Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

GÉNESIS 41:25-57

GÉNESIS 41:25-57 RV2020

Entonces respondió José a Faraón: —El sueño de Faraón es uno solo. Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer. Las siete vacas hermosas son siete años, y las espigas hermosas son siete años: se trata de un mismo sueño. También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas son siete años, y las siete espigas menudas y quemadas por el viento del desierto serán siete años de hambre. Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón. Vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. Tras ellos seguirán siete años de hambre: toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra. Y aquella abundancia no se echará de ver, a causa del hambre que la seguirá, la cual será gravísima. Y que Faraón haya tenido el sueño dos veces significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla. Por tanto, es necesario que Faraón se provea de un hombre prudente y sabio, y que lo ponga sobre la tierra de Egipto. Haga esto Faraón: ponga gobernadores sobre el país, que recojan la quinta parte de las cosechas de Egipto en los siete años de la abundancia. Junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades y guárdenlo. Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre. Esto le pareció bien a Faraón y a sus siervos, y dijo Faraón a sus siervos: —¿Acaso hallaremos a otro hombre como este, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: —Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay nadie más sabio y competente que tú. Así que tú estarás al frente de mi casa, y todo mi pueblo se someterá a lo que digas; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo además Faraón a José: —Yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón se quitó el anillo de su mano y lo puso en la mano de José; lo hizo vestir de ropas de lino finísimo y puso un collar de oro en su cuello. Lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaban delante de él: «¡Doblad la rodilla! ». Así quedó José sobre toda la tierra de Egipto. Luego dijo Faraón a José: —Yo soy Faraón, pero sin ti nadie alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto. Faraón puso a José el nombre de Zafnat-panea, y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. Así quedó José al frente de toda la tierra de Egipto. Tenía José treinta años cuando fue presentado delante de Faraón, el rey de Egipto; y salió José de delante de Faraón y recorrió toda la tierra de Egipto. En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo en gran cantidad. Y él recogió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y almacenó alimento en las ciudades, pues puso en cada ciudad el alimento de los campos de alrededor. Recogió José trigo como si fuera arena del mar; tanto que no se podía contar, porque era incalculable. Antes que llegase el primer año de hambre, José tuvo dos hijos con su esposa Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. Llamó José al primogénito Manasés, porque dijo: «Dios me ha hecho olvidar todos mis sufrimientos, y a toda la casa de mi padre». Al segundo lo llamó Efraín, porque dijo: «Dios me ha hecho fructificar en la tierra de mi aflicción». Se cumplieron así los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y comenzaron a llegar los siete años de hambre, como José había predicho. Hubo hambre en todos los países, pero en toda la tierra de Egipto había pan. Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó por pan a Faraón. Y dijo Faraón a todos los egipcios: —Id a José, y haced lo que él os diga. Cuando el hambre se extendió por todo el país, abrió José todos los graneros donde estaba el trigo, y lo vendía a los egipcios, porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto. Y de todos los países venían a Egipto para comprar grano a José, porque por toda la tierra había crecido el hambre.