JOSUÉ 7:1-26
JOSUÉ 7:1-26 RV2020
Pero los hijos de Israel cometieron una infidelidad en cuanto a lo consagrado al exterminio, porque Acán hijo de Carmi hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó algo de lo consagrado al exterminio, y la ira del Señor se encendió contra los hijos de Israel. Después, Josué envió unos hombres desde Jericó a Hai, que estaba junto a Bet-avén, hacia el oriente de Bet-el, y les dijo: —Subid a reconocer la tierra. Ellos subieron y reconocieron a Hai. Al volver, dijeron a Josué: —Que no suba todo el pueblo; dos o tres mil hombres tomarán a Hai. No fatigues a todo el pueblo con ir allí, porque son pocos. Subieron allá del pueblo como tres mil hombres, los cuales huyeron delante de los de Hai. Los de Hai les mataron a unos treinta y seis hombres, los persiguieron desde la puerta hasta Sebarim y los derrotaron en la bajada, por lo cual el corazón del pueblo desfalleció y se volvió como agua. Entonces Josué rompió sus vestidos y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca del Señor hasta caer la tarde, junto con los ancianos de Israel, y echaron polvo sobre sus cabezas. Josué decía: —¡Ah, Señor! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos en manos de los amorreos y que nos destruyan? ¡Más valía que nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán! ¡Ay, Señor!, ¿qué diré, ahora que Israel le ha vuelto la espalda a sus enemigos? Porque los cananeos y todos los habitantes del país se enterarán, nos rodearán y borrarán nuestro nombre de encima de la tierra. ¿Qué harás tú entonces por tu gran nombre? El Señor respondió a Josué: —¡Levántate! ¿Por qué te postras así sobre tu rostro? Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto, el que yo les mandé. También han tomado algo de lo consagrado al exterminio, y hasta lo han robado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres. Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han caído en tomar para sí de lo consagrado al exterminio. No estaré más con vosotros si no hacéis desaparecer lo consagrado al exterminio de en medio de vosotros. Levántate, santifica al pueblo y di: «Santificaos para mañana, porque el Señor, el Dios de Israel, dice así: Israel, en medio de ti hay de lo consagrado al exterminio; no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayáis quitado lo consagrado al exterminio de en medio de vosotros». Os acercaréis, pues, mañana por tribus; la tribu que el Señor señale, se acercará por familias; la familia que el Señor señale, se acercará por casas paternas, y la casa que el Señor señale, se acercará hombre por hombre. El que sea sorprendido en posesión de lo consagrado al exterminio, será quemado, él y todo lo que tiene, por cuanto ha quebrantado el pacto del Señor y ha cometido una infamia en Israel. Josué, pues, se levantó de mañana, hizo acercarse a Israel por tribus, y fue designada la tribu de Judá. Hizo acercarse a la tribu de Judá, y fue designada la familia de los de Zera; luego hizo que se acercaran las familias de los de Zera, y fue designado Zabdi. Hizo acercarse su casa hombre por hombre, y fue designado Acán hijo de Carmi hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá. Entonces Josué dijo a Acán: —Hijo mío, da gloria al Señor, el Dios de Israel, dale alabanza y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras. Acán respondió a Josué: —Verdaderamente, yo he pecado contra el Señor, el Dios de Israel; he hecho así y así. Pues yo vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, doscientas monedas de plata y un lingote de oro de medio kilo de peso, lo cual codicié y tomé. Ahora está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero está debajo. Entonces Josué envió mensajeros, que fueron rápidamente a la tienda, y en efecto, todo estaba escondido allí, y el dinero debajo. Lo tomaron de la tienda y lo llevaron ante Josué y todos los hijos de Israel, y lo pusieron delante del Señor. Entonces Josué, junto con todo Israel, tomaron a Acán hijo de Zera, sus hijos, sus hijas, el dinero, el manto, el lingote de oro, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor. Allí le dijo Josué: —¿Por qué nos has turbado? Que el Señor te turbe en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos. Sobre él levantaron un gran montón de piedras que permanece hasta hoy. Así el Señor se calmó del ardor de su ira. Por eso aquel lugar se llama el valle de Acor, hasta hoy.