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MATEO 27:50-66

MATEO 27:50-66 RV2020

Y Jesús, tras haber clamado otra vez a gran voz, entregó el espíritu. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se partieron, los sepulcros se abrieron y muchos cuerpos de creyentes, que ya habían muerto, se levantaron. Después que él resucitó, salieron de los sepulcros, entraron en la santa ciudad y se aparecieron a muchos. El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que habían sucedido, dijeron llenos de miedo: —Verdaderamente este era Hijo de Dios. Muchas mujeres, que desde Galilea habían seguido a Jesús para servirlo, estaban allí mirando de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo. Cuando cayó la noche, llegó un hombre rico, natural de Arimatea y llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. José pidió a Pilato el cuerpo de Jesús y Pilato mandó que se lo dieran. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en un sepulcro nuevo que había sido excavado en la peña. Después hizo rodar una gran piedra para cerrar la entrada del sepulcro, y se fue. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas delante del sepulcro. Al día siguiente, que es el posterior al de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato y le dijeron: —Señor, nos acordamos de que aquel embaucador, mientras vivía, había dicho: «Después de tres días resucitaré». Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos de noche, lo hurten y digan al pueblo: «Ha resucitado de entre los muertos». Y será el último engaño peor que el primero. Pilato les contestó: —Ahí tenéis la guardia. Id, aseguradlo como sabéis. Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro sellando la piedra y montando la guardia.

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