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NÚMEROS 20:2-29

NÚMEROS 20:2-29 BLP

La comunidad padecía falta de agua y se amotinaron contra Moisés y Aarón. El pueblo se quejó contra Moisés, diciendo: —¡Ojalá hubiéramos muerto también nosotros cuando perecieron nuestros hermanos en presencia del Señor! ¿Por qué has traído a la comunidad del Señor a este desierto para que nosotros y nuestros animales muramos aquí? ¿Por qué nos habéis hecho partir de Egipto para traernos a este miserable lugar donde no hay cereales, ni higueras, ni viñas, ni granados? ¡Ni siquiera hay agua para beber! Moisés y Aarón se apartaron de la comunidad, se dirigieron a la entrada de la Tienda del encuentro, y se postraron sobre sus rostros. Entonces se les manifestó la gloria del Señor y el Señor dijo a Moisés: —Toma la vara y, junto con tu hermano Aarón, reúne a la comunidad; luego hablad a la roca en presencia de los israelitas, y brotará agua de la roca. Harás, pues, que mane agua de la roca para los israelitas y darás de beber a la comunidad y a sus animales. Tomó Moisés la vara que estaba ante el Señor, tal como se le había mandado y, junto con Aarón, reunió a la comunidad delante de la roca y dijo a los israelitas: —Oíd, rebeldes: ¿podremos hacer que brote para vosotros agua de esta roca? Dicho lo cual, alzó Moisés su mano y golpeó la roca dos veces con su vara. Y brotó de ella agua en abundancia, de la que bebieron la comunidad y sus animales. Pero el Señor dijo a Moisés y a Aarón: —Por no haber confiado en mí y no haber hecho que se manifestara mi santidad delante de los israelitas, no guiaréis esta comunidad a la tierra que les he dado. Estas son las aguas de Meribá, donde los israelitas se querellaron contra el Señor y él les manifestó su santidad. Desde Cadés envió Moisés mensajeros al rey de Edom y le dijo: —Así dice Israel, tu hermano: Ya conoces todas las dificultades que nos han sobrevenido. Nuestros ancestros bajaron a Egipto y allí hemos permanecido un largo tiempo durante el cual, tanto ellos como nosotros, hemos sido maltratados por los egipcios. Nosotros clamamos al Señor que oyó nuestro clamor y envió un ángel que nos sacó de Egipto. Ahora estamos en Cadés, ciudad cercana a tus fronteras. Te rogamos que nos permitas cruzar tu país. No atravesaremos campos de labranza, ni viñas, ni beberemos agua de pozos. Seguiremos la calzada real, sin desviarnos ni a derecha ni a izquierda, hasta que hayamos cruzado tu territorio. Pero Edom le respondió: —No cruzarás mi país; y si lo haces, saldré con la espada a tu encuentro. Los israelitas insistieron: —Iremos por la ruta habitual y si nosotros o nuestro ganado bebiéramos tu agua, te pagaremos por ello. Solo pedimos que nos dejes pasar a pie, ¡no pedimos más que eso! Pero Edom replicó: —No pasaréis. Y Edom salió contra ellos con mucha gente fuertemente armada. Así que Edom no permitió pasar a Israel por su territorio, por lo que Israel tuvo que alejarse de él. Los israelitas partieron de Cadés y toda la comunidad llegó al monte Hor. Se dirigió entonces el Señor a Moisés y a Aarón en el monte Hor, en la frontera del país de Edom, y les dijo: —Ha llegado el tiempo de que Aarón se reúna con sus antepasados, pues él no entrará en la tierra que yo he dado a los israelitas, por cuanto os rebelasteis contra mí en las aguas de Meribá. Toma a Aarón y a su hijo Eleazar y sube con ellos al monte Hor. Despoja a Aarón de sus vestiduras sacerdotales y pónselas a su hijo Eleazar; porque Aarón debe reunirse con sus antepasados, pues va a morir. Moisés hizo tal como el Señor le había mandado. Subieron, pues, al monte Hor, a la vista de toda la comunidad, y Moisés despojó a Aarón de sus vestiduras sacerdotales y se las puso a su hijo Eleazar. Y Aarón murió allí en la cumbre del monte. Cuando Moisés y Eleazar descendieron del monte, toda la comunidad supo que Aarón había muerto. Todos los clanes de Israel hicieron duelo por él durante treinta días.