ZACARÍAS 1:1-17
ZACARÍAS 1:1-17 BLP
El octavo mes del año segundo de Darío el Señor dirigió esta palabra al profeta Zacarías, hijo de Berequías y nieto de Idó: —Vuestros antepasados irritaron sobremanera al Señor. Di, pues, a los israelitas: «Esto dice el Señor del universo: Volved a mí —oráculo del Señor del universo— y yo me volveré a vosotros». Es palabra del Señor del universo. No imitéis a vuestros antepasados a quienes ya los más antiguos profetas interpelaban diciendo: «Así os habla el Señor del universo: Cambiad de conducta; abandonad vuestro mal proceder y vuestras perversas acciones». Pero ni me escucharon ni me hicieron caso alguno —oráculo del Señor—. Pues bien, ¿dónde están ahora vuestros antepasados? Y los profetas, ¿acaso van a vivir indefinidamente? Sin embargo, las palabras y preceptos que encomendé transmitir por medio de mis siervos, los profetas, encontraron acogida en vuestros antepasados que se convirtieron reconociendo que el Señor del universo los había tratado de acuerdo con su proceder y sus acciones. El día veinticuatro del undécimo mes —es decir, el mes de Sebat— del reinado de Darío, el Señor dirigió su palabra al profeta Zacarías, hijo de Berequías y nieto de Idó, que se expresó en estos términos: —He tenido durante la noche una visión: vi a un hombre que estaba sentado en un caballo rojo entre los mirtos de la hondonada; detrás de él había caballos rojos, alazanes y blancos. Yo entonces pregunté: —¿Quiénes son estos, mi Señor? El ángel que hablaba conmigo me respondió: —Yo te indicaré quiénes son. Entonces intervino el hombre que estaba entre los mirtos y dijo: —Estos son los que ha enviado el Señor a recorrer la tierra. Ellos entonces se dirigieron al ángel del Señor y le informaron: —Hemos recorrido toda la tierra y la hemos encontrado tranquila y en calma. El ángel del Señor exclamó: —Señor del universo, ¿cuándo, por fin, te apiadarás de Jerusalén y de las ciudades de Judá contra las que llevas ya setenta años irritado? Entonces el Señor dio al ángel que me hablaba una contestación amable y consoladora. Así que el ángel que hablaba conmigo me dijo: —Proclama: «Esto dice el Señor del universo: Estoy profundamente enamorado de Jerusalén y de Sion, y es grande mi enojo contra las naciones que, seguras de sí mismas, se aprovecharon de que yo no estaba muy irritado [contra ellas] para intensificar su hostilidad. Por eso así dice el Señor: Miro compasivo a Jerusalén donde será reconstruido mi Templo —oráculo del Señor del universo— junto con el resto de la ciudad». Y proclama también: «Esto dice el Señor del universo: Mis ciudades rebosarán bienestar, el Señor colmará de nuevo a Sion de consuelo y Jerusalén podrá aún ser elegida».