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ECLESIASTÉS 2:1-11

ECLESIASTÉS 2:1-11 RV2020

Entonces me dije a mí mismo: «Vamos ahora, te probaré con el placer: gozarás de lo bueno». Pero esto también era vanidad. A la risa dije: «Enloqueces»; y al placer: «¿De qué sirve esto?». En lo íntimo de mi ser decidí agasajarme con vino y entregarme a la necedad, sin renunciar mi corazón a la sabiduría, para descubrir en qué consistía el bienestar de los seres humanos y qué es lo que hacían bajo el cielo en los días contados de su vida. Acometí grandes obras, me edifiqué casas, planté viñas para mí; me hice huertos y jardines, y planté en ellos toda clase de árboles frutales. Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa. Tuve muchas más vacas y ovejas que todos mis predecesores en Jerusalén. Amontoné también plata y oro, y preciados tesoros que pertenecieron a otros reyes y provincias. Me rodeé de cantores y cantoras, y de toda clase de instrumentos musicales, y gocé de los placeres humanos. Prosperé y superé a todos mis predecesores en Jerusalén. Además de esto, conservé conmigo mi sabiduría. No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni privé a mi corazón de placer alguno, porque mi corazón se gozaba de todo lo que hacía. Esta fue la recompensa de todas mis fatigas. Miré luego todas las obras de mis manos y el trabajo que me había tomado para hacerlas; y todo era vanidad y aflicción de espíritu, sin provecho bajo el sol.