porque él es nuestro Dios y nosotros el pueblo que apacienta, el rebaño que él guía. ¡Ojalá escuchéis hoy su voz! «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como en el desierto el día de Masá, cuando vuestros padres me retaron, me probaron aun conociendo mi obra». Cuarenta años rechacé a esta generación y dije: «Son un pueblo extraviado, no conocen mis caminos». Yo juré lleno de cólera: «No entrarán en mi lugar de descanso».
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