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JUECES 11:18-40

JUECES 11:18-40 RV2020

Después, de camino por el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab y, al llegar por el lado oriental de la tierra de Moab, acampó al otro lado de Arnón, pero no entró en territorio de Moab, porque Arnón es territorio de Moab. Asimismo, envió Israel mensajeros a Sehón, rey de los amorreos, rey de Hesbón, que le dijeron: «Te ruego que me dejes pasar por tu tierra hasta mi lugar». Pero Sehón no se fio de Israel para darle paso por su territorio, sino que reunió toda su gente, acampó en Jahaza y peleó contra Israel. Pero el Señor, Dios de Israel, entregó a Sehón y a todo su pueblo en manos de Israel, y los derrotó. De esta manera, se apoderó Israel de toda la tierra de los amorreos que habitaban en aquel país. También se apoderó de todo el territorio del amorreo desde el Arnón hasta el Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán. Así que, ¿pretendes tú apoderarte de lo que el Señor, Dios de Israel, le quitó al amorreo en favor de su pueblo Israel? Lo que te haga poseer Quemos, tu dios, ¿no lo poseerías tú? Así, todo lo que el Señor, nuestro Dios, nos ha dado, nosotros lo poseeremos. ¿Eres tú ahora mejor en algo que Balac hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Tuvo él alguna reclamación contra Israel o hizo guerra contra nosotros? Ya hace trescientos años que Israel habita en Hesbón y sus aldeas, en Aroer y sus aldeas, y en todas las ciudades que están en el territorio del Arnón. ¿Por qué no las habéis recobrado en todo ese tiempo? Así que, yo en nada he pecado contra ti, pero tú haces mal al pelear contra mí. El Señor, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón. Pero el rey de los hijos de Amón no atendió a estas razones que Jefté le había enviado. Entonces el espíritu del Señor vino sobre Jefté, y este recorrió Galaad y Manasés. De allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón. Entonces Jefté hizo voto al Señor: —Si entregas a los amonitas en mis manos, cualquiera que salga de las puertas de mi casa a recibirme cuando yo regrese victorioso de los amonitas, será del Señor y lo ofreceré en holocausto. Jefté fue a pelear contra los hijos de Amón, y el Señor los entregó en sus manos, los derrotó por completo, desde Aroer y hasta llegar a Minit conquistó veinte ciudades, y hasta la Vega de las viñas. Así fueron sometidos los amonitas por los hijos de Israel. Cuando volvió Jefté a Mizpa, a su casa, su hija salió a recibirlo con panderos y danzas. Ella era su única hija; no tenía ningún otro hijo o hija. Cuando él la vio, rasgó sus vestidos, y dijo: —¡Ay, hija mía!, en verdad que me has afligido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor, porque le he dado mi palabra al Señor y no podré retractarme. Ella entonces le respondió: —Padre mío, si le has dado tu palabra al Señor, haz conmigo conforme a lo que prometiste, ya que el Señor te ha permitido vengarte de tus enemigos, los hijos de Amón. Y añadió: —Concédeme esto: déjame que por dos meses vaya y descienda por los montes a llorar mi virginidad junto con mis compañeras. Jefté le respondió: —Ve. La dejó por dos meses. Fue con sus compañeras y lloró su virginidad por los montes. Pasados los dos meses volvió a su padre, quien cumplió el voto que había hecho. La hija de Jefté nunca mantuvo relaciones íntimas con un hombre. Por eso es costumbre en Israel que todos los años vayan las doncellas de Israel a llorar a la hija de Jefté, el galaadita, durante cuatro días.

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