SALMOS 119:36-71
SALMOS 119:36-71 BLP
Inclina mi corazón a tus mandatos y no hacia la riqueza. Aparta mi vista de lo que es vano, haz que viva en tu camino. Cumple la promesa que hiciste a este tu siervo que te honra. Aleja de mí la burla que me inquieta, porque son buenas tus decisiones. Siento amor por tus preceptos, por tu justicia dame vida. Cólmame, Señor, de tu amor, sálvame según tu promesa; podré así replicar al que me humilla, pues yo confío en tu palabra. No apartes de mi boca la palabra sincera, que en tus decisiones pongo mi esperanza. Respetaré tu ley constantemente, por siempre jamás la cumpliré. Caminaré sin estorbos, porque busco tus preceptos. Proclamaré ante los reyes tus mandatos sin sentir vergüenza alguna. Me deleitaré en tus mandamientos porque los amo intensamente; hacia ellos alzaré mis manos, meditando tus normas. Recuerda la promesa hecha a tu siervo, la que mantiene mi esperanza. Esto me consuela cuando sufro: que tu promesa me da vida. Mucho me insultan los soberbios, pero yo no me aparto de tu ley. Recuerdo, Señor, tus decretos de antaño, y en ellos encuentro consuelo. Me invade el furor por los malvados, por aquellos que abandonan tu ley. Tus normas eran cantos para mí cuando vivía en el destierro. Señor, de noche recuerdo tu nombre y tengo respeto por tu ley. A mí me corresponde guardar tus preceptos. El Señor es mi heredad, he prometido guardar tus palabras. Te imploro de todo corazón, apiádate de mí según tu promesa. He reflexionado sobre mi conducta, me comporto según tus mandatos. Sin demorarme me he apresurado a respetar tus mandamientos. Las redes de los malvados me cercaban, pero yo no he olvidado tu ley. Me levanto en mitad de la noche para alabarte por tus justos decretos. Soy amigo de cuantos te veneran, de los que respetan tus preceptos. Tu amor, Señor, llena la tierra, enséñame tus normas. Fuiste bueno con tu siervo, según tu promesa, Señor. Enséñame el buen juicio y el saber, que en tus mandatos yo confío. Antes de haber sufrido pequé, pero ahora respeto tu palabra. Tú eres bueno y haces el bien, enséñame tus normas. Los soberbios me calumnian, pero yo guardo sinceramente tus preceptos. Su corazón es insensible, yo, en cambio, me deleito en tu ley. Me vino bien haber sufrido para así aprender tus normas.