ECLESIASTÉS 12:9-14

Cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo. Escuchó, estudió y compuso muchos proverbios. Procuró el Predicador encontrar palabras adecuadas y escribir la verdad con acierto. Las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos hincados las de los maestros de las congregaciones, pronunciadas por un pastor. Ahora, hijo, además de esto acepta ser amonestado. No tiene objeto escribir muchos libros; el mucho estudio es fatiga para el cuerpo. El fin de todo el discurso que has oído es: Teme a Dios y cumple sus mandamientos. Eso es el todo del ser humano. Porque Dios juzgará toda acción, incluso las ocultas, sean buenas o malas.