JUECES 16:4-22
JUECES 16:4-22 RV2020
Después de esto, sucedió que se enamoró de una mujer llamada Dalila, que vivía en el valle de Sorec. Fueron a visitarla los jefes de los filisteos y le dijeron: —Engáñalo y descubre en qué consiste su gran fuerza y cómo podríamos vencerlo. Así podremos atarlo y dominarlo, y cada uno de nosotros te dará mil cien monedas de plata. Entonces Dalila dijo a Sansón: —Te ruego que me digas en qué consiste tu gran fuerza y cómo hay que atarte para que seas dominado. Sansón le respondió: —Si me atan con siete cuerdas de mimbre verde, que aún no esté seco, entonces me debilitaré y seré como cualquier otro hombre. Los jefes de los filisteos trajeron a Dalila siete cuerdas de mimbre verde que aún no estaba seco, y ella lo ató con las cuerdas. Como los espías estaban escondidos en su casa, en una alcoba, Dalila gritó: —¡Sansón, los filisteos te atacan! Él rompió las cuerdas como se rompe una cuerda de estopa cuando la toca el fuego; y no se supo el secreto de su fuerza. Entonces Dalila dijo a Sansón: —Tú me has engañado, me has dicho mentiras. Te ruego que me digas, ahora, cómo hay que atarte. Él le respondió: —Si me atan fuertemente con cuerdas gruesas nuevas, que no se hayan usado antes, yo me debilitaré y seré como cualquier otro hombre. Dalila tomó cuerdas gruesas nuevas, lo ató con ellas y gritó: —¡Sansón, los filisteos te atacan! Los espías estaban en una alcoba, pero él rompió las cuerdas gruesas de sus brazos como si fueran hilo. Dalila dijo a Sansón: —Hasta ahora me has engañado, y me has mentido. Descúbreme, pues, ahora, cómo hay que atarte. Él entonces le dijo: —Entreteje siete mechones de pelo de mi cabeza con hilo de tejer y asegúralos con la estaca. Ella las aseguró con la estaca, y luego gritó: —¡Sansón, los filisteos te atacan! Despertó él de su sueño y arrancó la estaca del telar junto con la tela. Dalila se lamentó: —¿Cómo dices: «Yo te amo», cuando tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces y no me has descubierto aún en qué consiste tu gran fuerza. Como ella lo presionaba cada día con sus palabras y lo importunaba, él estaba profundamente angustiado y finalmente le abrió todo su corazón, y le dijo: —La navaja nunca pasó sobre mi cabeza, porque soy nazareo consagrado a Dios desde el vientre de mi madre. Si me rapara, perdería mi fuerza, me debilitaría y sería como cualquier otro hombre. Al ver Dalila que él le había abierto todo su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos con este mensaje: —Venid esta vez, porque él me ha abierto todo su corazón. Los principales de los filisteos vinieron a ella y trajeron en sus manos el dinero. Ella hizo que Sansón se durmiera sobre sus rodillas y llamó a un hombre, quien le rapó los siete mechones de su cabeza. Entonces ella comenzó a afligirlo, pues había perdido su fuerza. Y gritó de nuevo: —¡Sansón, los filisteos te atacan! Sansón despertó de su sueño y pensó: —Esta vez me escaparé como las otras. Pero no sabía que el Señor ya se había apartado de él. Enseguida los filisteos le echaron mano, le sacaron los ojos, lo llevaron a Gaza y lo ataron con cadenas de hierro para que moliese en la cárcel. Pero el cabello de su cabeza comenzó a crecer después de que fuera rapado.