Quiero empezar dando gracias por todos vosotros a mi Dios, mediante Jesucristo, porque en el mundo entero se habla con admiración de vuestra fe. Dios mismo, a quien sirvo de todo corazón anunciando el evangelio de su Hijo, puede garantizar que pienso constantemente en vosotros. Una y otra vez insto a Dios en mis oraciones, a ver si tiene a bien facilitarme el que por fin pueda visitaros. ¿Hará falta que os diga cuántas ganas tengo de veros y poder así comunicaros algún bien espiritual que os fortalezca? Aunque, en realidad, se trata de animarnos mutuamente con esa fe que vosotros y yo tenemos en común. No quiero que ignoréis, hermanos, las muchas veces que he intentado visitaros, sin éxito hasta el momento. Abrigaba la ilusión de cosechar también entre vosotros algún fruto, lo mismo que en otras regiones paganas, ya que me debo por igual a civilizados y a no civilizados, a sabios y a ignorantes. Así que, en cuanto de mí depende, estoy enteramente dispuesto a proclamar el evangelio también entre vosotros, los que residís en Roma. No me avergüenzo del evangelio, porque es poder salvador de Dios para todo creyente, tanto si es judío como si no lo es. Por él, en efecto, se nos revela la justicia de Dios por medio de una fe en continuo crecimiento. Así lo dice la Escritura: El justo por la fe vivirá.
Lee ROMANOS 1
Compartir
Comparar todas las versiones: ROMANOS 1:8-17
¡Guarda versículos, lee sin conexión, mira clips de enseñanzas y más!
YouVersion utiliza cookies para personalizar su experiencia. Al usar nuestro sitio web, acepta nuestro uso de cookies como se describe en nuestra Política de privacidad
Inicio
Biblia
Planes
Vídeos