JUAN 8:13-44
JUAN 8:13-44 BLP
Los fariseos le replicaron: —Estás declarando como testigo en tu propia causa; por tanto, tu testimonio carece de valor. Jesús les contestó: —Aun cuando yo testifique a mi favor, mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y adónde voy. Vosotros, en cambio, no sabéis ni de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis con criterios mundanos. Yo no quiero juzgar a nadie y, cuando lo hago, mi juicio es válido, porque no estoy yo solo; conmigo está el Padre que me envió. En vuestra ley está escrito que el testimonio coincidente de dos testigos es válido. Pues bien, a mi testimonio se une el que da a mi favor el Padre que me envió. Ellos le preguntaron: —¿Dónde está tu padre? Contestó Jesús: —Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Jesús hizo estas manifestaciones cuando estaba enseñando en el Templo, en el lugar donde se encontraban los cofres de las ofrendas. Pero nadie se atrevió a echarle mano porque todavía no había llegado su hora. Jesús volvió a decirles: —Yo me voy. Me buscaréis, pero moriréis en vuestro pecado; y adonde yo voy, vosotros no podéis ir. Los judíos comentaban entre sí: —¿Pensará suicidarse, y por eso dice: «Adonde yo voy vosotros no podéis ir»? Jesús aclaró: —Vosotros pertenecéis a este mundo de abajo; yo pertenezco al de arriba. Vosotros sois de este mundo; yo no. Por eso os he dicho que moriréis en vuestros pecados. Porque si no creéis que «yo soy», moriréis en vuestros pecados. Los judíos le preguntaron entonces: —Pero ¿quién eres tú? Jesús les respondió: —¿No es eso lo que os vengo diciendo desde el principio? Tengo muchas cosas que decir de vosotros, y muchas que condenar. Pero lo que digo al mundo es lo que oí al que me envió, y él dice la verdad. Ellos no cayeron en la cuenta de que les estaba hablando del Padre; así que Jesús añadió: —Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, entonces reconoceréis que «yo soy» y que no hago nada por mi propia cuenta; lo que aprendí del Padre, eso enseño. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada. Al oírlo hablar así, muchos creyeron en él. Dirigiéndose a los judíos que habían creído en él, dijo Jesús: —Si os mantenéis fieles a mi mensaje, seréis verdaderamente mis discípulos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. Ellos le replicaron: —Nosotros somos descendientes de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie; ¿qué significa eso de que «seremos libres»? —Yo os aseguro —les contestó Jesús— que todo el que comete pecado es esclavo del pecado. Y el esclavo no forma parte de la familia de modo permanente; el hijo, por el contrario, es siempre miembro de la familia. Por eso, si el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres. Ya sé que sois descendientes de Abrahán. Sin embargo, queréis matarme porque mi mensaje no os entra en la cabeza. Yo hablo de lo que he contemplado estando con el Padre; vosotros, en cambio, hacéis lo que habéis aprendido de vuestro padre. Ellos replicaron: —Nuestro padre es Abrahán. Jesús les contestó: —Si fueseis de verdad hijos de Abrahán, haríais lo que él hizo. Pero vosotros queréis matarme porque os he dicho la verdad que aprendí de Dios mismo. No fue eso lo que hizo Abrahán. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Ellos le contestaron: —Nosotros no somos hijos ilegítimos. Nuestro padre es únicamente Dios. Jesús les dijo: —Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he venido de Dios y aquí estoy. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me ha enviado. Si no entendéis lo que yo digo, es porque no queréis aceptar mi mensaje. Vuestro padre es el diablo e intentáis complacerle en sus deseos. Él fue un asesino desde el principio y no se mantuvo en la verdad. Por eso no tiene nada que ver con la verdad. Cuando miente, habla de lo que tiene dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira.