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HEBREOS 8:1-13

HEBREOS 8:1-13 RV2020

Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que el sumo sacerdote que tenemos es tan importante que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos. Él es ministro del santuario y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor y no ningún ser humano. Todo sumo sacerdote es nombrado para presentar ofrendas y sacrificios, por lo cual es necesario que también este tenga algo que ofrecer. Así que, si estuviera sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, pues aún hay sacerdotes que presentan las ofrendas estipuladas en la ley. Estos sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a construir el tabernáculo: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. Pero ahora Cristo ha recibido un ministerio superior, ya que es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Si aquel primer pacto hubiera sido sin defecto, ciertamente no hubiera habido necesidad de un segundo. Pero Dios, al reprocharle al pueblo sus defectos, dice: Vienen días —dice el Señor— en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto. No como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Como ellos no permanecieron en mi pacto, yo me desentendí de ellos —dice el Señor—. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días —dice el Señor—: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano dirá: «Conoce al Señor», porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos, porque yo les perdonaré sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados ni de sus maldades. Al decir «nuevo pacto», ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece está próximo a desaparecer.

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