ÉXODO 3:8-22
ÉXODO 3:8-22 RV2020
Por eso he descendido para librarlos de manos de los egipcios y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a una tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. El clamor, pues, de los hijos de Israel ha llegado ante mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los maltratan. Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel. Entonces Moisés respondió a Dios: —¿Quién soy yo para ir ante Faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel? Dios le respondió: —Yo estaré contigo; y esto te servirá de señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. Dijo Moisés a Dios: —Si voy a los hijos de Israel y les digo: «El Señor, el Dios de vuestros padres, me ha enviado a vosotros», me preguntarán: «¿Cuál es su nombre? ». Entonces ¿qué les responderé? Respondió Dios a Moisés: —«Yo soy el que soy». Y añadió: —Así dirás a los hijos de Israel: «Yo soy» me ha enviado a vosotros. Además, Dios dijo a Moisés: —Así dirás a los hijos de Israel: «El Señor, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros». Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos. Ve, reúne a los ancianos de Israel y diles: «El Señor, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido y me ha dicho: Tened por seguro que os he visitado y he visto cómo os tratan los egipcios. Y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel». Ellos oirán tu voz; tú irás con los ancianos de Israel al rey de Egipto y le dirás: «El Señor, el Dios de los hebreos, se nos ha manifestado; por tanto, nosotros iremos ahora tres días de camino por el desierto a ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios». Yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir, a no ser por la fuerza. Pero yo extenderé mi mano y heriré a Egipto con todas las maravillas que obraré en el país, y entonces os dejará ir. Yo haré que este pueblo se gane el favor de los egipcios, para que cuando salgáis no os vayáis con las manos vacías, sino que cada mujer pedirá a su vecina, y a la que se hospeda en su casa, alhajas de plata, alhajas de oro y vestidos, que pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas. Así despojaréis a Egipto.