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DEUTERONOMIO 1:9-46

DEUTERONOMIO 1:9-46 RV2020

En aquel tiempo os dije: «Yo solo no puedo llevaros. El Señor, vuestro Dios, os ha multiplicado tanto que hoy vosotros sois tan numerosos como las estrellas del cielo. ¡El Señor, Dios de vuestros padres, os haga mil veces más numerosos de lo que ahora sois y os bendiga, como os ha prometido! ¿Cómo llevaré yo solo vuestras molestias, vuestras cargas y vuestros pleitos? Dadme de entre vosotros, de vuestras tribus, hombres sabios, entendidos y expertos, para que yo los ponga como vuestros jefes». Me respondisteis: «Bueno es hacer lo que has dicho». Entonces tomé a los principales de vuestras tribus, hombres sabios y expertos, y los puse como jefes sobre vosotros, jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez, y gobernadores de vuestras tribus. Y di a vuestros jueces esta orden: «Oíd a vuestros hermanos, y juzgad justamente entre el hombre y su hermano, o un extranjero. No hagáis distinción de persona en el juicio: tanto al pequeño como al grande oiréis. No tendréis temor de nadie, porque el juicio es de Dios. La causa que os sea difícil, la traeréis a mí, y yo la oiré». Os mandé, pues, en aquel tiempo, todo lo que habíais de hacer. Cuando salimos de Horeb, anduvimos todo aquel grande y terrible desierto que habéis visto, por el camino del monte del amorreo, como el Señor, nuestro Dios, nos lo había mandado, y llegamos hasta Cades-barnea. Entonces os dije: «Habéis llegado al monte del amorreo, el cual el Señor, nuestro Dios, nos da. Mira, el Señor, tu Dios, te ha entregado la tierra: sube y toma posesión de ella, como el Señor, el Dios de tus padres, te ha dicho. No temas ni desmayes». Pero os acercasteis todos a decirme: «Enviemos hombres delante de nosotros, que reconozcan la tierra y a su regreso nos traigan razón del camino por donde hemos de subir y de las ciudades adonde hemos de llegar». La propuesta me pareció bien, y tomé doce hombres de entre vosotros, uno por cada tribu. Ellos se encaminaron y subieron al monte; llegaron hasta el valle de Escol y reconocieron la tierra. Tomaron en sus manos de los frutos del país, nos los trajeron y nos dieron este informe: «La tierra que el Señor nuestro Dios nos da es buena». Sin embargo, no quisisteis subir, sino que fuisteis rebeldes al mandato del Señor, vuestro Dios. Os pusisteis a murmurar en vuestras tiendas: «Porque el Señor nos aborrece, nos ha sacado de la tierra de Egipto, para entregarnos en manos del amorreo y destruirnos. ¿A dónde subiremos? Nuestros hermanos han atemorizado nuestro corazón, al decir: “Este pueblo es más numeroso y más alto que nosotros, las ciudades son grandes y están amuralladas hasta el cielo. Allí también vimos a los hijos de Anac”». Entonces os dije: «No temáis ni tengáis miedo de ellos. El Señor, vuestro Dios, el cual va delante de vosotros, peleará por vosotros, conforme a todas las cosas que hizo por vosotros en Egipto ante vuestros ojos. En el desierto has visto que el Señor, tu Dios, te ha traído, como trae un hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado, hasta llegar a este lugar». Pero ni aun así creísteis al Señor, vuestro Dios, quien iba delante de vosotros por el camino para buscaros el lugar donde habíais de acampar, con el fuego de noche para mostraros el camino que debías seguir, y con la nube de día. Cuando el Señor oyó la voz de vuestras palabras, se enojó e hizo este juramento: «Ni un solo hombre de esta mala generación verá la buena tierra que juré que había de dar a vuestros padres, excepto Caleb hijo de Jefone; él la verá, y yo le daré a él y a sus hijos la tierra que pisó, porque ha seguido fielmente al Señor». También contra mí se enojó el Señor por vuestra causa, y me dijo: «Tampoco tú entrarás allá. Josué hijo de Nun, el cual te sirve, él entrará allá; anímalo, porque él la entregará a Israel. Y vuestros niños, de quienes dijisteis que servirían de botín, y vuestros hijos, que no saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos entrarán allá; a ellos la daré y ellos la heredarán. Pero vosotros volveos e id al desierto, camino del mar Rojo». Entonces respondisteis: «Hemos pecado contra el Señor. Nosotros subiremos y pelearemos, conforme a todo lo que el Señor, nuestro Dios, nos ha mandado». Os armasteis cada uno con vuestras armas de guerra y os preparasteis para subir al monte. Pero el Señor me dijo: «Diles: No subáis ni peleéis, para que no seáis derrotados por vuestros enemigos, pues no estoy entre vosotros». Yo os hablé, pero no me escuchasteis; antes fuisteis rebeldes al mandato del Señor, y persististeis con altivez en subir al monte. Pero salieron a vuestro encuentro los amorreos que habitaban en aquel monte, os persiguieron como hacen las avispas y os derrotaron en Seír hasta llegar a Horma. Entonces volvisteis y llorasteis delante del Señor, pero el Señor no escuchó vuestra voz ni os prestó atención. Por eso os tuvisteis que quedar en Cades todo ese tiempo que habéis estado allí.