalén. Entonces serán reunidas las riquezas de todas las naciones de alrededor: oro, plata y ropas de vestir, en gran abundancia. Así también será la plaga de los caballos, de los mulos, de los camellos, de los asnos y de todas las bestias que estén en aquellos campamentos. Todos los que sobrevivan de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Señor de los ejércitos, y para celebrar la fiesta de los Tabernáculos. Y sucederá que si alguna familia de la tierra no sube a Jerusalén para adorar al Rey, al Señor de los ejércitos, no habrá lluvia para ellos. Y si la familia de Egipto no sube ni viene, no habrá lluvia para ellos, sino que vendrá la plaga con que el Señor herirá a las naciones que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos. Esta será la pena del pecado de Egipto y del pecado de todas las naciones que no suban para celebrar la fiesta de los Tabernáculos. En aquel día estará grabado sobre las campanillas de los caballos: «Consagrado al Señor»; y las ollas de la casa del Señor serán como los tazones del altar. Toda olla en Jerusalén y Judá será consagrada al Señor de los ejércitos; todos los que ofrezcan sacrificios vendrán y las tomarán para cocinar en ellas. En aquel día no habrá más mercader en la casa del Señor de los ejércitos.