RUT 2:1-22
RUT 2:1-22 RV2020
Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz. Un día Rut, la moabita, dijo a Noemí: —Te ruego que me dejes ir al campo a recoger espigas detrás de aquel que me lo permita. —Ve, hija mía —le respondió ella. Fue, pues, y al llegar, se puso a espigar en el campo tras los segadores. Y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el pariente de Elimelec. Llegaba entonces Booz de Belén, y dijo a los segadores: —El Señor sea con vosotros. —El Señor te bendiga —le respondieron ellos. Luego Booz le preguntó a su criado, el encargado de los segadores: —¿De quién es esta joven? El criado encargado de los segadores respondió: —Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab. Me ha dicho: «Te ruego que me dejes espigar y recoger tras los segadores entre las gavillas». Llegó esta mañana y ha estado trabajando desde entonces hasta ahora, sin descansar ni un solo momento. Entonces Booz dijo a Rut: —Oye, hija mía, no te vayas, ni recojas espigas en otro campo; te quedarás aquí junto a mis criadas. Fíjate en qué campo cosechan y síguelas; pues he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados. Entonces ella bajó su rostro, se postró en tierra y le dijo: —¿Por qué me tratas con amabilidad y te interesas por mí, si yo soy una extranjera? Booz le respondió: —He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y cómo has dejado a tu padre y a tu madre, y la tierra donde naciste, para venir a un pueblo para ti desconocido. Que el Señor te recompense por ello, y que recibas tu premio de parte de Dios el Señor de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte. Ella le dijo: —Señor mío, me has mostrado tu favor y me has consolado; has hablado al corazón de tu sierva, aunque no puedo compararme a ninguna de tus criadas. A la hora de comer, Booz le dijo: —Ven aquí, come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Se sentó ella junto a los segadores, y él le dio del guiso; comió hasta quedar satisfecha, y aun sobró. Cuando se levantó para continuar su trabajo, Booz ordenó a sus criados: —Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la molestéis; dejaréis también caer para ella algo de los manojos; dejadlo para que lo recoja, y no la reprendáis. Rut estuvo espigando en aquel campo hasta la noche, y cuando desgranó lo que había recogido sacó un total de veinte kilos de cebada. Lo tomó y se fue a la ciudad, y su suegra vio lo que había espigado. Sacó también las sobras de la comida y se las dio. Su suegra le preguntó: —¿Dónde has espigado hoy? ¿Dónde has trabajado? ¡Bendito sea el que te ha favorecido! Ella contó a su suegra con quién había trabajado, y añadió: —El hombre con quien he trabajado hoy se llama Booz. Dijo entonces Noemí a su nuera: —¡Bendito del Señor, pues no ha negado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto! Y añadió: Ese hombre es pariente nuestro, uno de los que pueden redimirnos. Rut la moabita prosiguió su relato: —Además de esto me pidió: «Quédate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi cosecha». Respondió Noemí a su nuera Rut: —Sí, hija mía, es preferible que sigas con sus criadas. Así no te molestarán en otros campos.