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DEUTERONOMIO 9:1-18

DEUTERONOMIO 9:1-18 RV2020

Oye, Israel: tú vas hoy a pasar el Jordán, para entrar a desposeer a naciones más numerosas y más poderosas que tú, ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo, un pueblo grande y alto, los hijos de los anaceos, de los cuales tienes tú conocimiento, y de quienes has oído decir: «¿Quién se sostendrá delante de los hijos de Anac?». Entiende, pues, hoy, que es el Señor, tu Dios, el que pasa delante de ti como fuego consumidor, quien los destruirá y humillará en tu presencia. Tú los echarás y los destruirás rápidamente, como el Señor te ha dicho. Cuando el Señor, tu Dios, los haya echado de delante de ti, no digas en tu corazón: «Por mi justicia me ha traído el Señor a poseer esta tierra», pues por la impiedad de estas naciones el Señor las arroja de delante de ti. No por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones el Señor, tu Dios, las arroja de tu presencia, y para confirmar la palabra que él había jurado a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob. Por tanto, has de saber que el Señor, tu Dios, no te da en posesión esta buena tierra por tu justicia, porque eres un pueblo terco. Acuérdate, y nunca olvides, que en el desierto provocaste la ira del Señor, tu Dios, y desde el día en que saliste de la tierra de Egipto, hasta que entrasteis en este lugar, habéis sido rebeldes al Señor. En el Horeb provocasteis la ira al Señor, y él se enojó contra vosotros para destruiros. Cuando yo subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que el Señor hizo con vosotros, estuve entonces en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua. El Señor me dio las dos tablas de piedra escritas por el dedo de Dios, y en ellas estaban consignadas todas las palabras que os habló el Señor en el monte, en medio del fuego, el día de la asamblea. Al cabo de los cuarenta días y cuarenta noches, el Señor me dio las dos tablas de piedra, las tablas del pacto, y me dijo: «Levántate, desciende pronto de aquí, porque el pueblo que sacaste de Egipto se ha corrompido. Bien pronto se han apartado del camino que yo les mandé y se han hecho un ídolo de metal fundido». También me dijo el Señor: «He observado a este pueblo y he visto que es un pueblo terco. Déjame que los destruya y borre su nombre de debajo del cielo, y de ti haré una nación más fuerte y mucho más numerosa que ellos». Yo me volví y descendí del monte, el cual ardía en llamas, con las tablas del pacto en mis dos manos. Miré y vi que habíais pecado contra el Señor, vuestro Dios: os habíais hecho un becerro de fundición, y os habíais apartado bien pronto del camino que el Señor os había señalado. Entonces tomé las dos tablas, las arrojé de mis manos y las quebré delante de vuestros ojos. Luego me postré delante del Señor, y como antes había hecho, durante cuarenta días y cuarenta noches no comí pan ni bebí agua, a causa de todo el pecado que habíais cometido al hacer el mal ante los ojos del Señor para enojarlo.