GÉNESIS 29:1-35
GÉNESIS 29:1-35 RV2020
Siguió luego Jacob su camino y fue a la tierra de los orientales. Vio un pozo en el campo y tres rebaños de ovejas que yacían cerca de él, porque de aquel pozo abrevaban los ganados; y había una gran piedra sobre la boca del pozo. Cuando se juntaban allí todos los rebaños, los pastores quitaban la piedra de la boca del pozo y abrevaban las ovejas; luego volvían la piedra a su lugar sobre la boca del pozo. Jacob les preguntó: —Hermanos míos, ¿de dónde sois? —De Harán somos —respondieron ellos. —¿Conocéis a Labán hijo de Nacor? —volvió a preguntar. —Sí, lo conocemos —respondieron. —¿Está bien? —insistió Jacob. —Muy bien —dijeron los pastores—. Mira, ahí viene su hija Raquel con las ovejas. Él dijo: —Es aún muy de día; no es tiempo todavía de recoger el ganado. Abrevad las ovejas e id a apacentarlas. Ellos respondieron: —No podemos, hasta que se junten todos los rebaños y se remueva la piedra de la boca del pozo. Entonces daremos de beber a las ovejas. Mientras él aún hablaba con ellos, Raquel vino con el rebaño de su padre, porque ella era la pastora. Y sucedió que cuando Jacob vio a Raquel, hija de Labán, hermano de su madre, y las ovejas de Labán, el hermano de su madre, se acercó Jacob y removió la piedra de la boca del pozo, y abrevó el rebaño de Labán, hermano de su madre. Luego Jacob besó a Raquel y se echó a llorar. Jacob le contó a Raquel que él era hermano de su padre e hijo de Rebeca, y ella corrió a dar la noticia a su padre. Cuando Labán oyó las noticias de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo y lo abrazó, lo besó y lo trajo a su casa. Entonces él contó a Labán todas estas cosas. Y Labán le dijo: —De verdad que eres hueso mío y carne mía. Y estuvo con él durante un mes. Entonces dijo Labán a Jacob: —¿Por ser tú mi hermano me vas a servir de balde? Dime cuál ha de ser tu salario. Labán tenía dos hijas: el nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Raquel. Los ojos de Lea eran delicados, pero Raquel era una mujer hermosa. Jacob amaba a Raquel, y dijo: —Yo te serviré siete años por Raquel, tu hija menor. Labán respondió: —Mejor es dártela a ti que a otro hombre; quédate conmigo. Así sirvió Jacob siete años por Raquel; y le parecieron como pocos días, porque la amaba. Un día dijo Jacob a Labán: —Ya se ha cumplido el tiempo, dame a mi mujer para que me una a ella. Entonces Labán juntó a todos los hombres de aquel lugar y ofreció un banquete. Pero sucedió que al llegar la noche tomó a su hija Lea y se la trajo; y Jacob se acostó con ella. Además, Labán le dio a su hija Lea, por criada, a su sierva Zilpa. Cuando llegó la mañana, Jacob vio que era Lea, y dijo a Labán: —¿Qué es esto que me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado? Labán respondió: —No es costumbre en nuestra tierra dar la menor antes de la mayor. Cumple la semana de esta, y se te dará también la otra por el servicio que me prestes otros siete años. Así lo hizo Jacob. Cumplió aquella semana y él le dio a su hija Raquel por mujer. Asimismo, Labán dio su sierva Bilha a su hija Raquel por criada. Jacob se acostó también con Raquel, y la amó más que a Lea; y trabajó para Labán siete años más. Vio el Señor que Lea era menospreciada, y le dio hijos; en cambio, Raquel era estéril. Concibió Lea y dio a luz un hijo, y le puso por nombre Rubén, porque dijo: «Ha mirado el Señor mi aflicción: ahora me amará mi marido». Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: «Por cuanto oyó el Señor que yo era menospreciada, me ha dado también este». Y le puso por nombre Simeón. Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: «Desde ahora se unirá mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos». Por tanto, le puso por nombre Leví. Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: «Esta vez alabaré al Señor»; por esto llamó su nombre Judá. Y dejó de dar a luz.