SALMOS 22:1-19
SALMOS 22:1-19 RV2020
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día y no respondes; y de noche no hay para mí descanso. Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel. En ti esperaron nuestros padres; esperaron y tú los libraste. Clamaron a ti y fueron librados; confiaron en ti y no fueron avergonzados. Pero yo soy un gusano, no una persona; un ser despreciable, la vergüenza del pueblo. Todos los que me ven se burlan de mí; tuercen la boca y menean la cabeza, cuando dicen: «Se encomendó al Señor, que él lo libre; que lo salve, puesto que en él se complacía». Pero tú eres el que me sacó del vientre, el que me hizo estar confiado desde que estaba en el regazo de mi madre. A ti fui encomendado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios. No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay quien me ayude. Me han rodeado muchos toros; fuertes toros de Basán me han cercado. Abrieron contra mí su boca como león rapaz y rugiente. He sido derramado como el agua y todos mis huesos se descoyuntaron. Mi corazón fue como cera, pues se detenía dentro de mí. Como un tiesto se secó mi vigor y mi lengua se pegó a mi paladar. ¡Me has lanzado al polvo de la muerte! Perros me han rodeado; me ha cercado una banda de malhechores; desgarraron mis manos y mis pies. ¡Contar puedo todos mis huesos! Entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos y sobre mi ropa echaron suertes. Mas tú, Señor, ¡no te alejes! Fortaleza mía, ¡apresúrate a socorrerme!