MATEO 23:23-39
MATEO 23:23-39 RV2020
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque diezmáis la menta y el anís y el comino y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto es lo que hay que hacer sin dejar de hacer aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero el interior del vaso y del plato para que también el exterior quede limpio. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda podredumbre. Así también vosotros: por fuera, a la verdad, os hacéis pasar por justos delante de la gente, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: «Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no habríamos sido sus cómplices en la sangre de los profetas». Así que con esto dais testimonio contra vosotros mismos de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. ¡Finalizad, pues, vosotros la obra que comenzaron vuestros antepasados! ¡Serpientes, generación de víboras!, ¿cómo escaparéis de la condenación del infierno? Por tanto, yo os envío profetas, sabios y escribas. Vosotros mataréis y crucificaréis a unos, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad para que recaiga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel, el justo, hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el atrio del templo y el altar. Os aseguro que todo esto vendrá sobre esta generación. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! Pues he aquí que vuestra casa quedará desierta, porque os digo que desde ahora no volveréis a verme hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!